II

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Capítulo 2
Reglas

♧♡♧

NICOLÁS

Cuando paso a la habitación camine detrás de ella sin poder dejar de ver las curvas de su cuerpo y esa necesidad que reflejan sus hermosos ojos de color avellana.

La detalle detenidamente y pude notar su cabello color chocolate rizado, una estatura que yo considero enana, labios carnosos y rosados, lunares en su cuello que forman una bella constelación. Sin duda una mujer bella e inteligente.

—Toma asiento por favor, ¿Gustas algo de tomar?

—Un vodka por favor.

Tomé un vaso de mi carrito de bebidas y le serví su trago.

—Aquí tienes, ahora antes de empezar ¿Cuál es tu nombre?

—Soy Lilith King.

—Bien señorita King, usted está en un sex club. La labor de los bailarines es salir a bailar evidentemente y mientras realizamos nuestro trabajo tenemos que estudiar a nuestro público.

>>Buscamos miradas que gritan la necesidad de ser dominadas o dominar —como los suyos—, después de encontrar una realizamos nuestro siguiente movimiento: saber si nuestro objetivo está interesado en alguno de nosotros y por último al bajar de la tarima buscamos a la persona con la que interactuamos para poder complacer cualquier fetiche que cumpla con los lineamientos establecidos por el bar.

Al terminar pude notar el desconcierto y un poco de enojo en la mirada de Lilith, ¿Qué estará pensando?

—Te agradezco que me explicaras el cómo trabaja este establecimiento, pero en pocas palabras me estas diciendo: Necesitada de sexo.

—Oh no señorita, solo es mi trabajo, otra cosa es que usted lo quiera negar.

>>Se quien es y sería un pecado no conocer a la famosa Lilith King.
No sale con nadie, todo el día encerrada en su oficina sin siquiera tener un poco de acción. —me levanté del sillón y me acerque a ella, quede detrás, recogí su cabello para poder acercar su rostro al mío. La sorpresa en sus ojos era clara—.
Si metiera mi mano en sus bragas sentiría lo mojada que está con tan solo un baile. La necesidad de querer ser tratada como la zorra que desborda de sus ojos embajadora, solamente que usted se niega por el miedo de ser descubierta.

> Pero no tiene nada que temer estando aquí adentro, el único que escuchara sus gemidos y sus súplicas de querer ser tomada seré yo.

Solté su cabello y la encaré, su cara era roja y su respiración irregular.

— ¿O va a negárselo?

— ¿Quién cree que es para hablarme así? —Se levantó enojada del sillón—. Soy una mujer respetable, no una puta.

Estaba a punto de irse y la detuve.

—Pero te encantaría serlo, pero no de cualquiera; si no de uno que le dé el placer que busca. No le rogaré para que se quede, pero si cambia de idea —extendí mi tarjeta con mi numero en ella—, búsqueme. Trabajo en el bar de jueves a domingo.

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⏰ Última actualización: Apr 21 ⏰

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La defensora del baile sensualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora