Capitulo Once

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Isagi terminó de guardar un informe en su bolso, cuando sintió la conocida presencia de alguien más en la oficina.

Levantó la vista, encontrándose con la triste mirada de su secretaria, Hana.

- ¿Ocurre algo, Hana? - le preguntó con calma, aunque podía sentir como su corazón se partía cuando su asistente negaba con la cabeza.

- Solo... Te extraño - murmuró Hana con la voz rota.

El más alto cerro sus ojos un momento, apoyándose en la mesa, no se había movido, cuando de pronto, Hana lo abrazo por la cintura, enterrando su rostro en su hombro, aferrándose a él con una desesperación casi dolorosa.

Llevaban dos semanas sin estar juntos, desde que acepto el trato de bachira, y sabía que la separación le estaba afectando mucho a Hana, en especial, porque isagi estaba cumpliendo su palabra de alejarse de ella.

Yoichi se sentía culpable, se sentía como un hijo de puta, se sentía como un maldito por estar jugando con una persona tan hermosa por su maldita indecisión.

¿Y lo peor? Es que no sabía si jugaba con Hana o con Meguru.

Porque cuando veía a Hana su corazón parecía acelerarse, no podía evitar bufar y sonreír ante sus chistes y sentir un calorcito recorriendo su cuerpo al tenerla cerca.

Pero cuando pasaba a buscar a bachira, se encontraba con sus ojos y sus labios le sonreían con esa hermosa sonrisa que poseía, podía sentir como todo se iluminaba a su alrededor, su cuerpo reaccionaba inclinándose a su pareja y querría estar todo el día acurrucado en él.

No sabía que hacer en esa situación, no sabía que hacer con bachira, porque dos semanas antes estaba seguro de su decisión y sus sentimientos, pero en ese instante, su seguridad parecía hacerse ido a la mierda.

- No quiero perderte... - susurro Hana acariciando su pelo.

Quiso decir que no lo haría, que eso jamás pasaría, pero isagi no quería mentirle tampoco, porque ahora, todo estaba confuso para él.

Lo empujó con suavidad, alejándolo de él, tratando de mantener la calma.

- ¿Ordenas mi agenda para la próxima semana, Por favor? - le pregunto con suavidad.

la contraria asintió, desviando la vista.

- Las citas que propusiste para tú... salida con bachira - murmuró con rencor - se fijaron para el miércoles, a las seis de la tarde - dijo mordiendo su labio inferior - solicitaron ese horario y como dijiste que coordinará según lo que ellos pidieran.

- Está bien - dijo asintiendo- no tienes que preocuparte por eso -le tomo las mejillas, llamando su atención -. Ahora anda a casa, Hana . Te has estado exigiendo mucho estos días, ¿crees que no lo he notado?

-Pásalo conmigo - le pidió - te necesito.

isagi negó en silencio.

-Sabes que no puedo - le recordó.

Hana retrocedió, haciendo una mueca.

-Eres un maldito cobarde, Yoichi - le dijo con furia en su voz, saliendo de la oficina.

¿Crees que no lo sé?, pensó isagi con amargura.

Horas más tarde, mientras cenaba con bachira, que no dejaba de hablar sobre su día, fue cuando le hizo esa pequeña pregunta que durante tantos días lo estuvo atormentando.

-¿Por qué me amas?

Bachira Meguru enmudeció, volteándose a mirar a isagi con la sorpresa pintando su rostro, aunque su expresión se suavizó cuando notó los ojos tristes de su marido.

Suavemente, le tomó su mano, dándole un apretón.

-¿Por qué no hacerlo? - su voz era cariñosa - isagi, te amo porque simplemente puedo hacerlo. Lo que siento por ti es tan natural como respirar o pestañear, ¿Sabes? Porque todo puede ir mal, todo puede estar derrumbándose, pero si me miras, si me sonríes... Entonces sé que todo va a estar bien.

isagi se sintió miserable, sus ojos llenos de lágrimas.

-No, no lo entiendes -sollozo - ¿por qué todavía me amas? ¿Por qué dices necesitarme cuando no me necesitas? - bachira quiso hablar, pero isagi continuo - No deberías amarme, no cuando te desgarre, te rompí, cuando te hice llorar por mis acciones y te he dicho que ya no te amo. Y aun así, aun después de todo eso... Tú sigues queriéndome como si no hubiera hecho nada malo.

bachira se puso de pie, y de pronto lo abrazo con fuerza, permitiendo que enterrara su rostro en su pecho, dejando que llorara como un niño herido, acariciándole el cabello, dejando pequeños besos en su frente con un infinito amor que lo estremeció por dentro.

Porque no sabía qué era lo que sentía, y eso le asustaba un montón.

-No hiciste nada malo, Yochan  -le susurro bachira - solo hiciste lo que creías correcto. Y está bien, está bien, mi amor, lo prometo, no importa lo que hagas, yo jamás podría odiarte, ¿está bien? - el contrario asintió, hipando, y entonces bachira agregó con broma en su voz - Anda, bebé, deja de llorar. Limpia esas lágrimas feas y dale mejor un beso a tu esposo.

isagi soltó una risa entrecortada, observando la sonrisa del chico, y lo hizo.

isagi lo beso.

Y por un instante, las cosas se sintieron bien.





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