Uno.

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- Viene una chica nueva, por favor, no lo arruinen está vez.

"Chaewon, estamos juntas en esto, o todas la arruinamos o todas la salvamos" dijo Michelle, dentro de su cabeza, aunque la escuchaba tan clara que Chaewon podría jurar que le había hablado al oído.

Suspiró, intentando relajarse, estaba muy nerviosa.

Las últimas tres acompañantes que había tenido se habían ido, porque no podían convivir con aquellas cinco personas completamente distintas que compartían un mismo cuerpo.

Por suerte habían sido amables, no la llamaron loca ni le gritaron, ni nada, sólo se habían ido y no volvieron a hablarle.

O al menos era lo que Chaewon sabía, pero ella al ser a anfitriona, las otras personalidades no le contaban nada de lo que pasaba.

Chaewon había sido diagnosticada con Transtorno de Identidad Disociativo hacia tres años, cuando luego de su baile de graduación algo había ido muy mal.

Esa noche de había ido con Sakura, a su casa, siendo su interés amoroso estaba más que claro que su intención era tener sexo con ella, pero fueron un par de besos calientes y después ya no recordaba absolutamente nada.

Despertó al otro día en el hospital, no tenía idea de qué había pasado.

La enfermera, el médico y el psiquiatra que lo visitaron y lo cuidaron un par de semanas lo ayudaron a adaptarse a la nueva noticia.

Esa noche se había sentido algo incómoda con los besos de Sakura, y fue suficiente para que otra parte de su ser tomara el control, aquella que después conoció como Pupu su protectora, encargada de protegerla de cualquier situación sexual con la que no se sintiera a gusto.

Sakura se había dado cuenta que había algo mal, y se detuvo, cuando le preguntó si estaba segura, fue Pupu quien asintió, pero la mayor seguía notando algo raro.

Quizás si Sakura hubiera seguido, hubieran tenido sexo desenfrenado, para que al otro día no recordaría nada y culpara al alcohol, pero no fue así, porque la mayor era muy buena, demasiado.

Pupu era muda, y sabía lengua de señas, y fue luego de un rato que respondió con sus manos a las preguntas de la otra.

Chaewon no tenía ni idea de lengua de señas, luego de aquello, Sakura se había alejado y llamó a sus padres adoptivos, y de allí al hospital, creyendo que había algo malo, porque ninguna de las actitudes de Pupu coincidía con las de su hija.

Se dieron cuenta que allí no estaba la niña que habían adoptado cuando tenía once años: Pupu diría que sí a todo, incluso a cosas que Chaewon odiara, y también estaba el hecho de que no hablaba y se comunicaba con señas, aunque intentaba hacerlo lo menos posible, esa no era su hija, esa no era Chaewon.

Al explicarle lo sucedido al médico de guardia del hospital, la situación no estaba ni cerca de terminar.

Todo ya estaba lo suficientemente raro cuando apareció una tercera persona.

Michelle, cómo se había presentado después, la protectora principal, y fue quien respondió todas las preguntas del médico, y de psicólogo de guardia, un pobre estudiante que parecía muy asustado.

- No estoy en condiciones de responder- dijo, con una voz más grave y seria, definitivamente más intimidante que el tono de voz normal de la joven que todos conocían-. Mamá, ¿Podemos ir a casa? Estoy cansada.

- Nadie se va a ir hasta que esto termine de explicarse, Chaewon- dijo la mujer, y la chica asintió sin ganas.

- Estoy bien, son sólo un par de voces, nada más - dijo, sonaba realmente relajada y convincente.

The Alters. | Purinz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora