Despierto tras una noche particular, mientras un tenue rayo de sol intenta atravesar la gruesa capa de nieve que cubre la ventana.
Salgo de la cama fingiendo como si nada hubiera sucedido y echo un ojo a mis manos, las tengo azules...pero no siento el frío.
Me quito el vendaje que hice, viendo que la palma se encuentra en perfectas condiciones, sin una mínima cicatriz ni manchas de sangre, ¿Cómo es esto posible?
Estoy feliz y con las energías recompuestas, entonces escucho a la abuela desde abajo decirme "Alén, querido, es hora de desayunar", me emociono tras escuchar eso, ¿Incluso hoy habrá desayuno?
Voy abajo, la abuela me espera sentada junto a dos platos, "¿Vamos a desayunar sin ellos?", le pregunto, refiriéndome al abuelo y a Elizabeth.
En su rostro se forma una sonrisa de oreja a oreja, tiene la dentadura diferente... de pronto pareciera que sus dientes se tornaron puntiagudos.
Evito observar demasiado y veo los platos de comida, es sopa, se encuentran hasta el tope de un grasoso y rojizo líquido, con diminutos trozos de carne flotando.
"Anoche no pudiste deleitar la cena", me dice ella, ¿Esto es lo que estábamos comiendo anoche? no pude percatarme debido a la poca iluminación y el cansancio del momento.
Con la mano temblorosa agarro la cuchara y empiezo a revolver la sopa, hasta tomar un pedazo de carne que estaba en el fondo.
Me quedo inmóvil tras levantar la cuchara, ¿Esto es...un dedo?
Entro en desesperación y vuelco todo debido al susto, me pongo de pie y me hago hacia atrás, tirando la silla aun lado.
La abuela alza la cabeza, dirigiéndome la mirada, sin haber dejado ni la más mínima gota en su plato, tiene los ojos negros, con la misma aterradora e inmutable sonrisa.
Tengo la misma sensación que sentí durante la pesadilla de anoche... "Quiero despertar... por favor, esta no es la abuela, tan solo despierta", digo en voz baja.
"No te preocupes, al menos la pequeña niña no volverá a sentir hambre ni frío" dice la abuela, con un retorcido tono de voz, liberando un horrible hedor desde la boca, un hedor a... sangre.
Ella se levanta del asiento, sus huesos comienzan a retorcerse mientras se estiran y su piel va perdiendo color.
Entonces se acerca hacia la mesada de la cocina, donde hay una larga tela cubriendo algo, retira la tela mientras me observa de reojo, con una mirada ansiosa y diabólica.
Contemplo el horror en persona tras quitar la tela, una pila de huesos con carne desgarrada de lo que parece ser un pequeño cuerpo humano.
Me caigo de rodillas, empiezo a vomitar.
Cubierto por completo de sangre y mi propio vómito, salgo corriendo hacia afuera por puro instinto, intentando gritar ayuda pero sin tener las fuerzas necesarias para hacerlo.
La bruma cubre el pueblo, veo grotescos rastros desangre marcando caminos en la nieve, en la desesperación me dirijo hacia el bosque sin pensar en nada más que alejarme de aquella cosa, aún deseando que esto sea una pesadilla.
Corro sin mirar atrás mientras tropiezo repetidas veces, me golpeo con ramas y la nieve que cae termina de cubrirme el cuerpo.
Hasta que me golpeo contra un árbol, intento levantarme pero ya no puedo soportarlo... tan solo quiero perder la consciencia.
Un tibio líquido comienza a caerme en la frente, intento observar entre la espesa bruma, para ver que hay un cadáver colgando en la cima del árbol, atravesado entre ramas, con trozos de carne faltantes en las costillas y el rostro arrancado.
La sangre continúa salpicándome, mientras escucho cuervos graznar.
Me toco la cara, intentando limpiarme con las manos, pero... no siento los dedos, no siento nada, es como si mi cara fuera de piedra.
Tirado en el suelo y perdiendo la noción de a poco... me desmayo.
ESTÁS LEYENDO
El Mímico: Un mito sobre una insaciable criatura
HorrorUn pueblo abandonado, un sótano misterioso y un niño curioso, en busca de algo con lo que poder entretenerse, terminará descubriendo en carne propia un sanguinario mito urbano, envolviéndose así en su propio cuento de terror.