Para Chifuyu, los días estaban pasando con una lentitud ridícula. Estaba un poco ajetreado con el tema de la boda, pero la realidad era que no podía sacar de su cabeza al demonio, cada noche se quedaba despierto pensando en Keisuke, en la intensidad de su mirada y lo bonita que le parecía su colmilluda sonrisa. Sus dudas se habían disparado con creciente y angustiante rapidez y la extraña distancia de Emma no estaba ayudando para nada.
Cuando el reloj marcó las tres de la madrugada, lanzó un suspiro y se levantó desanimado, saliendo de su cuarto. Estaba acostumbrado a deambular a oscuras por su casa, por lo que todo fue normal hasta que se detuvo a la mitad de la escalera, cuando escuchó voces desde la cocina.
—¿Qué haces, tonto?
—Ven aquí.
—No, eres peligroso.
—Cobarde...
Chifuyu reconoció las voces de Mikey y Takemichi, parecían algo borrachos. No pudo evitarlo y se acercó, observando a hurtadillas por el marco de la puerta.
—Yo no soy cobarde —gruñó Takemichi.
—Entonces, ven aquí —dijo Mikey, provocativo. Estaba apoyado en la pared, con las manos en sus bolsillos y Takemichi frente a él, pero lejos de su alcance.
—¡Bien!
Takemichi se acercó a Mikey, con algo de torpeza en sus movimientos y la barbilla levantada en señal de orgullo. Mikey, por su parte, sonrió mientras sacaba las manos de sus bolsillos y pasaba una de ellas por su cabello.
—Tenías razón.
—¿En qué? —dijo Takemichi, confundido.
—En que soy peligroso para ti.
Mikey lo atrajó hasta él y lo besó, primero con dulzura y luego con pasión. Takemichi lo abrazó enseguida por los hombros, pegándose aún más al rubio.
Chifuyu arrancó en cuánto escuchó un jadeo por parte de ambos, subió las escaleras lo más rápido y sigiloso que pudo, entrando a su habitación en el momento justo que Mikey subía con Takemichi abrazándolo con sus piernas mientras se besaban con pasión.
Chifuyu lamentó que sus paredes fueran delgadas, porque se moría de curiosidad. Sabía que Mikey y Takemichi tendrían una cita aquella noche, pero le sorprendía lo bien que iba, ya que, desde que habían regresado, no habían compartido demasiado. Sintió un poco de envidia ante la pasión desbordada que ambos habían transmitido, le gustaría tener un poco de eso con Emma.
Suspiró y volvió a meterse a la cama, cerrando los ojos con la esperanza de poder dormir, algo que fue totalmente inútil. No supo cuánto tiempo pasó, pero cuando abrió sus ojos vio una pequeña llama sobre su cabeza, la que poco a poco fue haciéndose del tamaño de un espejo de mesa y logró ver al rostro que se negaba a salir de su cabeza.
Quiso alargar su mano, para tocar aquella llama, pero se detuvo al escucharlo.
—Si lo haces, te quemarás —dijo Keisuke.
Keisuke no sonreía y Chifuyu reconoció las sábanas negras, por lo que asumió que también se encontraba en cama.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Chifuyu, en un susurro.
—No he podido dejar de pensar en ti... —dijo Keisuke, algo avergonzado y el corazón de Chifuyu se alteró.
—Yo tampoco...
Ambos se miraron en silencio hasta que, poco a poco, comenzaron a charlar tonterías varias, como colores favoritos, comida, etc. Chifuyu disfrutaba de la compañía del demonio, logrando olvidar todo de lo que estaba preocupándose y perdiendo la noción del tiempo
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¦ Después del amor... Lo más dulce es el odio ¦
FanfictionUn amor maldito, dañado por la traición y el rencor, renace en una nueva generación, dispuesta a dejar la piel para doblegarle la mano al destino. ©Los personajes no me pertenecen, créditos a Ken Wakui »Universo Alterno »Contenido +18