Campamento Sioux

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(Minnesota, Estados Unidos)


Era el primer año en que los scouts habían eliminado la palabra boy de su nombre para sonar más inclusivos; la tradición de más de 100 años dictaminaba que solo se podían aceptar niños y adolescentes varones en sus filas, sin embargo, en estos nuevos tiempos los liberales exigían igualdad en todos los ámbitos, así que primero se comenzó por aceptar a miembros abiertamente gay, posteriormente fueron transexuales y finalmente mujeres. Muchas personas aplaudieron tal decisión mientras que varios padres de familia se mostraron molestos e inclusive escépticos ante tal decisión.

Como era costumbre, durante el verano los Scouts organizaron una expedición a alguna reserva natural y durante una semana los jóvenes se desconectaban del mundo exterior para poner en práctica sus habilidades de supervivencia. Con el fin de informar a los padres se había organizado una junta en la cual se explicaría la forma en que se trabajaría esta vez debido a que el grupo ahora era mixto.

—¿Cómo pretenden cuidar a un grupo de adolescentes hormonales en medio de un bosque? —mencionó un padre de familia —. Y no me refiero a los peligros del mismo bosque, me refiero a que tarde o temprano terminarán acostándose entre ellos en medio de la oscuridad de la noche.

Muchos padres compartían ese pensamientos y sin importar lo que los jefes dijeran nada podía convencerlos de que sus hijos serían vigilados en todo momento.

—Ahora me aseguraré de poner un paquete de condones en cada expedición que hagan —gritó una madre en tono burlón.

—Yo creo que si hubieran educado bien a sus hijos no estarían tan preocupados en este momento —sentenció otra de las madres.

Aquel último comentario causó un gran alboroto que ni los jefes pudieron apaciguar, tuvieron que pasar varios minutos para que éstos pudieran tener el control de nuevo. Al final, varios padres prefirieron no mandar a sus hijos o hijas al campamento.

Se podría decir que la temporada para acampar en Minnesota era relativamente corta debido al largo invierno, el grupo de scouts encontró un buen lugar para acampar a orillas del río y mientras unos se dedicaban a acomodar las tiendas de campaña otros fueron en búsqueda de madera para encender la fogata. Una de las nuevas reglas decretaba que las chicas debían estar juntas para todo y si las actividades requerían que chicos y chicas se mezclaran siempre debían estar vigilados por uno de los jefes, sin embargo, esas medidas eran sumamente superficiales y tontas pues los adolescentes, y más los hormonales, se las ingeniaban para verse a escondidas.

Era ya el tercer día de campamento y Scott traía cargando un montón de madera vieja que usaría para la fogata de esa noche, sigilosamente se había acercado a Jessica.

—He marcado el lugar con una cruz, debes caminar unos 20 minutos hacia el este —le susurró el chico a Jessica mientras le giñaba un ojo.

—Nos vemos ahí a las 11 —contestó la chica sonriente.

Hasta ese momento el campamento había transcurrido sin ningún tipo de inconveniente, ni siquiera habían pillado a los jóvenes que por las noches salían de sus casas de campaña para encontrarse en el bosque. Cuando faltaban 20 minutos para las 11 de la noche Scott salió con mucho cuidado de su tienda, al salir no notó nada raro en el campamento pues estaba más interesado en encontrarse con su novia en el bosque. El chico llegó unos minutos antes y se dispuso a esperarla, sin embargo, ella nunca apareció. Eran ya las doce de la noche cuando Scott decidió regresar furioso al campamento.

—¡Jodida Jessica, seguramente se arrepintió! —maldijó.

Mientras caminaba de regreso al campamento Scott comenzó a escuchar el crujir de las hojas cuando son aplastadas por las pisadas de una persona, el chico trató de iluminar el lugar de donde provenía el ruido pero no pudo ver nada. Por más que gritaba nadie le contestaba, sin embargo las pisadas sonaban cada vez más cercanas y de pronto escuchó un extraño gruñido.

Las pisadas estaban detrás de él e instintivamente comenzó a correr, cuando se encontró cerca del campamento comenzó a disminuir la velocidad. La luz que emitía la fogata lo hizo sentir seguro, mientras avanzaba hacia su tienda un constante movimiento en la tienda de Jessica llamó su atención. <<¡Maldita puta!>>, pensó, y sin dudarlo dos veces se abalanzó hacia la tienda de campaña, de un tirón abrió el cierre.

—¿Pero qué mier... —la voz se le cortó antes de que pudiera terminar la frase.

La tienda de Jessica tenía un gran hoyo en la parte posterior, de aquel hoyo solo se podía ver la mitad de lo que parecía ser un hombre y éste, supuesto hombre, había devorado ya la cabeza de Jessica y continuaba arrancándole a tiras la piel para llevarsela a su ensangrentada boca.

La tienda de Jessica tenía un gran hoyo en la parte posterior, de aquel hoyo solo se podía ver la mitad de lo que parecía ser un hombre y éste, supuesto hombre, había devorado ya la cabeza de Jessica y continuaba arrancándole a tiras la piel para ...

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Historias Z: Cuentos de una pandemia zombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora