Capitulo 5

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La tensión en el dormitorio de la princesa se volvía cada vez más asfixiante. Nabería quería que Morrigan desistiera, sin embargo, su hija heredo su carácter firme y no daría paso atrás a pesar de lo que le había comentado de su mejor amigo.

-Eso es mentira, ya no sabes que inventar, mamá. -Morrigan le arrebató la tiara de las manos.

-La mentira no es mi método para arreglar los problemas y lo sabes, hija, te enfrento cara a cara como lo quisiste hacer en principio.

-Stolas no se casará sin amor, ambos queremos un amor como el de nuestros libros.

-Stolas es un príncipe, su unión matrimonial involucra alianzas políticas, medidas precautorias futuras, hay otros intereses, no es como en tus libros, haré que cambien las categorías de la biblioteca.

-No lo pueden obligar a casarse, no pueden -Refutó Morrigan.

-Claro que se puede, para sobrevivir. Romper sueños e ilusiones no es algo difícil de hacer, espero entiendas eso pronto.

-No voy a terminar como una mujer amargada que engendro hijos para quedar bien con el resto. Espero que eso te quede claro, ¡PRIMERO MUERTA ANTES DE SER COMO TÚ! -Exclamó la princesa, harta por toda aquella situación.

Naberia en un aura oscura levantó su mano a punto de abofetearla por su comportamiento rebelde, cerro su mano y se recompuso en un gran inhalo. Luego de unos segundos de calma, Naberia decidió dejar a su hija en aquella habitación no sin antes advertirle, que no deje mal a la familia esa noche.

Un gran eco de las puertas cerrándose resonó y Morrigan volvió a respirar. El pecho le palpitaba fuerte, era la primera vez que veía a su madre tan enojada y fuera de sí, era como ver al mismo lucifer enojado, y mientras temblaba intentaba colocarse la tiara. Lydia quien estuvo fuera de la vista de Naberia se acercó para consolarla.

-Vi la muerte, Lydia -Empalideció Morrigan.

-Creo...que si debió bajar la cabeza esta vez, mi lady.

A pesar de su incesante temblar, la princesa se recompuso y se dispuso a salir de la habitación para dirigirse a la fiesta. Lydia aún podía ver como el momento con la señora Naberia tenía con escalofríos a su lady.

En aquel salón, la presencia de la joven había sido anunciada. Descendió lentamente de la escalera para llegar a la multitud a la par que se escuchaba un mar de aplausos por parte de los invitados. Morrigan comenzó a buscar a Stolas entre toda esa gente, procuraba ser sumamente discreta, sin embargo, su búsqueda se vio interrumpida por un apuesto caballero llegando cerca de su presencia.

- ¡Que lucifer maldiga esta velada!

El atractivo del hombre era muy notorio, alto, de hombros anchos, alas impresionantes y porte galante, su voz era suave pero muy varonil, era alguien muy diferente a todas las personas que la princesa había conocido. Era la primera vez que lo veía, sintiendo curiosidad, decidió acercarse.

-Perdone mi imprudencia al acercarme tanto, princesa -Dio una reverencia frente a ella.

-Para nada -Devolvió la reverencia -Agradezco sus palabras.

A lo lejos, Morrigan vio como una figura familiar se acercaba, lo reconoció al instante. Debía controlar su emoción frente a quien estaba conociendo, su interés por aquel desconocido no se desvanecía pero tampoco quería perder la oportunidad de convivir con Stolas y acercarse más a él.

-Me disculpará, debo mostrar mi agradecimiento hacia los invitados.

-Por supuesto, princesa, la velada nos reunirá de nuevo -Se dieron una mirada fija que duro algunos segundos hasta que comenzó a alejarse.

La damisela GoetiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora