Capítulo 5: Entre Tinieblas

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Mi mente seguía nublada por el influjo de Luna, pero en lo más profundo de mi ser, la determinación ardía con fuerza. Salí de la mansión y me apresuré a buscar a Rachel para contarle lo que había descubierto. Sin embargo, antes de que pudiera encontrarla, una sombra se cernió sobre mí y todo se volvió negro.

Cuando recuperé la conciencia, me encontraba en una oscura habitación. Mis manos estaban atadas y mi corazón latía con fuerza. Frente a mí, Luna sonreía con malicia.

—Sabes demasiado, Ethan. No puedo permitir que sigas indagando en nuestros asuntos —dijo Luna, acercándose lentamente.

—¿Qué vas a hacer conmigo? —pregunté, luchando por mantener la calma.

Luna alzó una mano y la piedra negra del amuleto que había encontrado brilló con una luz siniestra. Mi mente se llenó de imágenes confusas y mi voluntad flaqueó.

—Vas a olvidar todo lo que has descubierto, y cuando despiertes, seguirás con tu vida como si nada hubiera pasado —dijo Luna con una voz hipnótica.

Cerré los ojos con fuerza, resistiendo la influencia del amuleto. Recordé a Lily, a Adam, y a todos los que habían desaparecido. No podía permitir que sus vidas se esfumaran en la oscuridad. Tenía que luchar.

—¡No lo haré! —grité, llenando mi voz de determinación.

Luna frunció el ceño, pero antes de que pudiera reaccionar, un ruido sordo resonó en la habitación. Una figura apareció por detrás de Luna, sosteniendo un objeto contundente. Era Rachel.

—¡Déjalo en paz! —gritó Rachel, golpeando a Luna con todas sus fuerzas.

Luna cayó al suelo, sorprendida y aturdida. Rápidamente, Rachel cortó mis ataduras y me ayudó a levantarme.

—¡Tenemos que salir de aquí! —dijo Rachel, tomando mi mano y corriendo hacia la salida.

Juntos escapamos de la mansión, con el corazón palpitante y la respiración agitada. Agradecí a Rachel por salvarme, pero sabía que aún no estábamos a salvo. Teníamos que detener a Luna y descubrir la verdad detrás de las desapariciones.

Decidimos buscar ayuda y nos dirigimos a la casa del anciano que me había advertido sobre los vampiros. Al llegar, encontramos la puerta abierta y entramos rápidamente. Pero lo que descubrimos nos heló la sangre.

El anciano yacía sin vida en el suelo, con marcas de mordeduras en el cuello. Los vampiros habían llegado antes que nosotros y se habían asegurado de eliminar cualquier amenaza.

—No podemos rendirnos ahora —dijo Rachel con lágrimas en los ojos—. Tenemos que seguir adelante y acabar con esto de una vez por todas.

Asentí con determinación, sabiendo que no había vuelta atrás. Juntos, nos preparamos para enfrentar a los vampiros y descubrir la verdad. Pero lo que no sabíamos era que la oscuridad tenía muchos secretos más por revelar, y que esta batalla estaba lejos de llegar a su fin.

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