Capítulo 2: Una obsesión hirviente

203 15 2
                                    

A medida que el tiempo pasaba también lo hacia su obsesión, los colores una vez vibrantes del Reino Champiñón ahora le parecían aburridos y sin vida a Mario. En este punto su obsesión lo había consumido hasta el punto en que ya no podía ver la belleza del mundo que lo rodeaba, ahora mismo, todo lo que podía ver era su ardiente deseo de controlar todos los aspectos de la vida de Luigi.

Comenzó de manera bastante inocente. Mario siempre sintió un fuerte instinto protector hacia su hermano menor, Luigi. Desde aspectos pequeños como el  apoyarlo moralmente o sus ansias de protegerlo de cualquier peligro. Pero con el tiempo, ese instinto se transformó en algo más oscuro y siniestro. Las acciones de Mario se volvieron cada vez más erráticas a medida que profundizaba en su obsesión, en este punto seguiría a Luigi donde quiera que fuera, acechando en las sombras, observando cada uno de sus movimientos. También, poco a poco se volvía mas cariñoso con el y no eran solamente pequeños gestos de afecto.

La paranoia carcomía su mente, convenciéndolo de que Luigi podría estar conspirando contra él o planeando en secreto abandonarlo, siendo así que, impulsado por sus celos, Mario recurrió a la manipulación y el engaño. Plantaría semillas de duda en la mente de Luigi sobre sus amigos, difundiendo mentiras y rumores para aislarlo aún más. Mario se volvió experto en manipular situaciones a su favor, creando escenarios que harían que Luigi dudara de las intenciones de quienes lo rodeaban.

La posesividad de Mario escaló a niveles peligrosos. Tenía ataques de ira incontrolables cada vez que Luigi se atrevía a pasar tiempo con otra persona. Obsesiones enfermizas consumían sus pensamientos día y noche, llevándolo a actuar de formas que nunca pensó que sería capaz de hacer. Empezó a hablar consigo mismo, tramando elaborados planes para mantener a Luigi a su lado, ignorando por completo las consecuencias de sus acciones. Amigos y aliados del Reino Champiñón sintieron el cambio en el comportamiento de Mario, no dudaron en intervenir, en intentar romper el control de su hirviente obsesión, pero sus esfuerzos fueron recibidos con hostilidad y resentimiento. Mario se volvió cada vez más aislado, alejando a quienes se preocupaban por él, sin darse cuenta del daño que se estaba infligiendo a sí mismo y a sus relaciones.

En medio del caos, el espíritu vibrante de Luigi comenzó a marchitarse. Se sintió sofocado por la presencia de Mario, todos sus movimientos escudriñados y controlados. El vínculo entre los dos hermanos, una vez inquebrantable, ahora parecía frágil bajo el peso de la obsesión de Mario. Luigi anhelaba una sensación de libertad, explorar el Reino Champiñón más allá de los ojos vigilantes de Mario. Pero cada intento de afirmar su independencia se encontró con la ira y el castigo de Mario, así, todo esto escalaria hasta el punto en que Mario decidió marcar su territorio.

Un amor distorsionado: la obsesión posesiva de MarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora