Tres verdades, tres mentiras

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Hay tres verdades en el mundo de He Xuan:

La primera es que Shi Qingxuan es la criatura más hermosa con la que ha tenido el placer de coincidir. Tiene los ojos grandes y claros, la piel tersa, hoyuelos en la sonrisa, manos delicadas y dedos gentiles entre los que suele sostener un abanico.

La segunda es que pasó cinco años convicto de un delito que no cometió. Su familia cayó en desgracia; sus padres, abrumados por la vergüenza y el dolor, lo declararon huérfano en vida y así se terminó la buena estrella bajo la que había nacido. Las drogas plantadas y la acusación de homicidio involuntario que Shi Wudu esgrimió en su contra construyeron la mentira ante la cual He Xuan cayó de rodillas, sin posibilidad de redención.

La tercera es que escapó de la cárcel.

Todo lo demás es una mentira.

—¡Ming-xiong! ¡Ming-xiong!

Ah, Shi Qingxuan, qué será de ti.

***

Ming Yi es muchas cosas. Hijo de una familia de clase media, trabajador, honrado con sus padres y con sus ancestros. Es callado y tímido: prefiere evitar las fiestas y los compromisos sociales. Lleva el cabello largo hasta los hombros —usualmente recogido con una coleta detrás de la cabeza, pero con un fleco rebelde que le cae en el lateral de la cara— porque Shi Qingxuan le sugirió que se lo dejara crecer. Es sobrio al vestir —tiene un guardarropa lleno de trajes y camisas negros y un cajón lleno de corbatas del mismo tono— y parco al hablar. También por supuesto, ante los ojos del mundo, es el mejor amigo de Shi Qingxuan.

«Te llamaré Ming-xiong, como si fueras mi hermano marcial», declaró Shi Qingxuan al conocerlo. «En otra vida, hubiésemos sido hermanos jurados».

Siempre tan teatral, tan fascinante.

He Xuan asiente. Ming-xiong será.

La farsa siempre por delante de la verdad.

***

Shi Qingxuan nació bajo cielos claros y pocas nubes. Hijo menor de una pareja acomodada, bajo la sombra de un hermano mayor sobre quien se colocaron todas las expectativas de una familia destinada a la grandeza. Durante los primeros dieciocho años de su vida, no ocurrió gran cosa.

Entonces, falló una respuesta en el examen de admisión a la universidad más prestigiosa del país y tuvo que ver su nombre en lista de espera de la carrera con la que había soñado. No lloró en decepción: tan sólo escondió su tristeza bajo una sonrisa: «me esforzaré más la próxima vez».

Su hermano, Shi Wudu, vio la desgracia que se ocultaba entre la curvatura de su sonrisa y decidió arreglarlo.

He Xuan aun se pregunta cómo consiguió las drogas suficientes para refundirlo en la cárcel por el resto de su vida, cómo fabricó la acusación de homicidio. No recuerda los detalles de la noche que despertó con el cuerpo inmóvil de uno de sus compañeros de clases encima, sin pulso, y la mochila llena de heroína. Pero recuerda el rostro de Shi Wudu acusándolo, asegurándose de que no entrara nunca a la universidad, condenándolo al ostracismo, volviendo su vida un escándalo. «Estudiante con el puntaje más alto en las pruebas de admisión: acusado de tráfico de drogas y homicidio involuntario».

Entonces, cuando el juez dictó la sentencia y la universidad le negó su ingreso, Shi Qingxuan obtuvo su destino.

«Que suerte», musitó Shi Wudu, abrazándolo.

Suerte: palabra con la que definió haber jugado con el destino.

***

Ming Yi recibió su última llamada telefónica a las diez de la mañana de un día lluvioso. Una confirmación de una cita y una hora. «Lo veré allí». Shi Wudu buscaba quien cuidara de su hermano.

Tres verdades, tres mentiras [Shuangxuan / Beefleaf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora