Capitulo 2

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El sol intenso entra por mi ventana avisándome que el día vuelve a comenzar, que la vida sigue, y que desgraciadamente tengo que seguir.

Abro mis ojos y noto mis músculos adoloridos por todo el esfuerzo de ayer. Sin embargo, tengo más energía que las últimas semanas, por lo que me levanto,  camino hacia la ventana donde se puede ver el verde boulevard y el cielo tenuemente naranja, tal vez sea la vista, pero este día no parece ser tan malo.

Me doy una ducha, y me visto presentablemente, coloco un poco de maquillaje y algunos accesorios.

No tengo tiempo de desayunar, por lo que salgo sin nada más que mi curriculum y una bolsa con mis pertenencias a mi nuevo trabajo, estaba por comenzar mi nuevo comienzo.

Llamo el alevador, y reviso mi bolso para asegurarme que no olvide nada, avanzo cuando el elevador se abre, y entonces me desplomó en el piso después de chocar contra algo, un dejavu.

—Debemos de dejar de encontrarnos así — reconozco el tono de voz, y una manos que tratan de levantarme.

Miro hacia arriba, y recuerdo esos ojos miel.

— ¿ A dónde vas con tanta prisa?— me saca del trance

— Lo siento, debo irme,  trabajo nuevo— entro rápidamente al ascensor.

—Por cierto, te ves linda— logra decir Daniel antes de que se cierre el elevador.  Y mis mejillas se ponen rojas.

¿Por qué? ¿Qué demonios?

Salgo aún aturdida por aquel comentario rumbo a mi camioneta.

Me quedo frente al volante un par de minutos, perdida en la pared gris del estacionamiento. Hasta que nuevamente mi celular ne saca de mi cabeza.

*
—Buenos días amor

—Hola ma, ¿Cómo va todo?

—Todo bien, tu papá compró unos boletos para un crucero por las islas Maldivas

— Que bien ma, cuando sale

— En un par de semanas, pero dejemos de hablar de eso, ¿Cómo va el nuevo empleo?

— Voy en camino a, queda a quince minutos del departamento.

— Noto algo distinto, ¿paso algo?

— Yo también lo noto,  tal vez los nuevos aires me sentaron bien. —puedo notar como mi mamá sonríe desde la otra línea.

— Eso es muy bueno mi princesita, bueno te dejo, suerte en tu nuevo empleo

— Adiós mamá,  te amo
*

Cuelgo la llamada, y me aparco en el estacionamiento de la empresa, es un edificio promedio, con varios pisos, y hace unas semanas había hecho una entrevista para el puesto de publicista, y apenas un par de días,  me hablaban para informarme que calificaba para el puesto.

Lo cual era fantástico ya que después de cierto incidente, decidí dejar mi empleo, y buscar un nuevo trabajo, ya que cierta persona trabajaba en mi empleo anterior. Era lo mejor.

Entro al edificio me dirigo a la recepción y el porqué estoy ahí, me dirigen a las oficinas de arriba.

Y todo va fantástico,  me presentan con mis compañeros, todos parecen acopados, pero se puede leer el ambiente en la oficina, transmite esa aura de paz y compañerismo, el jefe de edición me da la vienvenida, y me asignan a un cubículo.

El día pasa perfecto, las personas son muy amables, el jefe es duro, pero ante un buen trabajo da reconocimiento, la cafeteria está en un jardín dentro del edificio, por lo que da una vista espectacular.
Todo parece ir en marcha, estoy a minutos de terminar mi jornada y no puedo estar más satisfecha.

Tal vez el día de hoy, la vida por fin se apiadó de mi, después de esos dos tortuosos meses sumidos en la miseria y en la oscuridad, por fin pareciese asomarse unos tenues rayos de luz, que me hacen sentir más cálida.

Voy saliendo del estacionamiento cuando justo en un semáforo,  al voltear puedo ver a Carter y a su lado, una mujer que nunca habia visto, el pecho me pesa y los ojos me pican, me quedo mirándolos,  él le coloca sobre los hombros su abrigo ya que solo lleva un vestido encima, la abraza en público,  por qué yo no...

Entonces una tonada de pitidos me saca del trance, el semáforo se ha puesto en verde, entonces arranco de una sola, y me apresuró por llegar a casa.

Todo parecía demasiado bueno,  ya decía yo que era mucha felicidad, tuve mis cinco minutos no me puedo quejar.

Subo el elevador y cada minuto que pasa, la vista se me nubla más,  no puedo escuchar más que los latidos en mis oídos,  salgo por inercia hacia el nuevo departamento, hasta que siento como alguien me toma del brazo.

Subo la vista y me encuentro esos lindos ojos miel.

— ¿Mal día?— dice en un tono divertido, sin embargo no puedo responder, y las lágrimas comienzan a resbalarse. Ni siquiera puedo sentir vergüenza,  debe pensar que soy patética.

Cuando de un momento a otro me abrazo, me sentí cálida y segura, y no pude evitar llorar

Perdiendo OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora