Capítulo Uno

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Cap. 1:
"I don't know you but I want to"

No la conocía. Era verdad pero su esencia, su risa, su cabello, me atraían inexplicablemente a ella. No la conocía pero quería hacerlo. Quería tener una charla con ella, reír con ella, almorzar con ella... Pero no podía, no podía aparecerme y decirle si quería ser mi amiga, no estábamos en el kinder y no era fácil hacer amigos así como si nada. Quizá por eso no temía.

Fue un domingo. Eso ya era un mal augurio. Además de que escuchaba Migraine justo en ese momento. Dos señales demasiado obvias de que nada bueno venía después.

Había salido a la tienda a unos metros de mi casa a buscar nuevos lápices para dibujar, mi hermana pequeña se la había agarrado con ellos cuando le dio una rabieta. Ellos no tenían la culpa de que le prohibieran ver Jersey Shore porque no era apto para una niña de once años, no merecían una muerta tan indigna. La tarde estaba calmada y algo calurosa, para mi buena suerte acababa de salir de la ducha, el cabello mojado cubría mis hombros y espalda, protegiéndolos de los rayos del sol. Recuerdo que me había decidido por un enterizo corto y que estaba muy de moda, un pequeño lujo que me habían permitido ese verano.

Estaba tan concentrada debatiéndome si debía llevar la caja de treinta y seis o la de cuarenta y ocho, me importaba poco si había gente mirándome bien concentrada la vitrina de la tienda.

Escuché como unos pasos se acercaban a mí, cosa que hizo ponerme alerta. No tenía problema en que me vieran de lejos, de cerca ya era otro asunto, invadían mi espacio personal de cierta manera. Vale, no soy buena tratando con la gente, lo sé.

-Hola.

Me hice la que no escuchó nada y fingí que me interesaba bastante la vitrina y su contenido pero los toquecitos en mi hombro me paralizaron, el dolor de estómago por los nervios apareció y la boca se me secó. Como dije, no soy buena tratando con la gente. Volteé lentamente, mis gafas se habían bajado un poco por lo que veía media borrosa a la persona. Oh, pero yo ya sabía quién era. Yo ya conocía esa voz.

Era ella.

Nize.

-Eres Nayra, ¿verdad? -me preguntó, yo asentí -como cualquier estúpida que ha olvidado como hablar- y sonreí para no parecer una tía rara. Volteé ligeramente la cabeza para verme por el espejo de la vitrina, me horroricé, parecía una tía rara y estreñida- Vaya, tienes un nombre precioso, me alegra no haberlo olvidado.

Rebobina, ¿Nize ha dicho que mi nombre es precioso? Que alguien me sostenga que me desmayo.

-G-Gracias -logré susurrar, al menos pude articular palabras. Quise elevar una mano para darme un poco de aire pero no quería ser tan obvia, más de lo que ya me veía probablemente.

-Vamos en la misma aula desde que iniciamos secundaria y nunca hemos cruzado palabras -ella empezó a reír como si hubiese dicho algo curioso, sacudió la cabeza y me miró- Cambiemos eso.

Si tuviera que describir nuestro encuentro con una sola palabra sería repentino. Ella llegó a mi vida como un huracán sin aviso, que no te daba tiempo para ponerte a salvo, ella solo entró sin permiso y derrumbó los cimientos débiles que sostenían mi cordura, ella sonrió como si supiese que venía después. Y aunque yo también estuviese al tanto, no lo hubiera detenido por nada.

The Perfect TwoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora