Capítulo XX

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Regimiento norte de Tiang

       Veinte del centenar de voluntarios fueron rechazados cuando la semana de prueba finalizó. Las lesiones articulares y enfermedades que ocultaron al momento de inscribirse fueron las principales razones que motivaron a Lyk a descalificar a esos aspirantes.

       Los jóvenes con los rostros lánguidos se marcharon del regimiento mientras que sus excompañeros trotaban alrededor del campo central. Atravesaron las puertas con paso fúnebre, y no fue solo dramatismo de su parte, pues, el unirse a la milicia era la única vía que tenían los jóvenes humildes para huir de los Soterranos.

       Asiru, impulsada por el alivio, recorrió el campo central con brío. Sintió que sus extremidades se habían despojado de aquellas pesas invisibles que se unieron a su cuerpo tras toparse con Fei. El hecho de que Jiang no le hubiera creído al muchacho fue para ella más que liberador.

       Sin embargo, cuando el castigo finalizó y fueron enviados al comedor para desayunar, fue embestida por el agnouino antes de que pudiera alcanzar su ración correspondiente de tortilla de maíz.

       Tras hacerla a un lado el chico se adueñó del desayuno de Asiru mientras balbuceaba en su idioma natal.

       Asiru, sabiendo que él ya no podía mencionar su nombre verdadero sin sufrir consecuencias, se defendió. Tomó la muñeca de Fei y presionó la zona hasta que sus uñas irregulares se clavaron en la carne del joven.

       —¡Soltar...! —exigió el agnouino al mismo tiempo que ejercía fuerza contraria a la extremidad de Asiru.

       —Deja mi desayuno en donde estaba. —respondió Asiru, devolviéndole la mirada colérica a su contrincante.

       Los suspiros de exaltación surcaron por el comedor mientras que Fei y Asiru reprimían sus deseos por golpear al otro. Sin embargo, tras unos segundos de aquel duelo de miradas, fue la muchacha quien dio fin al enfrentamiento, dándole la victoria a Fei quien se llevó las dos tortillas con pescado hasta el fondo del comedor.

       —De ser tú le doy un puñetazo en la nariz ¡Ese pedazo de caca me tiene harta! —exclamó desde el otro lado de la ventanilla la coscripta de piel manchada al mismo tiempo que le extendía a Asiru una bandeja con doble ración —. Me vengaré en tu nombre... los amiguitos de él se quedarán sin desayuno por su culpa. —comentó la recluta y finalizó soltando carcajadas estridentes que hicieron sobresaltar a la pelirroja que estaba a su lado.

       Asiru extendió sus brazos con desconfianza y miró de soslayo a Suri, la que, entendiendo que su amiga pedía con ese gesto su aprobación, asintió.

       —Gracias Kaori...一Asiru analizó la mirada a Kaori. Su acto repentino de simpatía la descolocó. Pero en virtud de que a sus espaldas se alzaron los reclamos de sus compañeros, tuvo que reprimir las preguntas que quiso hacerle a la muchacha.

       Nerviosa, Asiru tomó la bandeja a rebosar de alimentos y siendo seguida por Suri, se dirigió al fondo del comedor.

       Una vez que estuvieron sentadas, Suri comenzó con su interrogatorio. Al igual que Kaori, ella habría aprovechado esa oportunidad para golpear a Fei, pero el hecho de que su amiga no reaccionara de esa manera la desconcertó.

       —¿Qué pasó? ¿Por qué no lo pusiste en su lugar?

       —No vale la pena. —respondió Asiru para después darle una mordida a la tortilla.

       —Estás mintiendo.

       —No. En serio no tiene caso, eso solo hubiera ensuciado mi imagen. Quiero la estima de los altos mandos... solo así vamos a saber quien o quienes dieron las órdenes... —Asiru en realidad mentía, pero le dio una mordida a su comida para darle naturalidad a su relato, aunque el miedo otra vez la estaba consumiendo, al igual que los recuerdos que en ese instante se agolparon en su mente.

Cuentos de Lumiria: la traición del fuego y el viento [BORRADOR]  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora