El apartamento de Naím, era mucho más cómodo que estar afuera congelándonos las entrañas. Además, el olor a chocolate caliente me daba cierta tranquilidad, y el saber que era él quien estaba en la cocina preparándolo, me daba tiempo de prepararme emocionalmente para la continuación de nuestra conversación.
Sin embargo, cuando volvió con las dos tazas en su mano y colocó una delante de mí, mi cuerpo comenzó a temblar de los nervios. Por supuesto que ni siquiera quise probar de la taza por miedo a quemarme con el líquido.
—Mor, no tenés que hablar ahora si no te sientes lista —comentó al ver el temblor de mis manos.
—No, ya no quiero esperar más, ahora es cuando... —suspiré—. Solo..., déjame prepararme. —Comencé a rebuscar en mi bolso el inhalador, por si acaso lo llegaba a necesitar. Se lo mostré a Naím y lo coloqué a un lado de la taza.
Con el ceño fruncido, Naím dirigió su mirada hacia el inhalador y enseguida me vio a los ojos. Lo vi sonreír, al mismo tiempo que depositaba su taza sobre la mesa que nos dividía a ambos. Se levantó del sofá y terminó por sentarse justo a mi lado. Eso me puso aún más nerviosa.
—Mamacita, ¿qué haces? Conmigo no tenés que prevenirte con esa vaina. Solo soy yo. No importa lo que haya pasado o lo que pasará después de esto. Voy a escucharte, no a juzgarte —me sonrió—. Te enamoraste del man, ¿cierto?
Sí.
Su manera de preguntar, era tan pacífica, que me dio la confianza de responder con honestidad.
—No. —Lamí mis labios—. Pero sé que, si me hubiese quedado con él, sí me habría enamorado.
—Ya. —Suspiró—. Mor, ¿qué te hace pensar que el haberte quedado con él, podría hacer que te enamoraras y, sin embargo, estando a mi lado no?
Joder. No esperaba esa pregunta. De hecho, no esperaba nada de esa conversación, porque ni siquiera lo pensé al soltarle esa confesión. Así era yo; impulsiva.
—Vale —fue mi turno de suspirar—. No sé qué es lo que me vaya a salir a continuación, no sé si esto va a doler o no, pero tengo que liberarlo. No quiero pensar mucho en las palabras, solo quiero decirlas a como para mí, es mejor. Sin anestesia.
Sin lubricante...
—Hágale, pues.
Asentí.
—No voy a compararte con él, ni a intentar balancear lo que soy con él o lo que soy contigo. Pero sí quiero que lo entiendas.
Naím asintió, totalmente decidido a escuchar lo que fuese a decirle. Yo no estaba nada preparada, pero en ese momento comprendí que a veces no se necesita estarlo para poder decir lo que sientes.
—Yo iba a casarme con él. Y antes de que me preguntes cómo sería eso posible si se suponía que ya lo estaba, debo aclararte que Marwan nació en un mundo distinto al nuestro. El suyo es sumamente peligroso e ilegal, pero contiene su propio gobierno. Es difícil de explicar esto y no quiero profundizar en ese tema, pero yo iba a casarme con él ante su ley. No estaba enamorada, pero sí le estaba muy agradecida. Y sé que está mal querer formar una vida con alguien solo por agradecimiento, pero yo estaba segura de que lo llegaría a amar. Mírame, Naím.
—Eso hago...
Sonreí.
—Estoy aquí por él. Soy esto por él. Y no me quito méritos, porque estoy consciente de que fui yo la que sufrió y le echó ganas a la vida, pero sin su ayuda no lo habría conseguido tan fácil. Me cuidó, llevó a un psicólogo exclusivamente para mí, hizo que crearan los mejores medicamentos para que mi recuperación fuera más rápida, me creó actividades, me desintoxicó... y le dio polvo mágico a mis alas, ¿sabes? Y es irónico que él me llamara pequeña, cuando en realidad, me hacía sentir gigante.
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Indeleble © [II]
AléatoireJul logró superar su trastorno, aprendiendo a reconocer sus propias emociones y las de los demás. Inició una nueva vida lejos de todo lo que en un día le causó tanto tormento. Pero, ¿qué sucede cuando ese pasado que creía haber sepultado decide resu...