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En ocasiones parecía que la vida de Jeon Jungkook era escrita por creadores de comedia. Todo le pasaba.

¿Tirar cosas en un supermercado y crear desastres? Al menos una vez en el mes ocurría. ¿Tropezar en la calle y caer (convenientemente) en algún charco? Casi cada vez que llovía. ¿Equivocarse en las mañanas y colocar sal al café? De dos a tres veces en la semana.

A estas alturas de su vida ya estaba acostumbrado y solía tomarlo de buena manera. Cada día ocurría algo nuevo así que jamás se aburría. Todo pareció calmarse con el nacimiento de su hijo.

Ahora hacia las cosas con mayor cuidado y siempre atento a su alrededor. Todos aquellos accidentes disminuyeron bastante, pero aún así seguían ocurriendo de vez en cuando.

Cómo ahora. Que iba jugando en medio de la solitaria calle iluminada por farolas y la luz de la luna, aventaba sus llaves con su mano libre (con su otro brazo cargaba a su pequeño) y las atrapaba en el aire. Hasta que cayeron entre las rendijas de una alcantarilla.

Y ahora no tenía llaves para entrar al departamento. Casi eran las diez de la noche y estaba bastante fresco para su pequeño.

— Tienes un papá algo torpe, cariño. — comenta con voz suave y deja un beso en la mejilla gordita y adorable del pequeño. — iremos a la cafetería del tío Tae, el tiene las otras.

Sin más, cambia el rumbo de su caminata en dirección a la cafetería de su mejor amigo (y también compañero de apartamento).

— Disfrutaremos un poco más de la bella luna y las estrellas. Yo sé que también te gusta observarlas.

Coloca mejor la manta alrededor del cuerpo del bebé, no quería que se resfriara por su torpeza. Casi media hora después llegaron al local que afortunadamente seguía abierto con unos pocos clientes disfrutando sus bebidas y comidas.

Se sentó en una mesa cercana a la ventana y se apresuró a avisarle a su amigo que se encontraba ahí y lo esperaría hasta el cierre.

Dejó el celular en la mesa y presto atención a su hijo, que parecía bastante entretenido observando a un chico en la mesa de al lado.

La respiración comenzó a fallarle y si no estuviera sentado podría jurar que acabaría en el piso tras observar al hermoso chico sentado ahí.

— Tienes gustos buenos, como tú papito. — susurra al bebé aunque sabe que no le entiende.

Finalmente el chico parece ceder y busca por el lugar hasta dar con aquellos pequeños ojos que le observaba con lo que parecía ser atención y admiración. Le regala una sonrisa al pequeño que parece esconderse entre los brazos de su padre.

Jungkook no se lo piensa mucho para tomar su celular y cambiarse a la mesa donde el solitario chico tomaba su bebida caliente.

— Hola, soy Jungkook y este pequeño es Boyoun. — presenta con una enorme sonrisa en el rostro, la misma adorable sonrisa que también pertenece al bebé.

— Park Jimin.

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