Amor y Venganza: La saga de Bakugo y Midoriya

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La oscuridad envolvía la ciudad con su frío abrazo, y Bakugo se deslizaba por las calles con paso firme y decidido. Llevaba una capa negra que le cubría el rostro y una espada que le colgaba de la cintura. Su corazón latía con fuerza, lleno de odio y sed de venganza. Había esperado mucho tiempo para este momento, el momento de enfrentarse a su enemigo y hacerle pagar por lo que le había hecho.

Su enemigo era Midoriya, el rey de los vampiros, el hombre que había destrozado su vida. Hacía diez años, Bakugo era un joven mago que vivía felizmente en un mundo paralelo llamado Arcadia, donde la magia y las criaturas fantásticas convivían en armonía. Allí conoció a Midoriya, un hermoso vampiro de cabello verde alborotado y ojos verdes que le robó el corazón. Se enamoraron perdidamente y se juraron amor eterno.

Pero todo cambió cuando Midoriya reveló su verdadera naturaleza. Resultó ser un tirano cruel y ambicioso, que quería conquistar ambos mundos y someterlos a su voluntad. Usando sus poderes vampíricos y su influencia sobre Bakugo, lo traicionó y lo usó como un peón para abrir un portal entre Arcadia y la Tierra. Así comenzó una guerra sangrienta entre los dos mundos, en la que Midoriya lideró a sus hordas de vampiros contra los humanos y los seres mágicos.

Bakugo se dio cuenta demasiado tarde de su error y trató de detenerlo, pero fue inútil. Midoriya lo capturó y lo torturó durante días, hasta que finalmente lo dejó escapar como un acto de burla. Le dijo que nunca podría vencerlo, que él era más fuerte y más inteligente que él, y que lo único que le quedaba era sufrir por su amor perdido.

Bakugo logró huir y se refugió en una resistencia clandestina formada por humanos y seres mágicos que se oponían a Midoriya. Allí encontró nuevos amigos y aliados, que lo ayudaron a recuperar sus fuerzas y su voluntad de luchar. También aprendió a dominar mejor su magia, que era muy poderosa pero inestable. Se convirtió en un líder respetado y temido por sus enemigos, y se ganó el apodo de "El Cazador", por su habilidad para rastrear y eliminar a los vampiros.

Durante diez años, Bakugo luchó contra Midoriya y sus secuaces, buscando una oportunidad para enfrentarlo cara a cara. Y esa oportunidad llegó esa noche, cuando se enteró de que Midoriya iba a celebrar una fiesta en su palacio, donde se reunirían los vampiros más importantes de ambos mundos. Bakugo se infiltró en el palacio con un grupo de rebeldes, dispuesto a acabar con él de una vez por todas.

Llegar al palacio no fue fácil. Bakugo tuvo que sortear varios obstáculos y peligros para llegar hasta allí. Primero tuvo que cruzar el río que separaba la ciudad del bosque donde se escondía la resistencia. El río estaba vigilado por patrullas de vampiros armados con ballestas y perros entrenados para detectar el olor de los humanos. Bakugo tuvo que usar su magia para crear una niebla espesa que les ocultara la vista y el olfato, mientras él y sus compañeros nadaban sigilosamente bajo el agua.

Después tuvo que atravesar el bosque, donde había trampas mortales y bestias salvajes controladas por Midoriya. Bakugo tuvo que usar su magia para desactivar las trampas y ahuyentar a las bestias, mientras él y sus compañeros avanzaban con cuidado por el sendero. Algunos de sus compañeros cayeron víctimas de las trampas o de las bestias, pero Bakugo no se detuvo. Su objetivo era claro: llegar al palacio.

Finalmente tuvo que escalar el muro que rodeaba el palacio, donde había cámaras de seguridad y alambres electrificados. Bakugo tuvo que usar su magia para crear un campo de fuerza que los protegiera de las cámaras y los alambres, mientras él y sus compañeros trepaban por el muro. Algunos de sus compañeros recibieron descargas eléctricas o fueron detectados por las cámaras, pero Bakugo no se detuvo.

El palacio era una fortaleza imponente y majestuosa, construida con piedra blanca y mármol negro. Tenía cuatro torres en las esquinas, coronadas por banderas rojas con el símbolo de Midoriya: un murciélago con las alas extendidas. En el centro, había una cúpula de cristal que reflejaba la luz de la luna. El palacio estaba rodeado por un jardín lleno de flores exóticas y fuentes de agua. El palacio era una muestra del poder y la riqueza de Midoriya. Y también era el lugar donde Bakugo iba a matarlo.

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