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El ambiente estaba tenso. Tal vez era la habitación, o tal vez era la hora, pero el silencio era penetrante. Era tan penetrante que hacía ruido en los oídos de Hanbin. La fuerza de Matthew en su mandíbula no había disminuído, estaba comenzando a aturdirlo y mientras apenas habían pasado unos cuántos segundos, para Hanbin parecían eternos minutos en los cuales ninguno había movido la mirada del otro ni por un solo milímetro.

Él no había respondido a su propuesta, pero tampoco se negó cuando sintió los labios de su ex novio chocando violentamente con los suyos. Tampoco le negó la entrada cuando su lengua le pidió permiso a su boca. La habitación ya no era silenciosa, porque los sonidos húmedos seguramente podían distinguirse incluso desde el otro lado de la puerta.
Hanbin no perdió el tiempo al meter sus manos entre la tela y la espalda del menor, descubriendo sus pálidos hombros.

Su piel era fría, pero él era caliente.

—Supongo que no amas tanto a Zhang como tanto alardeabas. —Matthew fué irónico con sus palabras, separándose entre cada beso para poder pronunciarlas.

—Sé que eres un hijo de puta, y tú también lo sabes muy bien. —finalmente le arrancó la bata con furia mientras el menor, ignorando sus palabras, buscaba los bordes de la camisa del contrario para entonces, arrancársela también.

 —finalmente le arrancó la bata con furia mientras el menor, ignorando sus palabras, buscaba los bordes de la camisa del contrario para entonces, arrancársela también

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Jiwoong caminaba tranquilamente por los pasillos del estudio. Las grabaciones comenzarían en aproximadamente una hora, por lo que tendría que discutir con Zhang Hao sobre el libreto de ese día.
El programa de Hao era improvisado, ya que sorpresivamente, se llevaba muy bien con las cámaras y si surgía un problema a media grabación, él podía solucionarlo sin pensarlo demasiado.

Todavía se preguntaba por qué carajo empezaban las grabaciones en la madrugada, pero supongo que era el gusto de su jefe.

Y del maldito rubio teñido que para su mala suerte era el dirigente de cámaras del programa.

Le pagaban bien para ser quejoso.

Lo observó entrar, emitiendo el aura arrogante de siempre que parecía emanar por sus poros. Le apretó el hombro con fuerza, robándole un quejido al mayor que se limitó a mirarlo con odio mientras se sobaba el área dañada, sin poder creer como aquel chico que parecía niña tuviera tanta fuerza.

—Hola idiota. —saludó con sorna el agresor, sonriendo —¿Qué tenemos para hoy? —terminó su frase tirando de una silla para sentarse cerca suyo.

—Lo mismo de siempre, Ricky. —se rascó la nuca —Hablé con Zhang Hao, pensé que tal vez podríamos hacer un episodio de recomendaciones de decoración en accesorios.

—Hmm, que aburrido.

—Pues entonces deberías hacerlo tú. —musitó con molestia, lanzándole el libreto en el pecho —Mejor deberías decirle a tu primo que deje de sacar temporadas inútiles de su programa, ni que fuera una maldita Kardashian. —Jiwoong no tenía miedo de decirle al rubio cosas malas de su jefe. Sabía que él no iba a decírselo, por más odio que tuvieran entre sí.

—Pues mejor deberías agradecerle. Gracias a Hao tienes trabajo. Si no, seguirías siendo un mediocre. —Ricky hizo una mueca y Kim sólo volteó su silla dándole la espalda, para que el contrario no pudiera notar que ese comentario le había dolido.
Decidió añadir unos cuántos detalles más al libreto, ahora sólo faltaba esperar a que Zhang Hao estuviera listo. Apenas iban a dar las 5:00, faltaban apenas 15 minutos para iniciar la grabación, así que decidió ir por un café al comedor para despejar su mente por al menos las 2 horas que faltaban del programa.

Se encontraba esperando a que la cafetera emitiera el pitido, mientras pensaba en más ideas para el programa. A decir verdad, no había mucho jugo que exprimir, pero sorpresivamente siempre encontraba algo. Por más pequeño que fuera, a la gente le gustaba ver a Zhang Hao en televisión.

—¡Jiwoong! Hola. —saludó Youngjae llegando a su lado. Ambos trabajaban juntos en el estudio, el mayor era el editor del programa.

—Oh, hola hyung. Honestamente estoy harto de ver tu cara, todo el día hemos estado juntos. —rió cansado.

—Tienes razón. No es buena idea salir con los chicos cuando más tarde hay grabación. —suspiró cansado mientras se sentaba en la silla más cercana del lugar.

—Por cierto, ¿Sabes si mañana... —Jiwoong se vió interrumpido por el sonido de su propio teléfono vibrando y sonando con una llamada entrante. En la pantalla pudo distinguir de inmediato el nombre de Shen Ricky, y preparado para lo que muy probablemente iban a ser reclamos estúpidos por parte del rubio, atendió la llamada. —¿Qué sucede?

Ah, por favor ve a buscar a Hao. Faltan menos de 15 minutos para empezar la grabación y la maquillista lo está esperando hace media hora. Ve a buscarlo a su oficina por favor, allí debe estar haciendo no se qué.

—Okay, yo lo busco. —colgó. Miró con tristeza su café apenas listo y a su amigo que aún yacía sentado. —Me tengo que ir Jae, nos vemos luego. —hizo una seña de despedida y se retiró para poder llamar a su jefe.

Tomó el ascensor lo más rápido que pudo, ya que dudaba que pudieran hacer algo con la cara de Zhang en 10 minutos como mucho. Le extrañaba que el chino llegara tarde, ya que siempre había sido puntual, y más cuando se trataba de su trabajo. No eran muy amigos, pero se conocían, y sabía que algo debió surgir como para estar llegando tarde a las grabaciones.

Caminó por el pasillo, checando todas las oficinas por si de casualidad, al castaño se le ocurría estar ordenando algo justo antes de la grabación.
Finalmente, llegó a la suya con su café aún en las manos. Estaba nervioso por llegar sólo así, sin mencionar que el menor lo intimidaba un poco.

Estaba listo para golpear levemente la puerta, con su mano hecha un puño a escasos milímetros de ésta, hasta que escuchó un extraño quejido y cosas que parecían estar cayéndose. No pudo evitar preocuparse ante aquellos sonidos, así que abrió la puerta levemente para ver que era lo que estaba sucediendo.

Una mujer encima del escritorio, y Zhang escondido entre su cara.

No soportó haber visto aquello. Su taza de café había caído de sus manos, y ni siquiera se había percatado de ello. Cerró la puerta y sin importar nada, empezó a correr escaleras abajo sin aún creer lo que había visto. Había muchas preguntas y pensamientos en su cabeza, pero sólo podía hacer algo.

Tomó su teléfono del bolsillo, con las manos temblorosas e indeciso, buscó el contacto entre tantos que estaban guardados.

Un pitido, dos pitidos.

Finalmente contestó.

—Hanbin, ¿Tienes tiempo para hablar?

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2023 ⏰

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