𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙐𝙣𝙤

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[ ❝𝐄𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧 𝐠𝐚𝐭𝐨❞ ]

Yuji había comenzado a ir mas seguido al mercado, y el hombre del puesto de vegetales le habia preguntado en forma de broma si acaso estaba embarazado o algo, porque no era normal la cantidad de comida que compraba en tan poco tiempo.

Yuji solo respondió una cosa— Tengo un gato.

—¿Un gato? Pero los gatos no comen tanto.

—Es un gato grande.

Y no era ninguna mentira, porque Sukuna era igual a un gato.

Desde que se habían conocido hace aproximadamente dos meses, el enorme hombre de ojos azules había tomado la rutina de ir a su humilde morada todos los dias a un mismo horario. Sukuna se quedaba en los limites que separaban el bosque de la casa de Yuji y ahí se quedaba sentado, platicando con el joven mientras lavaba o colgaba la ropa, o cuidaba su pequeño jardín de heliotropos morados.

El problema había sido que, a Yuji le habia dado hambre a una hora temprana de la tarde, la que Sukuna usaba para ir a visitarlo.
No quería parecer mal educado, asique se cocino una porción de comida para el y otra para Sukuna, ahora cada vez que el hombre iba, el sonido de su hambriento estomago ponía a trabajar a Yuji.

Las primeras veces lo dejo pasar, creyendo que simplemente Sukuna estaba pasando una mala racha y que comía poco, pero con los dias, aprendió a leer los ojos del mayor, encontrando que el tipo llegaba a posta hambriento a su casa para que él le cocinara.

—Cocinas mejor que mi servidumbre, es todo.

—¿“Servidumbre”? —entrecerro sus ojos Yuji, con sus manos en su cadera—¿Eres amigo del emperador o algo parecido?

—Nah, no me meto en la política—respondio calmadamente Sukuna, dándole un buen sorbo a su tazon de fideos, estaba con el agua hirviendo, por alguna razon, que Yuji desconoce, asi era como le gustaban.—Es aburrida, aunque ver los desastres que se arman por ella es divertido.

—¿Y que haces con la comida que tus...sirvientes hacen?

Sukuna alzó sus ojos y lo miró fijamente, alzando una ceja—Pues, la tiro ¿Que mas haría con ella?

Y Yuji le pego con una sartén por decir eso, Sukuna recibió un discurso de 10 minutos sobre como era un desagradecido hijo de puta que debía valorar lo que tenía.
Y por primera vez, el Rey de las Maldiciones no mato a la persona que se atrevió a golpearlo y a corregirlo como si fuera un niño, porque esos ojos lo veían con decepción y rabia y era lo que menos quería ver reflejado en ellos.
Le prometió no volver a hacerlo.

—Más te vale—Yuji se cruzo de brazos, mirandolo con unos ojos que tenian marcada la palabra “amenaza” en ellos— si no, te localizare para darte una buena paliza por insensato.

Sukuna sonrió al oír eso—Te triplico en tamaño, mocoso. No podrias hacerme ni un rasguño.

—No pierdo nada intentandolo.—bufó con una sonrisa Yuji.

Sukuna alzó una ceja, la actitud atrevida del muchacho le gustaba. De ser usada por cualquier otro, ya estaría cortado en miles de pedazos y guardado en su despensa para que Uraume preparara una buena carne, porque claramente no le traería ese cuerpo a Yuji, por más que adorara la cocina del chico.

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⏰ Última actualización: Aug 13, 2023 ⏰

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𝐋𝐚 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐚 𝐲 𝐒𝐮𝐬 𝐎𝐣𝐨𝐬 ||•𝚂𝚞𝚔𝚞𝙸𝚝𝚊•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora