[2 de mayo de 1988]
Los primeros rayos del sol empezaron a entrar por las grietas del castillo, Harry dijo que llegaría al amanecer, no sé si vivo o muerto. El olor a hierro me recordaba toda la sangre derramada de inocentes y valientes, el olor a tierra me recordaba todo lo que se derrumbó, los sollozos y lamentos me recordaban a todos aquellos que han muerto.
Gritos fuera.
La voz de Ginny en mis oídos.
Su voz en mi cabeza diciéndome que corra. Todas aquellas sensaciones y emociones me estaban agobiando, ¿estoy dejando de sentir? La dura realidad me golpeo cuando los gritos se hicieron más fuertes y alguien gritaba mi nombre fuera del castillo. Un fuerte grito retumbo todo el castillo, reconocí inmediatamente la voz de Hagrid.
Corrí, corrí lo más rápido que pude a pesar de mis tropiezos con los escombros, a pesar del dolor en mi cuerpo, a pesar de todas aquellas heridas producto de la guerra, corrí hasta que los vi. Hagrid tenía en brazos a Harry, venía a entregarlo como cuando lo dejo en la puerta de los Dursley. Maldita ironía.
Los gritos de todos los presentes se escucharon por todos lados, pero mi cabeza estaba como una burbuja, solo podía concentrarme en el cuerpo de mi mejor amigo en los brazos de Hagrid al cual mire buscando consuelo, buscando que con sus ojos me dijese que él estaba vivo, que solo estaba fingiendo, pero lastimosamente no fue así, al verme solamente pudo llorar más fuerte.
Y fue cuando comprendí que...
— ¡Harry potter está muerto! — mi cuerpo se paralizo por completo y por un momento sentí que mi corazón se detuvo — El elegido a muerto y ahora todos ustedes se arrodillaran ante mí —. Un escalofrió recorrió mi cuerpo al ver el cuerpo de Harry caer contra el suelo, cubierto de sangre y con una mirada vacía.
No es cierto. Esto no puede ser real. Voldemort no puede haber ganado la guerra.
— ¡No es cierto! — grite tan fuerte que todos hicieron silencio, me hubiese derrumbado en el suelo de no ser por aquella espada que se impuso en mi cuello, un mínimo movimiento y cortaría. Miré a quien había sido mi amigo de toda la vida con desprecio en los ojos, escupí en su cara — Eres un bastardo traidor, tu familia es un asco.
— Oh patética muggle, arrodíllate ante mí y júrame lealtad, puede que seas una sangre sucia, pero eres la más inteligente de tu generación, de seguro nos servirás para algo.
Lo miré con desprecio, con todo el odio que tenía en mi interior se lo transmití con mi marida, esto es un asco, Harry estaba muerto, Voldemort vivo, los weasley habían traicionado la alianza, y ella me miraba sin amor.
Con un hechizo no verbal hice que la espada desapareciera y agite mi varita contra Voldemort causando una explosión. En medio del fuego empecé a correr, debía evitar esto a como dé lugar y sabía cuál era la manera perfecta para que esto nunca sucediera.
— ¡Vayan por ella! — la voz de Voldemort salió como un gruñido de ira, maldito calvo
Los hechizos caían a mi alrededor como balas, una persecución, cientos contra solo una. Solo tenía unos cuantos minutos para lograr llegar a la oficina de Dumbledore. Uno de los hechizos impacto contra mi espalda, pero antes de caer una estela de humo negro me envolvió y me llevo hacia la oficina del director.
Cuando todo el humo negro se disipo pude ver quien era, Pansy Parkinson me estaba mirando con dolor en sus ojos y un profundo agotamiento.
— No tenemos mucho tiempo, sé que tienes un plan chica sabelotodo, — la mirada en sus ojos logro brillar un poco y una tenue sonrisa me ilumino — llévalo a cabo, confió en ti. Eres la última esperanza Hermione. — Asentí y ella empezó a conjurar hechizos de protección en toda la oficina, me giré al escritorio de Dumbledore y ahí lo vi, aquel reloj de los libros.
La mire por una última vez, quería guardar todos los detalles en mi corazón, no en mi memoria porque lo más probable es que la olvidara.
Tenía pecas pálidas en sus mejillas, sus ojos de un verde profundo me recordaban a un bosque frondoso y a las esmeraldas, su cabello negro como si fuera la noche misma, las estrellas eran sus pecas y las nubes su piel pálida. Tan hermosa que dolía.
— Deja de verme y vete por favor. Están cerca — mis lágrimas amenazaban con caer y mi garganta dolió, puse mi mano en el reloj y empecé a explicarle al tiempo que había pasado.
— El tiempo que ha pasado no es seguro, juro ante ti volver en el tiempo y arreglar todo aquello que no se arregló en el presente, devuélveme al inicio, al principio de todo aquello que ocurrió, vuelve mi alma y mi mente al pasado. Juro arreglarlo — el reloj empezó a destellar y sentí como me jalaba hacia el — te amo Pansy, juro volver a buscarte y enamorarme de ti de nuevo, perdóname en esta vida, aquí no pude lograrlo.
Lo último que vi fue como todo estallaba a mi alrededor y Pansy se cubría el rostro con sus manos, traté de gritar, pero fue en vano. Todo se convirtió en destellos azules, negros y plateados. Una calidez que nunca antes había sentido se instauro en mi cuerpo y la paz inundo mi alma.
[31 de octubre de 1981]
— ¿Estás seguro de que es aquí Albus? — estaba frente a una casa, justo al lado de ¿Dumbledore? ¿Cómo es que está vivo?
— Completamente seguro Minerva, ¿tu estas segura de que ellos son la familia del niño? — nunca antes había visto a la profesora Mcgonagall tan seria
— Segura Albus — le respondió con un tono frio y serio, dejaron al bebe dentro de una canasta con una pequeña nota. Tocaron y desaparecieron, quise acercarme y alejar al bebe de aquella puerta, pero cuando vi quien abrió, quedé completamente fría.
¿Qué hacía Harry en la puerta de mi casa siendo recibido por mi padre?
Realmente sí que cambie la historia.
¿Me estarían viendo? Mi padre tomo al bebe en brazos y entro a la casa, cuando empecé a caminar hacia la puerta mi cuerpo peso y volvió a estar dentro de aquel humo extraño pero esta vez, perdiendo completamente los sentidos y mi memoria.
¿Qué pasara ahora?
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Hermione Granger; reescribiendo la historia
FanfictionUna inesperada decisión que fue tomada con todo el coraje reunido en un momento de tensión. Harry Potter había muerto y Lord Voldemort estaba al mando. Los weasley la habían traicionado y la mujer que amaba la había abandonado. Ella no podía permiti...