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—Lo siento, Iguro-san, no estoy interesada en salir contigo. Pero podemos seguir siendo amigos [...]—La trenzada estaba realmente triste al no poder corresponder los sentimientos de el de ojos bicolores con los suyos. Intentaba seguir hablando sobre que podían seguir siendo amigos pero el azabache ya no escuchaba, estaba en blanco.

A Iguro se le partio el corazón en dos al escuchar aquellas palabras salir de la boca de su amada, con la que ya tenía un futuro planeado juntos. El ya no podía escucharla, ya no la podía ver, su vista se encontraba nublada. Dentro del trance, no pensaba ni asimilaba las palabras de la trenzada, su estómago que antes lleno de mariposas al estar con ella estaba revuelto.
Al no dar respuesta, Kanroji, dándose cuenta de que Iguro no reaccionaba a ninguna de sus palabras, tocó su hombro con delicadeza.—Iguro-san, ¿estás bien? Lamento si algo de lo que dije te molesto o te hirió. No tenía intención de hacerte da-

—Tranquila, Kanroji, esta todo bien, no hay rencores.—Interrumpió, no quería escucharla, no por grosero, si no por que le dolía. La rosa roja que traía consigo la oculto detrás de su espalda y la apretó con tanta fuerza que debilitó el tallo haciendo que un par de pétalos calleran al piso.

Kanroji cubrió su boca con una de sus manos al ver como los orbes del contrario se humedecian.—Iguro-kun—Mazcullo.—Enserio, no fue mi in-...—Ya había dado la vuelta, salió corriendo hasta su finca sollozando apretando con fuerza la rosa que alguna vez había estado buscando entre todas hasta encontrar la perfecta para ella.

El frio, la luz de la luna y el aire acariciando su piel lo hicieron sentir mal, realmente mal. Empezó a soltar algunas lágrimas de dolor e ira, ¿qué le faltaba para ser amado por la trenzada?, ¿tenía algo de malo?, ¿realmente la merecía? Esas preguntas rondaban por su cabeza hasta llegar a su finca.
El camino cada vez se hacía más largo, o eso parecía.

Al llegar, calló de rodillas al piso rompiendo en llanto. Se encogió en posición fetal y lloraba sin parar. La rosa que le iba a dar a Kanroji se encontraba encima de una mesita, algo maltratada.

Entre lágrimas, intentaba pensar en que tal vez solo era una broma. Pero no era así.—Debí suponer que me rechazaría, soy un fracasado.—Con una de las mangas del haori se seco algunas lágrimas.
Su serpiente, Kaburamaru, ingreso al lugar deslizandose hasta llegar a su costado.—¿Uhum?, ¿qué haces aquí? Deberías estar descansando.—Recogió a la serpiente quien se enrollada en su brazo.—Yo debería estar descansando.—Desganado, se levantó del piso dirigiéndose al baño. Al llegar, pudo observar sus ojos hinchados por el espejo. Retiro el vendaje que cubría la parte inferior de su rostro para así poder lavarse los dientes. Tomó su cepillo lavando uno por uno, sin pensar en nada.
Los enjuago antes de egresar del lugar para ir a su habitación. Saco un futon acomodandolo en el piso.

Ya era hora de dormir

Ya acostado, abrigado y con algo de sueño, llamo a su serpiente para poder descansar. Aquella albina llego acostandose junto a su dueño quien acarició su cabeza.—¿Sabes que te quiero mucho, no?, eres de lo poco que quiero conservar en mi pasado.

Eran aproximadamente las once de la noche, el ambiente ya estaba menos tenso. Un dolor algo leve molesto a Obanai logrando frustarlo.—Oye, ¿podrías traerme un paquete de pastillas para el dolor de cabeza?—El cuervo lo miró y, sin insistencia, salió volando del lugar a traerle el mandado.

Al pasar el rato, alguien tocó la puerta. Era aquel pilar con el cabello de fuego con el cual se habia criado desde pequeño quien traia consigo las pastillas.

—Pase, esta abierto...—Menciono algo desganado para luego intentar levantarse con un leve mareo.—¿Mjm? Ah, hola Kyojuro, ¿qué se te ofrece a estás horas?—Pregunto mirandolo perdidamente algo cauteloso.

—¡Hola hermano adoptivo!, ¡vengo a traerte tus pastillas para la fiebre! Tu cuervo me aviso que estabas mal, justo a tiempo, ¡¿no crees?! Veo qué estás algo rojo, ¿no deseas algo de tomar?—Exclamo con un tono alegre y preocupado tomando el paquete entregandolas al de ojos bicolores.

—No, gracias por las pastillas, Rengoku, solo quiero estar solo.—Respondió para luego despedirse y ver como su "hermano" se alejaba de aquella zona sin poner resistencia alguna mientras se alejaba de aquella zona alegre por haber cumplido con exito su "mision".

—Eres muy ocurrente.—Pronuncio mirando a su cuervo el cual los miraba desde la ventana. Dio la vuelta y camino hasta la cocina.

Abrió el paquete tomando uno de los tres blisters que estaban dentro. Saco una pastilla y la trago junto al vaso de agua. Luego de ello, volvió a su futon para dormir a gusto.
Kaburamaru lo siguió volviendo a su posición anterior, ambos quedandose poco a poco dormidos.

୧───ೋღ𝓤𝓷 𝓹𝓪𝓻 𝓭𝓮 𝓱𝓸𝓻𝓪𝓼 𝓭𝓮𝓼𝓹𝓾́𝓮𝓼ღೋ───୨

Se levantó de golpe, aturdido y asustado pues, había tenía un sueño algo peculiar, con alguien quien despreciaba, bastante, Giyuu Tomioka.

Este saco la lengua en señal de asco. No podía creer que tuve una "pesadilla" romántica con el azabache, era realmente perturbador.
Lo que más lo asustaba fue que realmente sintió como el de ojos azules tocaba su rostro, sus manos, su cuerpo. Era, extraño.
Podía seguir sintiendo como las manos grandes y frias recorrían su cuerpo.—F-...fue solo un mal sueño.—Se convencía a si mismo de ello tartamudeando.—Es realmente aterrador, lo sentí muy, real.

Era una esplendida noche, la temperatura era perfecta, los grillos y las cigarras eran el unico sonido que dominaba y el viento acariciaba el rostro del azabache. Para el no era así, ls fiebre había vuelto.

Lastimosamente, el de ojos bicolores no podia disfrutar nada de esto por su dolor de cabeza que aumentaba considerablemente según pasaban los segundos, minutos, horas.

ntento buscar las demás pastillas levantándose y caminando a la cocina. Antes de ello, tomo una liga amarrando su pelo corto en una coleta dejando su cuello ardiente expuesto.
En el camino, sintio como sus testículos se hinchaban. Cayó al suelo soltando un grito adolorido.

Los deseos sexuales aparecieron junto a un horrible dolor en la parte baja de la espalda. Esto iba de mal en peor para el azabache, el dolor era insoportable, asi que tendria que llamar a una persona para que pueda ayudarlo con mas fuertes hormonas sexuales que desprendia.

Su pequeña serpiente de dio cuenta saliendo lo más rapido posible de la casa para traer a alguien para que lo ayude o si no la ¿muerte?

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Les habla su creadora. :3
¿Qué les pareció?, espero que lo hayan disfrutado.

♨︎ 𝑃𝑎𝑡ℎ𝑒𝑡𝑖𝑐 ♨︎ [Giyuuoba] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora