Capítulo 5 - A

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     Aparcamos el auto en el amplio estacionamiento y desabrochamos nuestros cinturones. Apenas me bajo del vehículo, soy recibida por el frío sereno de la noche, originando un leve escalofrío en mi cuerpo. Aún me cuesta un poco caminar con estos tacones tan altos, pero intento que no se note tanto.

     Observo el lugar con detenimiento. Es una mansión muy hermosa, afuera hay un gran jardín con varias fuentes expulsando agua. Elegantes postes con lámparas decorativas alumbran la oscuridad de la noche. El estacionamiento está atiborrado de carros costosos en donde resalta una modesta bicicleta azul (desentonando un poco con los demás elegantes autos).

     Un camino de piedras grises conduce a una enorme puerta blanca bastante elaborada. La casa es color blanco, de tres pisos con un hermoso modelo victoriano, consta de muchas ventanas de vidrio con marcos blanquecinos que actualmente están siendo tapadas por largas cortinas.

     Cuando estamos en la puerta de la mansión, tocamos el timbre, y pocos segundos después, un señor con traje negro (que debe ser el mayordomo), aparece en la puerta pidiéndonos invitación.

     Agrando los ojos al escuchar la palabra "invitación".

     ¿Yo estaría invitada formalmente? Ni siquiera conozco a los cumpleañeros como para que me anexaran a la lista de invitados. ¿Y si no me dejan entrar?

     Max introduce sus manos en uno de los bolsillos internos de su traje y saca una cartita (que supongo es la invitación) y se la entrega al hombre, éste la lee rápidamente y se la devuelve a mi amigo, luego, nos da la bienvenida y nos permite entrar a la mansión.

     —Tómame del brazo. —Indica Max.

     Como él es el que sabe cómo funcionan las cosas aquí, hago lo que sugiere.

     Cuando entramos al sitio, nos recibe un ambiente agradable. Lentamente muevo mi cabeza en redondo y hacia arriba para tener un mejor panorama del lugar. El salón es gigantesco. Múltiples lámparas con cálidas luces se encuentran colocadas en las paredes y otras guindan del techo, una elegante escalera con alfombra roja en medio se distingue a unos metros de donde estoy. También hay mesas repletas de comidas y dulces.

     Vestidos elegantemente, varios músicos están tocando diversas melodías de música clásica.

     Un cúmulo de personas hacen presencia en el sitio, cada una en su mundo, algunos voltean a vernos unos segundos cuando entramos y luego vuelven a lo suyo.

     Nunca había estado en una fiesta así. Me siento fuera de lugar, en cambio Max, parece estar acostumbrado a esto y se la está pasando bastante bien, saludando a un poco de personas antes de presentarme con ellas.

     Las veces que giré hacia la entrada, vi a parejas entrando agarrados del brazo tal como Max me pidió que hiciera con él.

     Entonces sí es normal hacer eso aquí, menos mal le hice caso.

     —Max... ¿cómo me dejaron pasar si se supone que no estaba invitada porque no conozco a los cumpleañeros? Por cierto, ¿dónde están ellos?
     —Le dije al "cumpleañero más sociable" que vendría con mi sexy y misteriosa amiga, él dijo que no había problema en que te trajera, siempre y cuando te presentara con él, así que en la invitación puso mi nombre y el tuyo. —Responde.
     —Y... ¿cómo se llama?

     Ni siquiera me ocupé en saber aquello.

     —Lo sabrás cuando se presenten. —Me deja en suspenso.

     Mientras él va de aquí para allá hablando con la gente, yo lo sigo como pollito a la gallina. Entre tanto, a nosotros se acerca un chico como de nuestra edad, con ropas no muy... elegantes que digamos. Él tiene una sencilla camisa blanca manga larga, y un blue jeans con zapatos negros algo desgastados.

Anni. La Profecía © Tomo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora