3. Será tarde cuando te des cuenta

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Algo estaba mal.

Dentro de ella, algo estaba mal.

Después de enfrentarse a As Nod y sentir el miedo recorriendo cada fibra de su ser, una punzada de dolor persistía en su corazón. Aunque logró derrotarlo, pudo entrever por breves instantes cómo sería perder todo lo que apreciaba.

Sin embargo, un chico de cabello naranja ocupaba un lugar más destacado en su mente de lo que estaba dispuesta a admitir.

La realidad ya no podía ser ocultada. Muchos a su alrededor comenzaron a notar la verdad que ella se negaba a pronunciar.

***

Recordó aquella vez en la que tuvo una conversación con su capitán mientras lo cuidaba en su oficina.

—¿Te encuentras bien, Rukia?

—Por supuesto, Capitán —dice, sentándose a su  lado para ofrecerle la medicina, la cual había confundido hace unos momentos, por lo que tuvo que cambiarlas.

—Estás algo distraída. ¿Qué perturba tus pensamientos?

—Capitán Ukitake, créame que estoy perfectamente bien —aunque al decir eso parecía que se estuviera intentando convencer a sí misma.

—No, creo que tú también estás enferma, solo que no es algo físico, sino del alma.

—¿A qué se refiere? —pregunta algo angustiada.

—Bueno, muchas veces se cree que solo las enfermedades que se pueden ver hay que cuidarlas, aunque también hay otras que no se pueden ver pero se sienten y te afectan en el interior, por lo que tienden a ser ignoradas a pesar de que el dolor persiste.

—¿Cómo se puede ignorar algo que te lastima? En algún momento deberán hacer algo para que desaparezca.

—Es que a veces la cura que necesitan es justo lo que se niegan a aceptar. Puede ser una situación, palabras que tratan de evadir, o quizás una persona.

***

Antes de que estallara toda esta guerra, se organizó una reunión con los capitanes, mientras los tenientes aguardaban. En ese momento, Rangiku fue testigo de la pelea entre Rukia y Renji sobre si ella debería responderle a Ichigo, percibiendo en la menor de los Kuchiki cierto sentimiento que ella comprendía mejor que nadie. Esto la llevó a sentir la necesidad de hablar con ella.

¡Hola, ustedes dos!

—Teniente Matsumoto, es un placer verla—saluda Rukia, inclinándose.

No tienes que hacer eso, Rukia. No me gustan las formalidades

Pero... —no puede terminar de hablar, pues Rangiku la obliga a enderezarse para darle un fuerte abrazo, sacándole todo el aire de los pulmones.

¿Me la prestas unos momentos, Renji?

—Claro, solo no la mates en el proceso—dice sin más, no quería involucrarse en todo ese problema y menos si era de Matsumoto de quien se trataba. Por lo que siguió su camino.

—¿De qué estás...? —dice confundida, hasta que nota que estaba asfixiando a su compañera—. Ah, claro.

Suelta a Rukia, quien toma una bocanada de aire tratando de recuperarse.

Lo siento, suelo ser muy efusiva.

—No hay problema—dice ya recuperando el aire—. ¿De qué quiere hablar conmigo, teniente, quiero decir, Rangiku?

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