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En menos de diez minutos ya me encontraba en el lugar. No voy a mentir, en el momento en que salí del taxi y cerré la puerta, me dieron ganas de regresar a el y salir huyendo. Pero no era huir lo que necesitaba ahora.

Fui hasta la entrada, dejé mi donativo para el lugar y pasé con la frente en alto. Si en si la ciudad de Nueva York me había causado una nostalgia del tamaño de aquel indeseado proyecto universitario, este lugar estaba acabando de a poco conmigo.

Muchas, cientos de personas, recorriendo ambas albercas en busca de nombres de algún familiar.

Padres sin hijos . . . hijos sin padres . . . hombres y mujeres que alguna vez fueron hermanos y hoy en día se habían transformado en hijos únicos . . . viejos amigos. Todos aquí reunidos para lo mismo.

Me senté en una de las bancas laterales a respirar un poco y, después de unos 30 minutos, la imagen más conmovedora que haya visto en mi vida se presentó ante mis ojos. Una señora bastante mayor, unos 70 años como mínimo, con un abrigo enorme y de la mano un pequeño de máximo unos 8 años. El pequeño con una bandera miniatura de los Estados Unidos y la mujer con una rosa. Ambos se acercaron a una de las placas de la alberca, buscaron un par de minutos hasta que encontraron lo que buscaban, dos nombres. La señora abrazó al pequeño por su hombro. Estuvieron ahí por un rato y yo solo los miraba. La escena era una de las más tristes que había visto y, sin embargo, quería ver como acababa. Después de un rato, la señora clavó la rosa en uno de los extremos de la placa y el pequeño la bandera en otro. Ambos juntaron sus manos en señal de que estaban orando y, un minuto después, el pequeño besó sus dos manos y puso una de ellas sobre cada nombre. ⸺Me hacen falta, no tienen idea de cuánto.

La señora le dio un beso en lo alto de su cabeza, tomó una de sus pequeñas manos y ambos salieron del lugar. Después de que se fueron no pude más con mi curiosidad y fui hasta ahí a ver el pequeño especie de altar que habían hecho esos dos. "Henry & Yonara Smith" sus padres, supuse. ⸺Bueno . . . supongo que no puedo quejarme, alguien debe estar peor⸺ En definitiva este lugar iba a acabar conmigo. Recorrí ambas albercas de regreso al pequeño museo que construyeron en busca de su nombre. Al terminar, entré al museo, nada excepcional . . . pero estaba lleno de recuerdos. Malos recuerdos. Desde cascos de bomberos que murieron en la labor de rescatar a las víctimas hasta viejos relojes, anteojos, billeteras con fotos en ellas, ropa, todo lo recuperado de la escena que aún se conservaba en un presentable estado.  Recorrí todo, cada vitrina y álbum fotográfico que encontré, comprendiendo al 100% al resto de las familias que se encontraban afuera llorando o adentro llenándose de recuerdos que enfermaban. Yo, lamentablemente, era una de ellas. Era increíble como las cosas habían cambiado en tan poco tiempo.

tres horas y habían sido suficiente para mi por hoy, cumplí mi cometido. Hace un mes jamás me imaginé capaz de venir a este lugar y lo había hecho el día de hoy. De alguna manera estaba un poco orgullosa de mi misma. Me dirigí hacia la salida cuando me di cuenta de que cerca de esta quedaba una vitrina más, con fotografías y más objetos curiosos. No me gustaría volver a Corea y saber que me faltó algo por ver, así que camine hasta ella.

Lo que más me llamó la atención de esa última muestra fue que en el fondo, en una especie de papel pergamino, estaba escrita la frase "aquí yacerán por siempre las pizcas de su alma". Medieval . . . pero muy lindo. Casi tan lindo que podría decir que fue una de las mejores cosas que han pasado en este día que parecía apenas comenzar. Casi al terminar de mirar las cosas, mis ojos se clavaron en una sola, una sola cosa que en una fracción de segundo hizo que mi estómago se retorciera y mis ojos se humedeciera. Cualquiera en el mundo podría haberlo tenido, pero . . . este sabía de quien era, estaba totalmente segura. Mi corazón se contraía a medida que veía aquel broche. Un broche dorado, en forma de jaula, con dos aves en vuelo que salen de ella y brillos incrustados en sus ojos. Era inconfundible. Era el broche que yo le di a Seulgi hace años, muchos años atrás.

A prueba ; seulrene. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora