—Renji, Rukia. Vayan con Kurosaki Ichigo
—Pero...—intenta excusarse Rukia
—¿Por qué dudas?
Byakuya la mira de reojo, notando su nerviosismo al mencionarle al chico ryoka. No le sorprendía en absoluto; hace mucho que se había dado cuenta del efecto que este tenía sobre su hermana y por lo visto, ella aún no podía aceptarlo.
—No los necesito aquí, váyanse.
Renji lo entendió de inmediato, dispuesto a avanzar, pero Rukia aún no estaba segura.
—Rukia—dice su hermano con firmeza—. Ve con él.
Ella solo asiente, dando la vuelta e intentando controlar su reiatsu que refleja su agitación interna. Se siente como si todo su ser estuviera en conflicto.
—Renji, no la dejes sola.
—Claro, capitán.
Fueron las últimas palabras que Byakuya pudo pronunciar antes de que partieran. De algún modo, sentía cierta tristeza de que ya no podía proteger a Rukia de la misma manera que antes, o mejor dicho, proteger su corazón.
Se dio cuenta de que ella había madurado y había encontrado en Kurosaki Ichigo una fuente de fortaleza y apoyo que iba más allá de su capacidad. Ahora, comprendía que Ichigo era el único capaz de brindarle esa seguridad, incluso en medio de la guerra, cuando todo parecía estar en caos.
Ella ya no lo necesitaba; ahora él era el único capaz de brindarle calma, y tanto Byakuya como Renji lo sabían.
***
El camino para llegar con Ichigo fue más largo y desafiante de lo que nunca habría imaginado, especialmente debido a esas escaleras que parecían no tener fin. Cada paso que daba parecía acercarla más a una pesadilla. Deseó que esas escaleras se multiplicaran, que hubiera más y más, para evitar a toda costa enfrentar lo que aguardaba en la cima. Finalmente, alcanzó la cúspide, siendo testigo de aquella escena tan horrible. Todo su ser se crispó en una mezcla de terror al encontrarse con Ichigo inconsciente en el suelo. Su cuerpo estaba pálido, desangrándose lentamente.Su mente estaba en blanco, como si todos sus pensamientos hubieran sido borrados. Apenas podía escuchar la voz de Renji llamándola, como un eco distante en su conciencia. La sensación que recorría su cuerpo no era solo el frío que emanaba de su Bankai recién liberado, sino también una helada desesperación que la envolvía.
Caminó lentamente en dirección a Ichigo, sus pasos eran pesados como si estuviera caminando sobre un abismo. Notó el escaso movimiento en su pecho, apenas un leve ascenso y descenso de su respiración. Ese pequeño signo de vida la sacudió, despertando una urgencia desesperada dentro de ella.
Rukia corrió hacia Ichigo, sintiendo como cada segundo que pasaba le parecía una eternidad. Su mano temblorosa alcanzó la de Ichigo, como si buscara aferrarse a un hilo de esperanza.
Su aliento se entrecortaba mientras buscaba sentir su pulso, pero no lograba percibirlo. Acercó su oído a su pecho, rogando en silencio que su corazón siguiera latiendo, y aunque lo hacía, cada latido parecía más lento, más frágil.
Desesperada y consciente de que cada segundo era vital, Rukia sabía que necesitaba la ayuda de Inoue, pero ella estaba herida, apenas podía mantenerse consciente. Con las manos aún temblorosas, comenzó a invocar kidō, intentando curar las heridas de Ichigo. Las lágrimas caían de sus ojos sin freno, lágrimas de impotencia, de miedo, de amor y de una profunda angustia.
Renji, quien estuvo a su lado, no pudo evitar sentirse sorprendido al ver a Rukia en ese estado.
—No me dejes... —su voz sonaba quebrada y apenas podía ver a través de las lágrimas que empañaban sus ojos—. Por favor, no me dejes... —repitió, sus palabras resonando en el silencio. Su voz era un ruego desgarrador, un llamado desesperado a la vida para que regresara a Ichigo
A esto era a lo que le tenía miedo, a lo que había estado huyendo durante tanto tiempo. No quería enfrentarlo, no quería decirlo en voz alta, porque temía que pronunciar esas palabras solo hiciera que el dolor fuera aún más insoportable.
—Te necesito, Ichigo... —susurró, con voz temblorosa y quebrada por el sufrimiento
Sus lágrimas brotaban con más fuerza, un torrente de angustia y desesperación. Rukia estaba rota, su corazón desgarrado por la cruel realidad que tenía ante sus ojos. Aun intentaba curar el cuerpo inmóvil de Ichigo como si fuera su último anclaje a la cordura, mientras el mundo a su alrededor se desmoronaba.
ESTÁS LEYENDO
Fragmentos
Fanfiction"Sabes Rukia, a veces pensamos que las personas siempre estarán ahí y que nunca desaparecerán, pero no sabemos cuánto tiempo tendremos con esa persona o cuándo será la última vez que podamos decirle cuánto nos importa. Por eso, creo que es important...