Prólogo

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—Dispara....—.

—P-porfavor....no—.

—¡¡DISPARA!!—.

Un grito se escuchaba en el ambiente, un desolado páramo de destrucción, el sol con una luz tenue de un atardecer oscuro iluminaba el área, diferentes plataformas de la zona totalmente destruidas, el área estaba manchada de tinta amarilla combinada con una de color verde oscuro.

Justamente en el centro yacía una Inkling de tez casi morena, de ojos azules y con tentáculos de color amarillo, teniendo un corte tiziano largo, tirada en el suelo, demacrada y desnutrida, apenas y podía luchar, ella estaba llorando, sintiéndose vulnerable ante su agresor.

A su alrededor, habían otros Inklings, tanto chicos como chicas, del mismo color de tentáculos puesto que todos eran un equipo, algo que resaltaba, es que todos tenían el traje del Salmón Run.

Los Inklings solo miraban la escena, sintiéndose impotentes al no hacer nada, otros con miedo de ser ellos quien estuvieran en el lugar de la chica, y algunos solo pensaban "ella se lo busco".

Al costado izquierdo de la Inkling, había otro Inkling, un chico, este tenía un rostro de alguien que no era de confianza, su corte de tentáculo era en forma de cresta, el esbozaba una sonrisa sínica y cruel viendo a la Inkling llorar.

Y en frente de ella, estaba lo que la hacía quebrarse en llanto, un salmónido, este era más grande que los pequeños comunes, quien estaba tirado en el suelo, agonizando, una herida abierta en su pecho dejaba expulsar su tinta, jadeando y intentando respirar, apenas podía mantenerse consciente, y lo que lo rodeaba, eran otros salmónidos, más pequeños que los normales, eran crías, si....El salmónido grande era su madre.

Los pequeños salmónidos sólo estaban abrazándola, mientras ellos lloraban también, por el miedo que sentían, y por el instinto de saber que su madre estaba dando su vida por protegerlos, y había fallado, y solo quedaba esperar por la muerte.

Uno de los Inklings del grupo, más pequeños que los demás dio un paso al frente...

—¿S-s-señor Karl, no cree que ha ido demasiado lejos?—pregunta titubeando, el Inkling agresor se acerca a el, mirándolo sin expresión alguna—.

—¿Algún problema con mi forma de liderar novato?—dice el en frente del pequeño, puede sentir su miedo correr por las venas, y eso lo excitaba—.

—N-n-no s-s-señor....–respondió el menor agachado la cabeza—.

—Entonces—el levanta su mano para acariciar su cabeza, el joven solo puede sentir ondas de escalofríos bajar por su cuerpo—¿Calladito te ves más bonito no?—.

Volteándose a ver a la Inkling del suelo, se acercó y se inclinó a su altura.

—¿Vamos Celia, que diferencia hay? Ya has matado Salmónidos antes...—decía mirándola con ojos fríos—¿Acaso te has vuelto débil?—.

—Tu no lo entiendes...—respondió intentando no sollozar—Ellos son inocentes, solo están defendiendo su territorio porque nosotros lo invadimos, la empresa nos ha mentido todo este tiempo...—.

—¿Buenos, malos, que más da? No importa realmente, lo que si importa es la buena paga que nos dan por sus huevos— sonríe mientras observa la madre Salmónida aún agonizante—.

—¿¡COMO PUEDES NO SENTIR REMORDIMIENTO POR TUS ACCIONES!?—gritó Celia mirándolo con furia, sus ojos bañados en lágrimas sin descanso alguno—.

Karl rodea los ojos antes de responderle—El remordimiento sólo ciega tu mente y te hace comportarte como una marica—.

—Eres un mounstro—Celia afirma con autoridad, sin embargo, lo que la impacto fue recibir una patada en la cara por parte de su agresor, haciéndola escupir su propia tinta conjunto a un diente—.

—Suficiente....—el enseña su lanzatintas y le apunta a la cabeza, pegandola contra el frío suelo—Dispara...o yo lo haré...después de todo, puedo decir que te mataron los salmones, nadie se enterará, nuestro grupo no dirá nada y nisiquera a la empresa le importara—explicó el Inkling sintiéndo el nervio de su compañera—.

Estando contra el suelo y el gatillo, Celia finalmente cede, dejando atrás su moral, sus manos lentamente tomaron el arma que yacía junto a ella en el suelo, temblando con fuerza, a distancia no tendría un tiro limpio, pero de cerca no fallaría el disparo, la madre Salmónida dirige su mirada a Celia, sus ojos implorando misericordia, no por ella, sino por sus hijos, Celia no puede con la presión, y vuelve a sollozar, pero sin dejar su deber a un lado, la Salmónida entonces comprende que la están forzando, y que realmente no quiere hacerle daño, jamás quizo, ella cierra los ojos, esperando el disparo...

Tragando saliva, Celia respira hondo, intentando controlar su dolor...

"Perdóname..."

Lo último que se escuchó fue el eco del disparo resonar en la zona, el llanto de Celia se intensificaba al unísono con el de los pequeños salmónidos, quienes lloraban sobre el cuerpo sin vida de su progenitora, Celia se sentía mareada, su visión totalmente borrosa, era un ser horrible, le había quitado su madre a pequeños inocentes, el mirar el cadáver de la salmónida solo hacía su tormento aún peor...

Pero aun no terminaba, Karl le hizo seña a los otros Inklings para que rodearan cualquier salida de escape de los pequeños salmónidos.

—Muy bien Celia....ahora los niños—.

Celia levanta la mirada, totalmente sorprendida por la petición de su líder, sus ojos se llenaron de terror al oír aquello, diciendo con solo verlos "no me hagas hacerlo".

—Awww no te pongas así, es más, para hacerlo aún mejor —Karl saca una navaja Suiza roja y se la entrega en las manos a Celia—.

"Quiero que los mates con esto..."

Celia solo se preguntaba una cosa, ¿en que momento había llegado a ese punto?.

¿Acaso era algún tipo de castigo de dios?.

No había respuesta para eso.

Solo pensar en su error de haber sido contratada...

Splatoon:Proyecto "S.L.A.Y.E.R"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora