IV 🐺🌙

72 12 4
                                    

Pensé, no me mires así, yo sé lo que quieres de mi.
Que no hay que ser evidente aquí.
Para un mal como tú, no hay cuerpo que aguante.

...

─ No tenías que tomarte tantas molestias por mi.

─ ¡Eres gracioso!

Plena noche, oscura como los cabellos del joven Koga. Únicamente iluminados por las anaranjadas llamas de la fogata frente a ellos.

─ ¿Quién dijo que lo hice por ti? ¿Crees que todo gira a tu alrededor? ─ Koga continuó burlandose─ No eres el único que pasa frio, lo hice por que yo quería.

─ Hay una mentira y una verdad. ─ Sesshomaru muy tranquilamente contestó. ─ Algo que sé bien, es que las pieles de los lobos son gruesas y muy cálidas. Están hechas a prueba de heladas, son ideales para soportar los crueles inviernos. Las mismas pieles que portas en este momento.

El otro quedó enmudecido. No sólo por ser descubierto, si no, también estaba sorprendido por la certeza en aquella afirmación. Sabía mucho sobre ellos. ¿Qué tanto interés tenía? ¿Qué tanto podría saber sobre su especie?

Latido tras latido.

Koga no encontró forma de calmar a su inquieto corazón. Más cuando no tiene nada con que rebatir y no quedar expuesto. Más cuando este maldito sonrió. Y ni siquiera está burlándose aunque pareciese. Su sonrisa, es tan cálida como el fuego.

No hay mucho que decir, en realidad. Ojos azules encontrándose con los ojos dorados. Se derriten al calor. 

Se derriten por la cercanía. La tensión. Tensión. Oh como desean romper esa barrera que los separa.

...

─ Los hombres lobo son demasiado fieles, para su propio bien. Salvo algún asqueroso cobarde como excepción, la mayoría sigue al ras su instinto primitivo, el de cuidar y proteger a la manada. O a quienes considere parte de su manada. Las señales son claras, puedes confiar en ellos.
...

A Koga le hubiera gustado que Sesshomaru lo eligiera para acurrucarse y descansar esa noche, en vez de preferir el duro tronco de árbol. Está seguro que Sesshomaru hubiera tenido un mejor descanso en la calidez y la suavidad de sus pieles.

Es demasiado orgulloso como para sugerir una cosa así en voz alta. O intentar acercarlo y con ello arriesgarse a despertarlo. ¡Quedaría expuesto!

Solo puede conformarse con verlo, en silencio, admirarlo aunque no admitirse que eso hacía. ¿Por qué era tan diferente? Tratando de averiguarlo por sí mismo. Después de todo, Koga se encargaría de velar y no dormir por él. Una tarea nada difícil, es como si naturalmente estuviera hecho para ser un vigía nocturno.

Nunca había visto ese tipo de labios en otros machos. Ni Inuyasha, ni ninguno de sus jóvenes amigos tenía labios tan carnosos. Todos los labios finos y resecos por la agresividad masculina, ni naturalmente, nadie los tenía como Sesshomaru.

¿Realmente era un fenómeno natural?  Koga apostaba más a que de tratase de un tratamiento diario, como la obsesión de las hembras por el maquillaje. Por qué de otra forma, no existe explicación racional.

¿Cómo...?

¿Cómo se sentirían al tacto?

Oh, el joven de los ojos azules había descubierto una nueva curiosidad. Una nueva necesidad, responder a su intrépida pregunta.

Acercándose sigilosamente, calculando cada paso para no hacer ningún ruido. Cada tanto, observando a su alrededor. Asegurándose que ninguna alteración arruinara su meta. Tanteando el terreno, Sesshomaru no parecía inmutarse, de hecho, su respiración era la señal en verde de que seguía en la profundidad del sueño.

De nuevo observó a su alrededor, nada que lo molestase. Suavemente volcó su atención en la belleza durmiente.

Es lo mas suave que ha tocado en su vida.

Y apenas fue un roce fugaz con sus dedos. Temiendo despertarlo. No ocurrió. Si tal vez no ejerciera más presión, podría tocarlos otra vez.

Es como tocar la cabeza de un Tigre.
Con el temor de perder la vida por el atrevimiento, como al mismo tiempo, la majestuosidad de haberlo logrado. De haberlo hecho.

Con esos mismos dedos, acarició sus propios labios. Con tal de sentir esa calidez en sí mismo. La esencia ajena impregnada. Oh, es un elixir mágico. Prohibido.

Tendría que abortar la misión y retroceder, reflexionar sobre sus actos, sus decisiones, sus acciones. Pero, no quiere. No se arrepiente.

¿Y si?

Oh vamos, era la oportunidad. El preciso momento. ¿Y si no lo hiciera? ¿Cuando podría? ¿Y si moría sin volver a estar tan cerca de él?

Estaba volviéndose loco.

De nuevo, como si no fuera un predador si no la presa, tanteó su alrededor, asegurándose de que no hubiera peligro en su entorno. Cuando se sintió seguro, tomó su confianza para arrimarse, cada centímetro más cerca de Sesshomaru.

Necesita saberlo. Necesita probar esos labios por si mismo. Aunque fuese una sola vez.

Y ponerle fin al misterio. Descubrir al fin el sabor. ¿Dulce o agrio? ¿Qué se encontraría? ¿Podría saber que es lo que en realidad siente por él?

Tan cerca.
Muy cerca.
Demasiado.

Koga se detuvo de golpe. Retrocedió lo suficientemente como para prestar atención a lo que detectaba su olfato y audición. Como si de repente y de la nada, el peligro se aproximara hacia ellos.

Koga gruñó por la molestia como también por instinto y alerta.
Eran demasiados y se sentían amenazantes. Su piel se erizó, como un gato alerta.

Lo más racional era tragarse su orgullo y escapar. Era la mejor opción para salir ilesos.

Sesshomaru despertó no mucho después, sabía que algo no andaba bien.

O más bien, podría ser su oportunidad de demostrarse, en especial con Sesshomaru de testigo en primera fila, como el hombre lobo más poderoso de todos.

Darling, it is no joke, this is lycanthropy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora