Hojaldra

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El sonido de ambulancias se escuchaba por toda la ciudad, resonando y haciendo eco en la cabeza del omega. Escuchaba voces a lo lejos, pero no podía abrir sus ojos. Sentía mucho dolor, estaba asustado, pero no sentía nada más que preocupación. 

Spreen iba llegando a la universidad cuando sintió su teléfono vibrar, atendió la llamada por si acaso, pensando en el bienestar de Quackity.

Al ser notificado del accidente, dejó todo a sus amigos y se fue corriendo al hospital, no podía esperar un taxi, se sentía desesperado. 

No sabe en qué momento comenzó a llorar, sólo sabe que al llegar al hospital, sus lágrimas afligía a todo el mundo.

—. Su pareja se encuentra en urgencias, tendrán que sacarle al bebé de manera prematura, así que por favor, firme estos papeles para otorgarnos el permiso - informa una doctora, enseñándole unos papeles.

Los tomó rápido, comenzando a firmar de manera ansiosa y entregándole de vuelta las hojas.

Antes de que la doctora se fuera, la sostuvo del brazo, deteniéndola.

—. Por favor, sálvelo a él - ruega, con su voz quebrada y en tono triste.

La doctora le sonrió, tratando de darle consuelo con eso.

—. Haremos lo que esté en nuestras manos - responde, yéndose de ahí.

Hora tras hora, los minutos eran tortuosos y no tenía noticias de él, por lo que decidió cerrar sus ojos. Haciéndolos puños, como si eso curará su sentir.

No podía evitar lagrimear, y de repente, no pudo evitar entrar en llanto.

No le importaba que la gente que pasara lo juzgara por ser un alfa dominante que lloraba, nadie entendería lo que Quackity significaba para él.

No podía evitarlo, le dolía. 

Todos los momentos felices que planeó, de repente se sentían lejanos y vacíos.

Su corazón era una banda acompasada con su respiración, lloraba a mares mientras se ahogaba con su saliva. 

Lloró tanto que ni siquiera pudo seguir haciéndolo más.

Tras cinco horas en urgencias, la doctora salió a darle la noticia, parándose frente a él.

—. ¿Cómo está? Dígame que está bien, por favor - pide, afligido. 

La doctora suspiró pesado, negando con la cabeza.

—. Era un parto complicado, y su sistema comenzó a atacarse a sí mismo - responde, dándole la noticia —. Lo lamentamos, pero sólo pudimos salvar a la bebé con una salud estable. 

Spreen cayó en la silla de espera, en shock.

—. Puede pasar a verla en la UCIN en unos momentos, sólo necesitaremos sus apellidos en registro - le informó —. Lo sentimos.

¿Lo sienten? ¿Realmente lo sienten? No pueden sentirlo, no pueden sentir su dolor, y no era su culpa.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse de nuevo.

Se había ido, la persona que amaba se había ido.

—. Maldita sea, ¿por qué? - se quejó, llorando y sosteniendo su cabello con fuerza, sintiéndose ahogado en su tristeza —. ¡¿Por qué?! ¡Dios! ¡¿Por qué a él y no a mí?!

Sentía impotencia, desesperación. No quería esa realidad, no quería, no podía aceptar que no lo volvería a ver. No podía aceptar su existencia en un mundo donde ya no estuviera él. 

Chocolate y Fresas - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora