9. No regresaré con ustedes.

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Era la mañana siguiente, la mañana antes de darles la bienvenida a todos los Narnianos y Telmarinos.

Los Pevensie, Caspian y Clarisse fueron llamados personalmente a sus puertas para que fueran a desayunar.

Al estar en el comedor, todos aún tenían sus caras de sueño. Peter llegó y le dio un beso en la mejilla a Clarisse, y un abrazo a Lucy y sus hermanos.

Los Narnianos le servían la comida a sus reyes y reinas, quienes aún no sabían ni en qué mundo estaban.

Lucy era la más animada, mientras que los demás estaban que caían hasta en el plato de comida.

—¡Vamos, suban esos ánimos! —dijo Lucy.

De pronto, al escuchar ese grito de Lucy todos se sintieron más animados.

—¿Tienes algún tipo de magia, Lucy? —bromeó Susan.

Todos empezaron a comerse su comida y a bromear, olvidándose del sueño que tenían hace unos minutos.

Hubo hasta una pequeña guerra de comida, ya que Edmund empezaba a pelear y Caspian le aventó un tomate para que se callara.

—¡Amo esta vida! —soltó Lucy, recostándose en su silla.

—¡Yo también! —respondió Clarisse.

—Ojalá esta vida fuera eterna —siguió Caspian.

—Para estar 1,000 años con ella, si —dijo Peter viendo a Clarisse.

Un "uhh" largo se escuchó en todo el comedor, haciendo sonrojar a Peter, Clarisse solo se reía de los nervios.

—Pensé que lo había pensado —dijo Peter.

—Espera... ¿Ustedes no estaban comprometidos? —preguntó Edmund.

—¡Por eso tu vestido blanco! —exclamó Susan.

—¿Están comprometidos? ¡Wow! hay muchas cosas que no sé —dijo Caspian.

Clarisse le dio un beso a Peter, haciendo que el comedor se inundara de gritos de alegría.

—Odiaría tener que irme —dijo Caspian.

—Nosotros tendremos que regresar a Inglaterra —Susan miró a sus hermanos.

—¡Nooo! —dijo Lucy con tristeza.

—Yo no volvería —soltó Clarisse.

Todos la voltearon a ver sorprendidos —¿No? —preguntó Peter.

Clarisse sonrió de lado —Ustedes tienen familia con quien regresar, yo perdí a mi padre hace casi 2 años —dijo triste.

—¿No volverás con nosotros? —preguntó Edmund con una voz desanimada.

A Clarisse le conmovió escuchar a Edmund —Me temo que no...

Lucy corrió a darle un abrazo —Antes de irnos, no sé cuando será, te daré una de tus mejores noches. Tendremos una noche como si fuéramos hermanas —dijo Lucy.

Edmund se levantó a abrazarla también —Te queremos mucho, Clarisse. Sabes que puedes regresar con nosotros.

—Y si tu decisión definitiva es no, los cuatro volveremos a visitarte millones de veces —Susan dijo, sonriéndole.

—En especial yo, cruzaría mar y tierra por verte —dijo Peter.

Todos abrazaron a Clarisse, diciéndole cosas para que tal vez cambiara de opinión.

Después del desayuno, todos salieron a jugar al patio. Un pequeño juego de volleyball.

Edmund sacó una red algo dañada de quien sabe dónde. —Está como que un poco rota, pero nos sirve para jugar —Edmund llevo la red y la amarró a los árboles.

—¿Y qué pelota usáremos? —preguntó Caspian.

—¡Yo tengo una! —Lucy llegó corriendo con una pelota.

—Gracias, Lucy. —le agradeció Caspian.

Todos se posicionaron en el lugar que le correspondían. Peter, Edmund y Caspian iban juntos, mientras que Clarisse, Susan y Lucy iban juntas.

El partido comenzó, los niños anotaron primero, pero eso no las hizo rendirse.

Susan corrió antes que cayera la pelota al suelo, haciendo un buen juego. Clarisse tiró la pelota, anotando un punto.

—¡Nunca olvides quien te enseño a jugar, Peter! —Clarisse se burló.

El juego siguió con un poco de dificultad, siempre quedaban en empate. La tarde comenzaba a llegar, casi era hora de almuerzo y ninguno de los dos equipos quería perder.

Pero al final, sin querer, Susan la tiró justo en el estómago de Caspian. Lucy y Clarisse se taparon la boca, mientras que Peter y Edmund hacían una cara de "auch"

—¡Lo siento! —exclamó Susan.

—No... —habló con dificultad —No te preocupes —sonrió con dolor.

Susan le sonrió a Caspian y comenzó a quitar la red. Todos entraron de nuevo al castillo, porque ya era la hora de almorzar.

Aslan le ordenó a Caspian y Clarisse que fueran por las frutas para el postre, mientras que los Pevensie preparaban la comida.

Caspian y Clarisse iban hablando en lo que llegaban a donde se encontraban las frutas, ya quedaba poco para llegar.

—Se alegró contigo por lo visto —soltó Clarisse.

—Estoy feliz de que lo haya hecho, tu consejo me sirvió bastante. Estoy demasiado feliz con ella... Es tan linda... daría todo por... —Caspian detuvo su habla en seco, Clarisse le había tirado una fresa en su ropa —¡Clarisse! ¡Es un color claro, no saldrá fácil la mancha!

Clarisse se reía por la cara de Caspian, cuando de pronto sintió un golpecito en su pecho —¡No, Caspian! Mi ropa es blanca —dijo limpiándose la mancha de la fresa.

Caspian cortó otra fresa, Clarisse al verlo empezó a correr. Caspian la siguió con la fresa en mano, Clarisse se reía por la adrenalina de que la alcanzara.

Al final, Caspian la agarró y la aventó al suelo, restregándole la fresa en toda su ropa. Los dos reían en el suelo, el cansancio y la adrenalina los hacía reír.

—Eres como el hermano que nunca tuve —soltó Clarisse —Gracias, Caspian —se levantó del suelo y le extendió la mano a Caspian para que se levantara.

—No te preocupes, para eso estoy. Y también porque quiero que me ayudes con Susan —dijo Caspian, Clarisse rodó los ojos.

Recogieron todas las frutas existentes para el postre, regresando al castillo manchados de fresa.

—Veo que empezaron a hacer el postre antes —rio Aslan.

Todos voltearon a verlos, riéndose de lo manchados que estaban. Más por Clarisse, ya que su ropa era totalmente blanca.

Todos trabajaban en la comida de esa tarde, jugando con la comida por ratos hasta que Aslan llegaba y los regañaba.

Volvieron a estar todos juntos en la mesa, disfrutando del momento. Era una paz mental y física para ellos, nadie quisiera irse de ahí.

Al terminar de almorzar, todos fueron a alistarse para la bienvenida.

Loverboy, Peter Pevensie 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora