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Ojos hinchados, respiración agitada, mirada triste, amor olvidado y, recuerdos felices que ahora son solo eso... recuerdos.

Las pesadillas eran recurrentes incluso después de un mes de haber salido del infierno. Aún su cuerpo le recordaba lo que habían sido momentos felices y después se convirtieron en un campo de guerra...

Lalisa Manoban era inteligente, bonita y llamaba la atención de todos a su alrededor incluso sin la intención; eso pasó con él... Kim Namjoon era mayor que Lisa, ella tenía 17 años cuando Namjoon viajó a Tailandia con 24 años y la intención de quedarse. Se conocieron en la fila de dulcería en el cine favorito de Lisa, su encuentro fue tan cliché que era de esperarse que Lisa dejara todo por él; habían pasado solo unos meses cuando ambos decidieron vivir juntos pero, no todo siempre es color de rosa, mucho menos cuando descubrió el significado de aquel tatuaje. Ese tatuaje que se había hecho el día que formalizaron, ese tatuaje en su costilla, aquel que mostraba mariposas en formación y que solo se dejaba ver cuándo Lisa usaba bikini o blusas tan cortas que con el menor de los movimientos, dejaban al descubierto el rastro de tinta, ese tatuaje con tres mariposas, ese tatuaje que tenía en común con las dos exnovias de Namjoon.

Estaba marcada al igual que ellas y no lo sabía, era suya, era de su propiedad, él la reclamaba.

La vida perfecta de Lisa se desmoronó al pasar de los años con el primer engaño, y continuó desplomandose con el primer grito, la primera vez que le levantó la mano, el primer empujón, el primer golpe... ella supo que debía irse, ella sabía que aquellas flores que la esperaban al despertar con el ojo morado, moretones en sus brazos y rasguños en sus manos, y una carta de disculpa, sería una disculpa a algo que con el tiempo se haría costumbre y empeoraría. Habían pasado ya cinco años de relación, sus padres le habían dado la espalda después de dejar la escuela y tendría que salir adelante ella sóla, cruzar el campo minado y abandonar a la bestia.

Namjoon guardaba dinero bajo la cama en un maletín que Lisa jamás tocaba pero, eso cambiaría.

Tomó lo suficiente para vivir bien algunos meses, conseguir una casa bonita fuera de Tailandia y comer bien por un tiempo; tenía que ser inteligente y su cabeza solo la apoyó a buscar vuelos... buscó y buscó, sus primeras opciones serían algo obvias y lo menos que quería era que él la encontrara y, Corea del Sur no sonaba nada mal.

Seúl fue la mejor opción.

Su teléfono estuvo apagado durante el viaje, a su llegada fue encendido y ya había cientos de llamadas y mensajes preguntando en donde estaba, acompañado de algunos otros como *¿Dónde carajos está mi dinero?*, *¿En donde rayos estás?*, *Te juro que si te encuentro, te mato*...

Conseguir una casa no fue difícil, contemplando que sus nervios aún estaban a tope y seguía asustada; el lugar en el que logró quedarse era ameno, calmado, y claro que la gente la miraba extrañada pues, ella era joven y su coreano no era el más perfecto pero podía defenderse. Apesar de las miradas, la bienvenida fue cálida por parte de todos, en especial de una bonita rubia de ojos grandes de 22 años al igual que Lisa que, a excepción de su hermano quien simplemente miró a Lisa con desprecio, la hizo parte de la comunidad y con el tiempo se volvieron inseparables.

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Un mes después, su número de teléfono era otro, su vida era distinta pero aún así, las pesadillas eran las mismas; en ellas él siempre lograba encontrarla, en ellas él cumplía cada una de sus amenazas, en ellas...

Lisa no lo lograba.

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Jeon Somi se había convertido en su mejor amiga, ignorando que su hermano Jeon Jungkook siempre estaba recordándole a Lisa que era una niña mimada que vivía del dinero de sus padres -aun cuando no era cierto- y que no le sorprendería que un día convirtiera a Somi en una princesa caprichosa por estar tanto tiempo juntas.

Somi y Jungkook vivían juntos, por su cuenta desde que Somi tenía 19 y Jungkook 23... ambos tenían un pequeño negocio en diseño de interiores que les dejaba buen dinero y saldaba todas sus cuentas, dejando lo suficiente para llevar la vida que llevaban.

Lisa había tomado algo del dinero que tomó de Namjoon para rentar un pequeño lugar y comenzar un negocio de estilismo ya que a ella siempre se le había dado bien todo eso incluido lo relacionado con el maquillaje y, sorprendentemente, en ese lugar era muy necesitado todo tipo de situaciones que tuvieran que ver con un estilista y maquillista lo cuál, en un mes logró darle a Lisa más que suficiente para continuar con su vida y darse los lujos que ella quería, alimentando así cada vez más los comentarios de Jungkook sobre ser caprichosa y mimada, a lo que Lisa últimamente solo reía.

Se había vuelto costumbre para Lisa pasar el tiempo en casa de los Jeon, pasando un buen rato con Somi la cuál amaba que Lisa le pintara las uñas y a cambio, Somi le cocinaba a Lisa cualquier postre que sabía que a Lisa le gustaba. Y así como era costumbre reír todo el tiempo con Somi, también era costumbre recibir los comentarios de Jungkook y responderle de la manera más educada pero también más dolorosa posible para que Somi terminara burlándose de él y felicitando a Lisa por no dejar que su hermano la molestara. A demás, era divertido discutir algunas veces con Jungkook sobre lo sobreprotector que era con Somi la mayoría de las veces y sobre que, Lisa haría que Somi comenzara a hacerse una chica problemática si seguían viéndose tanto. Siempre terminaban sacándose la lengua al finalizar sus discusiones y a Somi solo le quedaba reír y quedarse en medio mirando y escuchando a cada uno.

Todo iba bien, no se acostumbraría de nuevo a una vida de color de rosa como lo había hecho antes, merecía ser feliz y eso lo sabía perfectamente pero también sabía que tenía aún situaciones que arreglar, cosas que sanar... los fantasmas de su pasado aún la atormentaban pero... después de la tormenta, viene el arcoiris.

Aún que muchas veces, la tormenta nunca termina.

TATTOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora