La víspera de año había llegado y, por primera vez en años, Chifuyu estaba entusiasmado. Por mucho tiempo, había dejado pasar cada festividad con el ánimo mínimo, ya que no encontraba motivos verdaderos para celebrar y solía quedarse en su hogar, mirando televisión, pasando el rato con su hermano o simplemente durmiendo.
Pero esta noche no sería así.
A inicios de año, su hermano y él habían decidido dejar atrás su pueblo natal de Sawara para mudarse más cerca de Tokyo, por lo que cuando les salió la oportunidad de tener un lugar en el barrio de Shinjuku no tardaron en armar sus maletas y emprenderse en la aventura que ambos deseaban.
No negarían que les fue difícil el cambio, les costó adaptarse al movimiento de la ciudad, pero no había sido lo peor que les había tocado enfrentar. Habían perdido a sus padres hace un par de años y su hermano había tomado las riendas del asunto, convenciendo a unos vecinos de mentir ante los trabajadores sociales para no ser separados, por lo que los agentes del estado habían creído que se habían quedado viviendo con los vecinos, cuando la verdad era que ambos habían vivido solos durante todos esos años, aunque la señora se preocupaba de que ambos comieran algo más que comidas instantáneas.
Mikey, su hermano mayor, había conseguido dos trabajos, uno en una librería y otro en una cafetería mientras que él, a petición de Mikey, estaba dando un curso de administración de empresas, pero, además, había tomado un pequeño taller de gastronomía, ya que no podían vivir a base de comida chatarra.
Fue allí dónde los conoció: Dos hermanos.
Takemichi era rubio, de alegres ojos azules y sonrisa contagiosa. Se habían sentado juntos en la primera clase de gastronomía y su conexión fue inmediata. Era como encontrarse con alguien a quién había adorado y la vida se había encargado tanto de alejarlos como de juntarlos.
Después de esa tarde, en un almacén cercano donde tomaba su taller, conoció a su hermana. Emma tenía una larga cabellera dorada, ojos miel y figura de infarto. Chifuyu jamás había visto a una mujer tan bonita como a ella, por lo que el coqueteo entre ambos comenzó casi de inmediato, aunque Chifuyu se detuvo cuando se enteró de la relación entre Takemichi y ella, pero, cuando su amigo le dio el visto bueno, no dudó en seguir flirteando con ella.
Sin embargo, había algo en los hermanos que hacía ruido en Chifuyu y era el hecho de que ambos parecían realmente incómodos consigo mismo. Además de que, a pesar de que eran amables con todo el mundo, parecían chocar bastante entre ellos, pero intentaba no darle demasiada importancia a eso, ya que él también tenía sus discusiones con su hermano.
Cuando Chifuyu se enteró que ellos también eran huérfanos, no dudó en invitarlos a pasar la nochevieja en su casa, así aprovecharía la ocasión para al fin presentarlos a Mikey, a quién seguramente tenía harto de parlotear sobre los hermanos.
El entusiasmo que le causaba presentar a su novia y a su mejor amigo a su hermano, había logrado que el halo de melancolía que le provocan esas fechas quedará atrás y se dispusiera a que todo fuese perfecto.
Fue entonces cuando su celular lo sacó de sus pensamientos.
—¿Si? —contestó.
—¡Yuyu! —la voz de Takemichi sonaba agitada, como si estuviera corriendo.
—¿Michi? ¿Estás bien? —Chifuyu enderezó la espalda, sintiéndose nervioso de pronto.
—¡He conocido al amor de mi vida! —exclamó Takemichi, lanzando un suspiro soñador— ¡Es el hombre perfecto! ¡Dios, es que lo vieras!
—Ah —dijo Chifuyu, relajándose—. Me habías asustado, tonto —negó—. Pero, dime, ¿cómo es? ¿mayor, menor? ¿soltero, casado, divorciado, viudo?

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¦ Después del amor... Lo más dulce es el odio ¦
FanfictionUn amor maldito, dañado por la traición y el rencor, renace en una nueva generación, dispuesta a dejar la piel para doblegarle la mano al destino. ©Los personajes no me pertenecen, créditos a Ken Wakui »Universo Alterno »Contenido +18