La tensión en el dormitorio de la princesa se volvía cada vez más asfixiante. Nabería quería que Morrigan desistiera, sin embargo, su hija heredo su carácter firme y no daría paso atrás a pesar de lo que le había comentado de su mejor amigo.
-Eso es mentira, ya no sabes que inventar, mamá. -Morrigan le arrebató la tiara de las manos.
-La mentira no es mi método para arreglar los problemas y lo sabes, hija, te enfrento cara a cara como lo quisiste hacer en principio.
-Stolas no se casará sin amor, ambos queremos un amor como el de nuestros libros.
-Stolas es un príncipe, su unión matrimonial involucra alianzas políticas, medidas precautorias futuras, hay otros intereses, no es como en tus libros, haré que cambien las categorías de la biblioteca.
-No lo pueden obligar a casarse, no pueden -Refutó Morrigan.
-Claro que se puede, para sobrevivir. Romper sueños e ilusiones no es algo difícil de hacer, espero entiendas eso pronto.
-No voy a terminar como una mujer amargada que engendro hijos para quedar bien con el resto. Espero que eso te quede claro, ¡PRIMERO MUERTA ANTES DE SER COMO TÚ! -Exclamó la princesa, harta por toda aquella situación.
Naberia en un aura oscura levantó su mano a punto de abofetearla por su comportamiento rebelde, cerro su mano y se recompuso en un gran inhalo. Luego de unos segundos de calma, Naberia decidió dejar a su hija en aquella habitación no sin antes advertirle, que no deje mal a la familia esa noche.
Un gran eco de las puertas cerrándose resonó y Morrigan volvió a respirar. El pecho le palpitaba fuerte, era la primera vez que veía a su madre tan enojada y fuera de sí, era como ver al mismo lucifer enojado, y mientras temblaba intentaba colocarse la tiara. Lydia quien estuvo fuera de la vista de Naberia se acercó para consolarla.
-Vi la muerte, Lydia -Empalideció Morrigan.
-Creo...que si debió bajar la cabeza esta vez, mi lady.
A pesar de su incesante temblar, la princesa se recompuso y se dispuso a salir de la habitación para dirigirse a la fiesta. Lydia aún podía ver como el momento con la señora Naberia tenía con escalofríos a su lady.
En aquel salón, la presencia de la joven había sido anunciada. Descendió lentamente de la escalera para llegar a la multitud a la par que se escuchaba un mar de aplausos por parte de los invitados. Morrigan comenzó a buscar a Stolas entre toda esa gente, procuraba ser sumamente discreta, sin embargo, su búsqueda se vio interrumpida por un apuesto caballero llegando cerca de su presencia.
- ¡Que lucifer maldiga esta velada!
El atractivo del hombre era muy notorio, alto, de hombros anchos, alas impresionantes y porte galante, su voz era suave pero muy varonil, era alguien muy diferente a todas las personas que la princesa había conocido. Era la primera vez que lo veía, sintiendo curiosidad, decidió acercarse.
-Perdone mi imprudencia al acercarme tanto, princesa -Dio una reverencia frente a ella.
-Para nada -Devolvió la reverencia -Agradezco sus palabras.
A lo lejos, Morrigan vio como una figura familiar se acercaba, lo reconoció al instante. Debía controlar su emoción frente a quien estaba conociendo, su interés por aquel desconocido no se desvanecía pero tampoco quería perder la oportunidad de convivir con Stolas y acercarse más a él.
-Me disculpará, debo mostrar mi agradecimiento hacia los invitados.
-Por supuesto, princesa, la velada nos reunirá de nuevo -Se dieron una mirada fija que duro algunos segundos hasta que comenzó a alejarse.
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La damisela Goetia
أدب الهواة"La vida de una princesa no es un cuento de hadas"... Morrigan Ars Goetia,prima lejana de Stolas, tenía eso muy claro desde el día en que le dijeron que su amor nunca sería correspondido.