El dragon y su cria

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La princesa Alicent entro en labor de parto cuando estaba rompiendo ayuno con sus abuelos, en cuanto se dieron cuenta de lo que sucedía la llevaron a sus habitaciones.

La pelirroja intentaba tranquilizarse, pero no podía, el dolor era insoportable, como si le estuvieran rompiendo cada hueso del cuerpo a la vez.

-Alicent cariño calmate - Intentaba consolarla su abuela, atemorizada por su estado.

-No puedo abuela - Sollozo la joven - ¡Duele mucho! No quiero repetir el destino de mi madre.

La peliblanca apretó la mano de su nieta con preocupación, esto no había sucedido en el parto de Aegon.

Habían pasado algunas horas y no había signos de que el bebe naciera, Rhaenys estaba al borde de un colapso por temor a que su nieta sufriera el mismo que su hija Aemma.

-¡¿Dónde está el inútil de Daemon?! - Gritó el Rey observando a la joven la cual gritaba de dolor.

-Majestad - Dijo Sir Westerling en voz baja - Al parecer se encuentra visitando la calle de seda.

Otro grito desgarrador se escuchó, Viserys parecía a punto de estallar.

-Ve a buscarlo, ¡Lo quiero aquí! - Ordenó el gobernante.

El hombre salió apresuradamente del lugar.

Alicent lucho contra el maestre, quien intentaba inútilmente administrarle leche de amapola.

Paso 1 hora, y por fin el príncipe consorte entro a la habitación.

Se veía desaliñado y con la ropa desordenada, como si se hubiera vestido apresuradamente.

El príncipe canalla se veía de mal humor, seguramente porque lo habían interrumpido con su puta favorita, Mysaria.

Alicent gritó nuevamente, el dolor llegando a un punto culminé, el maestre Mellos al fin anunció.

-¡Veo la cabeza!

Daemon se movió a una esquina mientras veía como su esposa estaba a punto de dar a luz.

La pelirroja gritaba con cada contracción, el dolor entumeciéndola.

Rhaenys soportó los apretones de su nieta mientras le secaba la frente, el miedo se notaba en sus ojos.

La Reina no olvidaba a su hija Aemma, muerta, con el vientre abierto y la sangre manchando las sabanas y el piso por orden de su esposo, temía que si Alicent no alumbraba pronto sufriría el mismo destino que su hija.

El príncipe canalla no parecía en lo más mínimo interesado en el bienestar de su esposa.

Fueron unos minutos cruciales, pero la princesa Alicent logró dar a luz, sin embargo la habitación quedó en silencio, el bebé no lloraba.

Daemon se acercó y observo al bebé, era una niña, la cual parecía dormir.

El maestre y las parteras se alejaron.

-¡Quiero ver a mi hijo, que sucede! - La princesa estaba desesperada.

Pasaron 2 minutos, y el maestre se acercó, su semblante sombrío.

-Lo lamento majestades, la niña no sobrevivió.

Alicent estalló en llanto, Rhaenys se veía débil ante la noticia, mientras que Viserys parecía no estar en la habitación.

-Quiero verla - Exigió Daemon.

El príncipe se acercó y vio nuevamente a la bebé, tenía una pelusa blanca en la cabeza, su piel pálida al igual que la de muchos Targaryen, la tomo suavemente de los brazos de la partera y se movió hacia la ventana.

Una nueva historia: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora