(Dublín, Irlanda)
Durante las vacaciones de verano se habían comenzado a suscitar una serie de protestas en contra de las bases militares estadounidenses, los activistas criticaban la militarización que ejercía Estados Unidos hacia los países en vías de desarrollo. Dublín se convirtió en la sede de la primer Conferencia Internacional en la que exponentes de todo el mundo se habían reunido. Inclusive los ambientalistas tuvieron un panel completo para explicar el impacto ambiental que tienen tanto las bases militares como las prácticas militares.
Aunque Irlanda se había declarado neutral al no ser miembro de la OTAN, la verdad es que a sus autoridades les importaba mantener una relación estable con Estados Unidos por lo que habían mandado agentes encubierto para que dieran seguimiento a los paneles. Si las autoridades tenían conocimiento de lo que decían los activistas podrían idear algo para desestimarlos en los medios.
El teniente Lorcan había sido elegido meses atrás no solo para infiltrarse a la Conferencia sino también para que siguiera activamente a los líderes y reportará cada uno de sus movimientos durante las protestas. Aquella misión le había costado su vida familiar, pues pasaba muy poco tiempo en casa con su esposa e hijas.
—¿Pa' puedes recogerme de la casa de Orla este viernes en la noche? —preguntó Clare, la hija adolescente del teniente Lorcan.
—¿Se trata de una fiesta? —preguntó su padre.
—Sí.
—Entonces no —contestó sin verla mientras le guiñaba el ojo a su hija menor.
—¡Mamá! —gritó Clare enojada mientras refunfuñaba.
—Si tu papá no puede recogerte entonces no irás, yo tampoco puede ir por ti porque tengo guardia en el hospital —contestó su madre mientras acomodaba un gran refractario que contenía la cena.
—Si te quedas a cuidar a tu hermana te podemos pagar a ti lo que le pagamos a la niñera —contestó su padre.
Pero Clare solo lanzó un gruñido al aire para expresar su enojo y se puso los audífonos para ignorar a su familia durante la cena.
El viernes el teniente Lorcan no llegó a dormir a su casa y su esposa se quedó de guardia en el Hospital. Claire se encargó de Erin, su hermana, y cuando ésta se durmió la adolescente salió hacia la fiesta de su amiga Orla. Para la mañana del sábado Erin despertó y al no ver a nadie se dispuso a prepararse su propio desayuno. No era difícil para una niña de 7 años prepararse un tazón de cereales con leche, además, eso calmaba su hambre. Erin pasó la mañana viendo caricaturas en la televisión, sin embargo, nunca puso atención a los cortes comerciales en los que aparecían breves reportajes que informaban la situación de las protestas y de los supuestos miembros radicales que estaban atacando violentamente tanto a los asistentes a la marcha como a las autoridades.
Nadie sabe a ciencia cierta qué era lo que pretendían estas personas, pues su forma de actuar era poco ortodoxa. No atacaban con armas, atacaban con sus manos y muchos de ellos mordían a las personas que se les acercaban. Tampoco pronunciaban palabra alguna, solo se dedicaban a lanzar gruñidos. El teniente Lorcan pudo ver a uno de ellos desde su posición y con mera observación pudo entender que no se trataba de un radical, tampoco era una distracción del gobierno para apaciguar las protestas. Aquello era algo más. Mientras se acercaba para observar mejor lo que hacían aquellos "radicales" de la nada uno de ellos tacleo a la mujer que se encontraba detrás de él. La mujer cayó de espaldas y comenzó a gritar asustada antes de que el teniente Lorcan pudiera reaccionar pudo ver como "el radical" comenzaba a morder a la mujer, desgarrando su piel y músculos para arrancar pedazos de carne y poder comerlos como si fuera un animal hambriento.
Ni los gritos de terror ni los golpes que le daban a aquel hombre parecía inmutarlo, ni siquiera notó cuando la policía comenzó a dispararle balas de goma. Para el teniente Lorcan aquel sujeto se comportaba como un perro infectado de rabia. La situación parecía estarse saliendo de control por lo que cuando llegaron los militares como refuerzo se le indicó al teniente Lorcan que regresara a su casa hasta nuevo aviso.
Clare no había salido de su habitación aún y Erin seguía viendo la televisión desde la sala de estar, de repente, comenzó a escuchar fuertes golpes desde la habitación de su hermana mayor. Al principio no les prestó mucha atención pero eran tan fuertes y constantes que despertaron su curiosidad. Erin tocó suavemente la puerta de su hermana pero no obtuvo respuesta, los golpes seguían escuchándose y cuando la puerta se abrió la pequeña niña vio una escalofriante escena. A través de la ventana cerrada de su hermana se podía ver una ardilla acicalándose, Clare intentaba agarrarla pero el vidrio se lo impedía produciendo aquellos fuertes ruidos.
—¿Clare? —preguntó asustada Erin.
Pero no obtuvo respuesta. La adolescente tenía los ojos completamente abiertos y sangraba por la boca y nariz. Clare volteó lentamente hacia su hermana, comenzó a gruñir y se abalanzó hacia ella.
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Historias Z: Cuentos de una pandemia zombie
TerrorSilenciosamente un nuevo virus aparece en el mundo, es así como los protagonistas de cada relato de horror se enfrentan ante la inminente aparición de una pandemia zombie. ¿Qué harías tú en su lugar?, ¿sabrías identificar una amenaza zombie a difere...