El lobo y la dragona

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Cregan admitía que desde que había visto a la princesa (en ese entonces lady) Alicent había caído enamorado.

La mujer tenía unos hermosos cabellos pelirrojos que lo hacían parecer llamas, cuando había pedido su favor había visto sus mejillas sonrojadas y había deseado pedirle algo más que su favor.

Pero toda oportunidad de pasear alegremente con ella había acabado cuando el príncipe Baelon y su madre murieron gracias al parto.

Había visto las lágrimas de la joven y había deseado secarlas, pero tal oportunidad fue arrebatada cuando su tío ordenó que volvieran al norte.

La hermosa princesa jamás salió de su mente, e incluso se atrevió a enviar una carta al rey para solicitar la mano de Alicent, pero esta se le fue negada asegurando que la pelirroja ya estaba prometida.

Esto le dolió, pero él sabía en el fondo porque fue rechazada, el hecho de que el fuera un lord que ni siquiera gobernaba por sí mismo era algo decepcionante.

Aunque no asistió a la boda de la princesa Alicent, se enteró de que esta tenía una gran tristeza.

Pronto ambos empezaron a intercambiar cartas, en las cuales él le dedicaba poemas a la hermosa mujer, además de enviar extravagantes regalos para ganarse el corazón de la flamante princesa.

Finalmente derrocó a su tío luego de que este se negara a dejar el cargo de regente, lo encerró a él y a sus primos para finalmente gobernar el norte.

Las cartas y los regalos continuaron durante años, la mujer le confiaba su corazón y sus secretos, y él le dedicaba su mente y su afecto.

Esto se detuvo por algún tiempo cuando él se casó con lady Arra, una antigua amiga de la infancia.

Pero cuando ella murió, no puedo evitar caer en una leve tristeza, esta vez Alicent estuvo para él.

Y así siguieron pasando los años.

Lo que no se esperaba es que ella y todos sus hijos llegaron montados en sus dragones.

❖ ◦ ❁ ◦ ❖

Alicent entrelazo su brazo con el de lord Cregan para poder dar un paseo por el bosque de los Dioses.

El hombre parecía emocionado con el hecho de que estuvieran en el norte, y mandó a sacar e incluso hacer ropas junto a capas gruesas para ellos.

—Y dígame alteza, como es el sur.

—Es hermoso si vuelas sobre un dragón, pero el interior del palacio es un infierno —confesó la pelirroja.

—Espero que no considere un infierno Winterfell.

—Aunque el clima aquí en el norte es frío, el castillo y la gente es bastante cálida.

Ambos empezaron a adentrarse cada vez más en el interior del bosque.

—Me alegro de que le esté gustando alteza.

—Puede llamarme Alicent cuando estemos en privado.

—En ese caso usted puede llamarme Cregan.

Ambos continuaron caminando en silencio hasta llegar al arciano.

—Este árbol está aquí desde que mis antepasados llegaron a esta tierra.

—Es un poco, tétrico —dijo la mujer observando el árbol.

El hombre rio en voz baja.

—No tanto como un dragón, no crees.

—Los dragones son difíciles, Cregan, pero aun así es hermoso poder volar sobre ellos.

Una nueva historia: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora