Solo me queda el recuerdo

2 3 0
                                    

MARATÓN: 3/3

— Y,¿còmo fue que se conocieron,que se volvieron uno?

No me quejo de que quieran saber sobre mi vida y el amor adolescente que fue Amelia para mi,es solo que recordar todo se siente como la mierda. Yo,ya no puedo con esto,ya no. Es mucho que asimilar y yo,¡Dios! no pensé que el haberme acercado aquel día a esa chica que fumaba en el borde de la acera pudiera traerme estas consecuencias. Sin embargo, no me arrepiento de nada.  El sentimiento era mutuo,algo que no se podía ignorar. Ella era mía, pero no duró mucho en mi poder.

Garraspe en un intento de acallar mis pensamientos y seguir enfocada en relatarles mi historia ,que no se acerca,ni por asomo,a lo muy comunes finales felices.

— Luego de que mamá,saliera de la gasolinera a pasos toscos por la furia en la que que se veía envuelta, me despedí de la Amelia y di por sentado que más nunca la volvería a ver,osea,lo normal,como cuando llega alguien a tu vida por solo unos putos minutos y luego se va sen mirar atrás. Así.

Alarguo la mano y tomo otra cerveza,dando el un largo sorbo para proseguir con mi relato.

—El fin de semana pasó mas rápido que las vacaciones de verano,y con ello un sin fin de tareas escolares se fueron acumulando. Lo normal,diría yo,lo dejo todo para último minuto. El lunes,como ya era costumbre — proseguí, arrastrando la lengua en la vocal de la última palabra —me alistè para irme al Instituto, y bueno,yo tan yo como siempre llegué minutos después de que comenzó la clase de Geográfica y no me dejaron entrar,por lo que me vi obligada a irme directo a las gradas...

[•••]
Luego de la charla de la profesora de Geográfica por haber llegado tarde a su famosa clase y de que la puntualidad debería ser la principal virtud del ser humano,a pasos lentos y constantes tomé rumbo a las gradas.

El lugar no es para nada de lo que sale en las películas,todo lo contrario,el pasto sin podar,evitándole continuar mi camino a los asientos todos viejos y oxidados en los que una gran multitud de estudiantes tiende a sentarse cada que toca un partido. Las porterías sin redes han perdido su habitual color blanco por uno mas gastado y podrido.

El lugar da asco de por si solo. Gracias a Dios, el arquitecto encargado del mantenimiento de la cancha no está para ver lo que han convertido su preciado trabajo de años.

— Esto es un chiquero. — suspiré, segundos después de haber llegado a los últimos asientos, con una falta de aire inmensa y con el vómito listo para salirme a chorros por la nariz.

— Ni que lo digas.

Inevitablemente pegué un briquito en el puesto. Mi cara volteó por si sola a la derecha, mis ojos estrellándose con unos color negros como la mismísima noche. Yo la conozco.¿Cuàl era su nombre? ¿Amanda? ¿Aleida?

«Amelia»— mentalizó mi subconsciente.

— Si,esa soy yo. — respondiò con una hermosa y blanquesina so risa, lo que me hizo saber que no solo pensé en su nombre sino que lo dije en alta voz —Tienes muy buena memoria,¿Tengo razón o me equivoco, Paula?

La sangre me corrió con mas fuerza por todo mi cuerpo,mi corazón aleteó como si hubiese corrido los cien metros planos,y los latidos de mi cabeza ,por algún motivio se profundizaron.

«¿Por qué mierda mi nombre suena tan bien en su boca?»

— Lo mismo me pregunto yo cuando dices el mío.— su voz se volvió a escuchar,sacandome de mi trance.

¡Maldita sea! Otra vez lo he echo,lo dije en voz alta. Tengo que ser más cuidadosa. Cerebro de mierda.

—¿Eh?

EL CLUB DE ZAPATOS CARMELITASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora