Spin-off de la Saga: Código Genético.
El relato se encuentra después de Código Genético: La Rebelión y Código Genético: La Invasión.
Vemna, ha luchado incansablemente contra FACTORY, una despiadada empresa de biotecnología que ha causado estragos e...
"En el enigma de las conspiraciones, entre el tejido de tantas hipótesis entrelazadas, se oculta la posibilidad de que una verdad genuina y reveladora pueda yacer, esperando ser desentrañada por aquellos dispuestos a buscar más allá de las sombras."
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Capítulo 5
Poike era a una de las tres principales áreas volcánicas de Rapa Nui. Era un volcán extinto que formaba una de las tres penínsulas de la isla y era una de las zonas más remotas y menos visitadas por los turistas. Se podían encontrar petroglifos y otros restos antiguos de la cultura Rapa Nui. Además, ofrecía hermosas vistas panorámicas de la isla y del Océano Pacífico.
Este paraje era diferente a cualquier otro en la isla en ese momento, era un ecosistema singular que asombraba a todo aquel que se aventuraba a explorarlo. Allí, la tierra se hallaba cubierta de innumerables orugas, hambrientas consumidoras de la tierra misma, mientras el aire danzaba con la presencia de mariposas negras, depredadoras de plantas, insectos y hongos. Y en medio de este escenario, se erigía una construcción mediana, tallada a partir de rocas volcánicas.
Era una majestuosa colmena, única y misteriosa. Un domo imponente, tallado en piedra volcánica, y se erguía como un refugio escabroso para una comunidad extraordinaria de orugas y mariposas. Su presencia, enigmática y siniestra, emitía una cautivadora aura de misterio y oscuridad. Estaba cubierto por musgo y líquenes, que se mezclaba armoniosamente con el entorno volcánico. Sus formas sinuosas y retorcidas recordaban a la naturaleza salvaje de la isla de Pascua, como si las mismas fuerzas telúricas hubiesen esculpido esta colmena de aspecto ancestral.
En el interior de esta extraña edificación, la oscuridad reinaba, pero no era una oscuridad total. El resplandor tenue del sol, se filtraba a través de pequeñas grietas en la roca, proyectando sombras danzantes que dotaban al lugar de un encanto inquietante. Las orugas, de todos los tamaños y colores, se desplazaban ágilmente entre las rocas, creando una coreografía cautivadora y serpenteante. Sus cuerpos ondulantes brillaban con tonos brillantes y oscuros, algunos de ellos con un negro profundo que parecía absorber la luz misma. Era como si fueran criaturas salidas de un cuento oscuro, una amalgama de belleza y misterio.
