Parte 3

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Pasaron años desde que regresé a España. Me pude instalar ahí sin problemas, ya tenía una hermosa casa y una linda familia (Mi novio, mi hija y yo). Trabajaba junto a mi novio en un hotel. No era la gran cosa, pero podíamos vivir. Durante las vacaciones de invierno (en el mes de diciembre) íbamos a mi país. Esas veces era yo quien le enseñaba a Mateo las bellezas de Argentina. Aparte le presenté a mi mejor amiga.

- Mira bebe, ella es Jessi, la gran tía de Aurora

Al principio, como era de esperarse, no se llevaban bien. Pero como mi sobrina, Diana y mi hija se llevaban bien, Mateo y Jess intentaban hacer lo mismo.
Mi bebe y yo teníamos que volver a trabajar. Le dije a Aurora que alistara todo, me obedeció con un poco de tristeza, ella no quería irse.
Todos nos despedimos de Jess y Diana, tomamos un taxi para ir a Ezeiza y de ahí a Madrid. Todo era igual que siempre, llegamos a casa a la madrugada, como era de esperarse.
Aquel día había mucho viento, parecía que habría un tornado, pero qué ocurriese era imposible.
Mateo ingresaba al trabajo antes que yo, por eso apenas llegamos se fue a dormir. En cambio, yo me fui a preparar un café para tomar mientras veía unos dibujos con mi hija.
Iba todo tan bien, de pronto cayó un árbol en la cocina, justo sobre las hornallas, el fuego empezó a propagarse, el viento también ayudó a expandirlo.
Apareció Mateo, llevaba aúpa a Aurora

- Venga, huyamos de acá, este lugar está que se cae a pedazos.

Tratábamos de salir como pudiéramos, gritábamos, era inútil, nadie nos oía.
Había una pared que tenía un hueco que llevaba al exterior

- Ven Jois, salgamos por ahí

Él bajó a la niña y le dijo que saliera por ahí, que todo estaría bien y que espere en la casa de la vecina del frente. Ella obedeció, se metió en el hueco, logró salir.

- Jois, es tu turno

Me costó entrar por el agujero, era un poco angosto. Realicé bastante fuerza para moverme.
No sé cómo pude salir.

- Dale amor, te toca a ti, tú puedes.

Se metió, no se podía mover, solo tenía un brazo afuera
Mateo hacé un poco de fuerza y podrás salir
Yo le jalaba del brazo y él empujaba hacía afuera.
La pared se derrumbó, solo tenía su brazo, el resto de él se quedó en la casa.
Me llevé lo que tenía de él, fui a la casa de la vecina de al frente, agarré a mi hija y salí corriendo mientras gritaba pidiendo ayuda, era inútil las calles estaban vacías y los vecinos en su quinto sueño.
Huí hacia el hotel, el recepcionista me vio y me preguntó que me pasó, me llevó a una habitación vacía. Agarré el teléfono, llamé a los bomberos.
Aurora se había dormido, no sé cómo. Yo esa noche no pude dormir tranquila.
Desperté, al frente mío estaba mi jefe.

- ¿Qué pasó?

Le conté todo, al menos la mayoría, él comprendió mi situación.

- Te dejaré mi casa, podrás vivir ahí. Por los gastos no te preocupes, me iba a deshacer de esa casa, ahora es tuya. Solo necesita algunos arreglos.
Por el trabajo no te preocupes, recupérate y volvé

Agarré el brazo, lo puse en una bolsa, agarré a mi hija, la llevé al aupa hasta la entrada, luego pedí un taxi. Iba a mi “nueva” casa.
Durante el viaje ella se despierta y me preguntó

- ¿Dónde está papá?

- En el trabajo

- ¿Y qué hacemos en un auto?

- Iremos a nuestra nueva casa

Cerró sus ojos y siguió durmiendo. Pagué el taxi con una transferencia. Abrí la puerta de la casa, era enorme, necesitaba muchos arreglos, pero nada serio. Acosté a mi hija en un sillón, yo me fui a la mesa de al frente, saqué el brazo. No podía dejar de verlo ni de dejar de llorar. Mi hija se levantó por mi llanto, me ve y ve el brazo.

- Mamá, ¿qué te pasa, qué pasó acá?

Entre lágrimas corrí una silla e hice un gesto para que se sentara a mi lado.
Ella vino hacía mí, se sentó a mi lado y volvió a preguntar.

- ¿Qué pasó, ese brazo es real?

- Si hija, es real, discúlpame por mentirte, pero ahora te contaré toda mi historia.
Antes de empezar te diré otra cosa, quizás nos digan locas, esquizofrénicas o psicópatas, pero que nada de eso te afecte.

Le conté todo.

-Parece una historia de ficción.

- Parece, pero no lo es. Eso fue lo que pasó, y te diré otra cosa, tu papá quizás no está completo o de forma presencial, pero siempre estará con nosotras.

Ella miraba con asco el brazo.

- Ahora sí, andá a dormir.

Obedeció, se fue al sillón a seguir durmiendo.
Yo me levanté de la mesa y busqué mi bolso. Saqué mi celular y llamé a la tía de Aurora.
Le conté lo qué pasó en mi regreso, le dije que la necesitaba y que se venga para acá, que yo le pagaba el viaje. Ella aceptó.
Ese día no dormí, no dejaba de ver el brazo. Por eso decidí ordenar la casa para los invitados.
Al día siguiente Jess ya estaba acá, vino con la familia completa, por primera vez conocí a mi cuñado, se llamaba Javo Walton, pero él prefería que le digan Walton. Les hice un tour por la casa y les mostré sus habitaciones.
Nosotras dos nos encerramos, no salíamos para nada.
Pasaron dos semanas. Jess me ayudó a realizar un funeral, invité a todos los conocidos de mi novio.
Todos estábamos vestidos de negro y tristes alrededor de la lápida. Cuando todos se empezaron a ir, yo seguía ahí, estaba al frente de él, inmóvil, Jess dejó a Diana con Walton y vino hacia mí para abrazarme, en mi otro lado mi hija también me abrazaba. Yo no podía más, solo miraba su lápida mientras lloraba a cántaros.

Amor sin importar que Donde viven las historias. Descúbrelo ahora