1: La reina... Del infierno

29 1 0
                                    

Los flashes dan de lleno en mi rostro y pongo mis lentes. Hansel intenta sostener mi mano pero hago un movimiento rápido para que no lo haga, así que arreglo mi cabello en su lugar y saludo a algunos fans que gritan mi nombre. Me acerco a ellos para tomarnos algunas fotos.

—¡Bri, por acá!

¡Oh Dios, es Bri! ¡Una foto por favor!

Sonrío mientras me tomo algunas fotos y veo a Hansel, quien hace lo mismo y luego me hace una señal para que nos vayamos. Hansel es un futbolista, el cual estuvo hace meses enviándome para que saliéramos a comer algo. Lo acepté y no sabía todo el revuelo que eso causaría, pero hemos salido un par de veces y llama un poco mi atención.

Me despido de él con un beso en la mejilla y camino hasta mi auto. Suelto un suspiro al entrar y me quito los lentes. Theo, mi conductor, está observándome y arqueo una ceja.

—Creí que odiabas a los futbolistas —menciona mientras conduce.

—Y creí que no eras un chismoso.

—Para eso me pagan también.

—Solo somos amigos desde hace tiempo. Me invitó a cenar y acepté.

—¿Me invitas una pizza entonces? Somos amigos —sonríe y ya estoy tomando mi teléfono para hacerlo.

—Tienes suerte de que me caes bien.

Él vuelve a sonreír y pido la pizza para que llegue a casa. Veo mensajes en el grupo de los chicos pero no respondo. También tengo un mensaje de Adelaide, supongo que ya vio las fotos de ahorita pero no deseo ser su víctima ahora mismo. Mañana me enfrento a los problemas, hoy no.

Al llegar a casa, le entrego la pizza a Theo y subo a mi habitación. Camino hasta el piano que tengo en un rincón y allí me siento. Me siento un poco cansada y algo llena por la cena, me concentro en respirar un par de veces para mantener la comida en su lugar y decido fumar un rato, no sin antes tomarme una foto y subirla.

Estoy en el balcón, veo algunos de mis guardaespaldas en la parte del medio de mi casa y suelto un suspiro. Con el cigarro en la mano, leo los mensajes de Jasper.

¿Todo bien? No has respondido por el grupo.

Decido responderle con una foto de mí fumando.

Increíble.

¿Estás bien, bri? ¿Quieres que vaya?

Estoy bien. Nos vemos mañana en el ensayo.

No te quedes dormida. Siempre llegas tarde.

Igual mañana estaré pendiente de ti, nos vemos.

No me dormiré. Solo descansaré un rato.

NO necesito un niñero. Duérmete.

(...)

Me dormí.

¿Qué día es?

¿Qué hora es?

¿Esa es la alarma?

¿Estoy soñando?

Abro mis ojos cuando la puerta de mi habitación se abre de una manera abrupta. Me siento en la cama algo asustada y casi quiero matar a Nicolás cuando lo veo.

—¡Buenos días!

Se tira en mi cama y yo debo empujarlo para volver a acomodarme. Rápidamente busco mi teléfono y veo que es demasiado tarde.

—¿Escuchaste las noticias? —pregunta mientras enciende la televisión—. Al parecer tienes a un nuevo pretendiente.

Ruedo mis ojos.

Nuestra melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora