Be my eyes - [Jenlisa Adaptación]

Capítulo 11

-Buenos días, papá -saludé tan pronto como llegué al jardín. Skoop, al escuchar mi voz, vino corriendo a mi lado. Pasé una mano sobre su cabeza peluda y sonreí.

-¿Dormiste bien querida? -preguntó mi papá viniendo hacia mí y dándome un abrazo.

-Sí... -dije sosteniendo su brazo después del abrazo-. ¿Estás regando las flores?

-Sí. Hace mucho calor. Se ven un poco marchitas. Vamos -me llevó cerca de las flores-. ¿Puedes olerlo? Aquí, consíguelo -sentí su mano presionando algo contra la mía. Era una flor-. Huele -dijo mi papá. Estaba muy orgulloso de su jardín. Cuidó bien las flores.

Ese era su hobby. Su forma de mantener la calma cuando estaba estresado. Sus flores eran su tesoro.

-¿Es una rosa? -pregunté levantando la flor hasta mi nariz y oliendo un suave y ligeramente dulce, pero no nauseabundo aroma.

-¡Te estás volviendo buena en esto! -se rió-. Las orquídeas florecieron -su voz provenía de un nivel inferior. Debe estar agachado.

-Deben ser hermosas... Y huelen bien -me agaché a su lado y tomé una flor.

-¿Qué están haciendo mis queridos? -la voz de mi madre se elevó en el aire. Parecía emocionada-. Nos invitaron a una barbacoa.

Me puse de pie, sosteniendo la flor que mi padre me había dado.

-¿Dónde? -pregunté yendo hacia ella.

-Con los Manobal -dijo mi madre, su voz un poco insinuante.

Hice una mueca.

-No voy.

-¿Como no? -preguntó mi sorprendido padre-. Eres amiga de su hija.

-¿Y que?

-Entonces, mi hermosa -mi madre puso su brazo alrededor de mis hombros-. Que sería grosero que no vayas -besó mi mejilla. Suspiré impacientemente.

-Sabes que no me gusta estar en lugares con gente extraña -le dije-. Ciertamente no éramos los únicos invitados.

-Sí, claro que no. Pero si no quieres quedarte allí, puedes volver a casa. Después de todo, viven al lado.

-Pero mamá, yo...

-Pero mamá, al menos irás a decir que apareció. No hay necesidad de quedarse mucho tiempo. Fueron educados para pagar nuestra cena con la barbacoa.

Solté otro suspiro, totalmente derrotada.

-Ok, yo voy. Pero no me quedaré mucho tiempo. ¿Bien?

-Nos ocuparemos de ti allí -dijo mi padre, tratando de animarme-. Y además, Lisa también te hará compañía.

《 Lisa, Lisa, Lisa...estoy cansada de esta chica 》 pensé, volviendo a la casa. No quería acercarme más de lo necesario. Saldríamos la próxima semana, eso fue suficiente para ponerme nerviosa. Ahora, ¿por qué esa maldita barbacoa sin sentido? ¿Por qué tenía que enamorarme de esta chica?

Llegué a mi habitación y cerré la puerta de un portazo.

-Ella nunca estaría con una ciega -murmuré para mí misma, molesta, caminando hacia la cama, pero parecía haber algo en mi contra cuando caí al suelo a mitad de camino, golpeando mi rodilla contra algo duro. ¿Qué me estaba pasando?

-¡Maldita sea! -respiré hondo y golpeé el suelo helado con fuerza. ¡Maldición, maldición, maldición! Me dieron ganas de llorar.

[...]

Había varias personas en la casa de los Manobal. Más de diez podría suponer. Varios tonos de voces, varios olores y diferentes risas. Me puse las gafas en la cara. Noté que tenían una piscina, porque también olía a cloro y al sonido del agua.