❝En el verano de 1982 un par de jóvenes iniciaron una tormentosa relación basada en una habilidad sobrenatural y el delirante deseo de matar.
Francisco Gonzales, un chico popular, y José Carioca, un adorable excéntrico, se tropiezan en el turbio am...
Notas de autor: Si alguien esperaba algo de esta historia, aquí esta. Si nadie la lee, igual también aquí esta. Un capitulo mas centrado en Panchito, ya que en el anterior tuvimos mucho para aprender de José
Conteo de palabras: 6919
Advertencias de este capitulo: Debería considerar el lento descenso a la locura una advertencia? En todo caso, bastante mención de automutilación. Sangre. Alguna de las descripciones aquí puestas pueden resultar un poco incomodas para gente sensible.
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Poco después de que Galo se marchara me encaminé hacia mi departamento, anhelando sumergirme bajo una ducha de agua hirviente. Necesitaba deshacerme de esa sensación pegajosa de mi cuerpo, como si estuviera cubierto de una capa viscosa de miel que se aferraba a mí sin piedad. Pero no era solo la suciedad física lo que me atormentaba, sino también la confusión que inundaba mi mente.
Siempre me consideré una persona en control, alguien que mantenía las riendas de mi vida firmemente sujetas en mis manos. Evitaba cuidadosamente los excesos, las tentaciones y los problemas. Sin embargo, los días anteriores, una serie de eventos caóticos se había precipitado sobre mí, desafiando mi dominio absoluto.
Era como si la vida se las estuviera cobrando conmigo y no sabía por qué. ¿Por mis poderes que jamás pedí ni quería? ¿Por la madre que nunca me amó? ¿Por lo que le hice a mi familia? ¿Por lo que les había hecho a otros? Nada de eso era directamente culpa mía.
¿Era por José? ¿Mi mala fortuna tenía que ver con él más de lo que pensaba?
Una resaca horrible me atormentaba, martillando mi cabeza y dejando mi pensamiento enredado en una maraña de ideas dispersas e inconexas. Recordé de golpe porque toda mi vida había huido del alcohol y las drogas como la peste, pero de eso nadie tenía la culpa más que yo.
Si hubiera sido un poco menos egocéntrico me habría odiado por no poder parar de beber la noche anterior.
Mientras me adentraba en el baño, podía sentir el vapor del agua caliente envolviendo mi cuerpo, tratando de disolver la opresión que me consumía. Con cada gota de agua que caía sobre mi piel, esperaba que la pureza límpida me ayudara a despejar mi mente turbia y encontrar alguna solución para recuperar mi sensación de control. Pero en el fondo, sabía que esta vez sería un desafío mucho mayor, y que tal vez, solo tal vez, tendría que enfrentar la verdad incómoda de que no siempre las cosas salen como uno quiere.
¿No siempre?
Alguien tocando la puerta de mi baño me sacó del ensimismamiento.
—Pancho, soy José. Esta escaseando el agua en el edificio ¿Puedo ducharme contigo?
Quieres bañarte conmigo porque el baño de tu casa está infestado de fauna cadavérica, pensé.
