Capítulo 5

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Después de unos días de inquietud por el estado de Tylerskar, por fin pude quedar con él en nuestro rincón favorito de la ciudad, "La Taberna", donde tan buenos ratos pasamos y tan buenos amigos hemos conocido.

Así, con el ánimo subido y la felicidad electrificando mis músculos llegué a la hora convenida, mas en cuanto divisé a Tylerskar en un recodo de la barra con su infusión, me di cuenta de que algo no iba bien. Desde ese momento, una negra nube de tristeza y amargura eclipsó la luz del local en la zona donde estábamos sentados. Ya desde el saludo comencé a discernir el problema que había mantenido a mi amigo lejos de nosotros, aislado en su mundo de dolor y prisionero de su mente. Aunque no hiciera falta que me lo verbalizara, pues se veía con una simple mirada para quienes conocíamos su particular sentido del humor, y en esta ocasión no estaba tan alegre ni con su peculiar gracejo. De cualquier manera, él me confirmó que había sufrido una nueva crisis de su bipolaridad, la cual, también me aseguró que la pudo superar sin recurrir a su droga más habitual y dañina, el alcohol, el que le hacía parecer un verdadero demonio lleno de amargura y malas palabras hacía los demás. Ante tan magna demostración de fuerza de voluntad, me alegré profundamente en mi interior, y así se lo hice saber.

Una vez puestos al día sobre nuestras situaciones particulares, es decir nuestras vidas, comenzamos a rememorar el modo en que conocimos a Alma y Niño en la Cabaña de Anciano, quien siempre intentaba ayudar a Hombre a enfrentar los problemas, un día que hicimos una ruta de senderismo por la montaña. Y lo bien que lo pasamos durante la cena que organizó Anciano, donde acudieron también como invitados Conciencia (el cual en ese momento departía amigablemente con Rick y Rebeldía, viéndose a los tres muy animados en su charla, aunque supongo que Rebeldía llevaría la pena por dentro debido a los malos días pasados por su compañero de piso y gran amigo Tylerskar), Experiencia (que llevó algunos licores dignos de los dioses), Ira, Rectitud (quien sacudía con la cabeza ante cada impertinencia que decíamos después de libar los cócteles que preparaba Experiencia, o simplemente tras las bromas que Tylerskar y yo estuvimos gastando al grupo), Valentía y demás camaradas de La Taberna. Todo ello grabado en mi memoria en imágenes muy nítidas e imborrables.

Mientras repasábamos varias vivencias más, las cuales nos han unido todavía más hasta el punto de considerarnos familia, nos llevó la morriña a recordar nuestro deambular por la Gran Ciudad camino de La Cala majestuosa que nos traía las puestas de sol más hermosas y artísticas que nadie pudiera imaginar. Recordando esos atardeceres, me fijé en la mirada entre soñadora y perdida en cavilaciones interiores de Àngels, la cual estaba recorriendo los cuadros que adornan La Taberna como si de una ruta turística se tratara.

Seguramente, pensé, rememoraba como traspasamos esta realidad en busca de la inspiración que nuestro amigo, Tylerskar, necesitaba cuando se afanaba en su vocación de artista del abecedario y componía sus relatos que nos transportaban a mundos de fantasía, en la cual Joel, su yo escritor, tenía interesantes charlas con su particular "Pepito Grillo", y los llevaba a todos a luchar con Monstruo, Anaconda y demás caterva de los más variopintos demonios que pululan por sus letras.

Por ello tuve que preguntarle el motivo de su estado de ensimismamiento más absoluto a Àngels, y su respuesta fue que los óleos de Experiencia la retrotraían al momento en que Adolescente en la cena de Anciano comenzó a despotricar contra todos diciendo que el sería capaz de triunfar donde todos fracasamos.

—¿Y la Mujer de Anciano que tan bien nos trató y tan buenos platos cocinó, ¿Qué habrá sido de ella? — Se preguntó en voz alta Àngels.

—Seguro que sigue disfrutando de la vida que les quede a los dos junto a Alma y las visitas de Niño y Hombre. — Le respondí yo.

Luego ella se interesó por el estado de Tylerskar, y las posibles consecuencias de una recaída. Pero la tranquilicé haciéndola ver que estaba mejor de lo que parecía, y listo para la lucha de nuevo con más fuerza y energía que nunca.

Por último, todos nos despedimos hasta una siguiente reunión donde disfrutar de la compañía de grandes amigos.

En cuando a mí, las dos conversaciones, la que tuve con Tylerskar y con Àngels, me hicieron preguntarme por mis Monstruos y demás conmilitones en su lucha por hacerme ser menos sociable, y que la timidez venciera definitivamente su batalla contra mi resistencia.

Una consumación en la TabernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora