Capítulo 111. El interrogatorio (parte 3)

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García necesitaba hacerle una pregunta a Irene sobre el día que la entrevistó en su casa, por lo que en un momento donde Irene había terminado de explicar cómo había conseguido el medicamento, se animó a hablar con ella.

-Por cierto, Irene. Mi compañera te ha preguntado cómo te iba con Carlos. Me llama la atención el papel que hiciste el día que fui a tu casa. La mujer que vi ese día no tiene absolutamente nada que ver con la mujer que tengo ahora enfrente mío.

Irene miró con cierto desdén al policía. Sabía que se había reído de él y seguramente consiguió herir su ego, lo que la hizo sonreír repentinamente. A García no le pasó desapercibido el cambio que vio en su rostro, y le dieron ganas de soltarle algún improperio a la mujer, pero finalmente se controló y lo único que hizo fue apretar sus puños por debajo de la mesa.

-Mi querido García…Ese día me tuve que emplear a fondo para que tuvieras una imagen de mí de mujer sumisa. Pero tienes razón, yo no soy así ni por asomo. Carlos y yo formamos un buen equipo, nos respetamos porque somos muy parecidos. Yo a él lo venero, pero es que él a mí también. Hemos tenido la suerte de haber podido mandar a nuestros hijos lejos de nosotros. Ellos debían llevar su vida, porque por desgracia o no, no tenían nada que ver ni con Carlos ni conmigo. Al final la genética no ha sido caprichosa con ellos. Y ahora que vamos a estar los dos encarcelados, es mejor que puedan llevar sus vidas lejos de las nuestras.

-Irene, tú tienes algún TOC, ¿Verdad?- le preguntó García a bocajarro.

-¿A qué viene esa pregunta, inspector?- Irene no se esperó que el hombre le hiciera esa pregunta que para ella, no venía a cuento en la conversación que estaban teniendo.

-Irene, me llamó la atención lo limpia que tenías la casa. Se podía comer perfectamente sobre el suelo. Y por mucho que quisieras hacer un papel, podrías tener la casa limpia, pero no tanto como la tenías.

-Entiendo…Pero como sabrás, las personas que padecen este trastorno son inteligentes y perfeccionistas.

-No lo dudo, de hecho diría que eres esos dos calificativos que acabas de nombrar, pero tú también sabrás que a parte son personas con un nivel de ansiedad elevado, con baja autoestima, con sensación de frustración, síntomas depresivos…

-García, con la niñez que he tenido, ¿Crees que podría tener una autoestima normal o elevada?- le preguntó la mujer con la voz alterada.

García prefirió no contestarle a la detenida. Ambos se mantuvieron la mirada por unos largos segundos, hasta que fue Vanesa la que volvió a coger el mando de la conversación.

-Bueno, Irene, ahora cuéntanos por qué Marta.

-¿Que por qué Marta? Bueno, imagino que me lo preguntas porque necesitáis que yo reconozca todo lo que he dicho y mejor dejarlo todo grabado. Está bien, elegí a Marta porque era lesbiana y para colmo tú estabas tonteando con ella. Lo que no entiendo es que si estás con Olivia, cómo tienes el valor de quedar con Marta y tontear con ella. No lo entiendo. Pero bueno, la elegí a ella porque te estaba siguiendo y lo tuve a tiro. Quedaste con ella, se emborrachó y luego la acompañaste a su casa. Me lo dejaste muy fácil, inspectora. Sólo tuve que llamar a su casa, ella me abrió pensando que eras tú, y cuando me vio, se sorprendió pero imagino que al ser yo mujer, se relajó. Estaba muy ebria, no atinaba casi a mantener una conversación normal, por lo que me ofrecí a acompañarla al interior de su casa, y ella accedió sin ningún problema.

-¿Llevabas la epinefrina encima?

-Sí…La llevaba encima. Así que aproveché a que se echó en la cama, cerró los ojos y le inyecté el medicamento. Así de fácil fue.

Vanesa se removió en su asiento con cierto nerviosismo, e Irene se dio cuenta al instante que a la policía le había  afectado más de la cuenta sacar el tema de su amiga, por lo que la detenida siguió metiendo el dedo en la herida de la inspectora.

-Esa mujer era una degenerada, al igual que tú, inspectora. Tú tonteando con ella estando con la forense, ¿No te da vergüenza? Y ella sabía perfectamente que tú tenías pareja. Así sois de promiscuas las lesbianas, me dais asco.

García y Vanesa se miraron a los ojos sin pestañear. La mujer que tenían delante de ellos era una enferma mental y ambos se morían de ganas por acabar el maldito interrogatorio y dejarla entre rejas de por vida. Era lo que se merecía.

-Por cierto, inspectora…¿No me vas a preguntar por qué llevaba conmigo la epinefrina?- preguntó Irene con una sonrisa heladora en su perturbado rostro.

-Dímelo tú, Irene. ¿Por qué la llevabas encima? - Vanesa no quiso mostrarle ningún tipo de emoción, pero al momento de hacer Irene la pregunta, la inspectora sabía que esa dosis letal de epinefrina iba dirigida a otra mujer.

Irene se incorporó acercándose más a la inspectora. La miró fijamente a los ojos, con una mirada que a Vanesa le resultó aterradora, pero ella intentó no inmutarse en su asiento.

-Esa dosis iba dirigida a otra mujer, inspectora, como estás pensando ahora mismo…

De repente García enmudeció. Sabía que lo que estaba por decir esa maldita mujer los iba a dejar a su compañera y a él devastados. Finalmente Irene sí tenía un as en la manga, y aunque los inspectores sabían que podía existir esa posibilidad, prefirieron pensar que no se iba a dar ese caso.

-¿Y a quién iba dirigida si se puede saber? - preguntó Vanesa intentando controlar el tono de su voz.

-Iba dirigida a otra lesbiana infiel, a Leire, la veterinaria que entrevistasteis en varias ocasiones…

-¡No puede ser, Irene! - dijo Vanesa alzando la voz y levantándose bruscamente de su asiento.

-Compruébalo tú misma. Carlos tenía una vivienda vacía…Fue muy fácil para mí quedar con ella allí.

-¡Me cagüen la puta!- Gritó la inspectora saliendo de la sala de interrogatorios apresuradamente.

-¡Estás enferma, Irene, y te vas a pudrir en la puta cárcel, como tu marido! - le dijo García gritándole a la cara.

-Lo único que he hecho es sacar a la escoria de la sociedad. Deberían agradecérmelo…- dijo serenamente la detenida.

Malasaña II (Continuación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora