Capitulo 3

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Los meses pasaron, Morrigan y Bifrons aprendían rápido, su ambición por ganarle al otro los mantenía motivados. Pero aún con todo ese entrenamiento, Morrigan no dejaba de lado los momentos para escribirle a Stolas, sus cartas entre ellos se volvieron muy preciadas y las guardaba con tanto cuidado, cada una de esas cartas eran su pequeño tesoro. Lydia recibía las cartas para dárselas a su princesa, ver la felicidad de a quien servía le era suficiente para hacer algo tan riesgoso. Sin embargo, no pasaría mucho para que el suceso de las cartas saliera a la luz; Naberia al estar un día en la habitación de su hija, vio accidentalmente una carta que no estaba bien escondida y confrontó a su hija, quien a pesar de prometer no volver a escribir ni una carta más, era inevitable no leer aquellas palabras e historias de vida que Stolas se tomaba el tiempo de escribir.

Los meses se volvieron años y estos pasaron por los dos jóvenes nobles. Morrigan creció y se volvió más hermosa, sus 14 primaveras habían tocado su ser y 18 habían visto crecer a Bifrons. Ambos perfeccionaron sus habilidades y destrezas llevando con ellos la competencia en sus mentes. Naberia hizo de Morrigan una jovencita de buenos modales y aprendizaje rápido; su amor por los libros la ayudó en su conocimiento externo, incluso fue lo que la hizo descubrir su amor por la poesía, la belleza de Morrigan estaba en capullo a punto de surgir, no tardaría mucho para que más de uno preguntase por ella. Por otra parte, Bifrons no había cambiado mucho, seguía siendo algo rebelde sin embargo, tenía más en claro las responsabilidades de un noble y la madurez que debía mostrar al menos en el exterior de su hogar, algo de la esencia de Malphas quedó en el cómo un joven relajado pero serio discretamente.

Naberia y Malphas comenzaban a debatir toda enseñanza que entraría en la prueba final de sus hijos por la apuesta, mientras estos seguían buscando relucir sus aprendizajes.

-Esta apuesta los ha mantenido algo ocupados, Malphas, debo admitir que ayudó mucho -Naberia tomó su taza de té.

-De vez en cuando, si tengo buenas ideas, querida -Malphas se sintió orgulloso por el cumplido de su esposa.

-Aunque, aún hay un problema pendiente que resolver con Morrigan -Interrumpió Naberia.

-Si te refieres a sus cartas, no es nada de importancia, es solo un medio de comunicación. Además, no se han visto en un tiempo, desde el cumpleaños 18 de Bifrons -Respondió Malphas.

-Y eso solo logro que se intensificara su "amistad''.

Bifrons visitó a su hermana quien se encontraba en la biblioteca leyendo poesías y marcando las que le gustaban, estaba encantada con tanto arte literario, hasta que su hermano interrumpió sus pensamientos.

-Hola, Rina ¿otra vez sumergida en los libros? ¿No te aburren? -El joven se acercó y se sentó cerca de ella.

-Las palabras se sienten más que lo que uno puede ver, Bif -Morrigan sostuvo el libro -Es algo mágico cuando una cosa tan simple como la escritura te hace sentir un mar de emociones.

- Prefiero el arte y la pintura ¿Ese el libro que Stolas te dio en mi cumpleaños? -Señalo Bifrons -Es a mí a quien debía obsequiarle algo, yo era el festejado.

-Si, me gustó mucho, tiene tanta variedad de poemas, es hermoso -Morrigan acariciaba la tapa del libro con delicadeza - ¿No deberías de estar en tus estudios?

-Me tomé un descanso, tengo hambre. Ven, acompáñame a la cocina -Bifrons tomó de la mano a su hermana.

Al llegar, se pudo percibir el delicioso aroma que emanaba el pan de miel y caramelo, al parecer los sirvientes habían horneado hace poco. Bifrons tomó uno y lo partió para dárselo a su hermana, también sacó una botella de jugo del refrigerador junto a 2 vasos para servirlo.

La damisela GoetiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora