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Zhanghao se removió en su asiento de nuevo. La mirada de Gunwook en él siempre le incomodaba, y le daba mucho miedo. Pero el chico no parecía tener ojos para nadie más. Zhanghao no sabía si sentirse halagado o si, por el contrario, debía considerarse perturbador. Y así es como lo ve Zhanghao, perturbador. Claro que no siempre fue así.

Cuando se conocieron, el primer día de clases y cuando Zhanghao se mudó, Gunwook sólo le dedicó una mirada desinteresada. Nunca habló con él, por más que Zhanghao trató de sacarle algunas palabras. Con el pasar de las semanas, el castaño dejó de intentar y se preocupó más por sus nuevos amigos.

Todo parecía ir bien, no había discusiones de ningún tipo y Gunwook siempre acataba lo que el castaño decía. Pero una noche, Zhanghao se retrasó en llegar a la habitación. Estaba lloviendo, y su coche se había descompuesto, así que tuvo que correr a la residencia con el agua mojando todo lo que llevaba. Cuando llegó, Gunwook estaba furioso. No le gritó, ni lo golpeó, pero Zhanghao hubiera preferido unos cuantos insultos y unos golpes.

Hao se acercó a su cama, donde las sábanas estaban desordenadas y sus peluches estaban en el suelo. Su almohada tenía un extraño color rojo, el castaño se acercó con miedo. Las puntas de sus dedos acariciaron el color carmesí, llevándose los dedos a la nariz, Zhanghao entendió de qué se trataba.

Se alejó a tropezones, asustado. No sabía de quién podía ser la sangre en su almohada. Volteó para ver a Gunwook, asegurándose de que no le pertenecía a su compañero de habitación, pero el pelinegro sólo estaba manchado con ella. Sus grandes manos cubiertas por el carmesí, su remera blanca manchada.

Hao se acercó a la cama de nuevo, quitó las sábanas con rapidez; un pequeño pájaro yacía en el medio de su cama, destripado y con los ojos aún abiertos.

Zhanghao gritó. Retrocedió y salió corriendo de la habitación. Quince minutos después, volvió junto al conserje y el rector. Gunwook seguía de pie en una esquina, mudo, como siempre.

- ¡En la cama! ¡Justo en el centro! - indicaba Zhanghao. Se mantuvo alejado de su cama, mientras los hombres mayores se acercaban con el ceño fruncido.

- Joven Zhanghao, aquí no hay nada. - el conserje movió las sábanas, las almohadas y no encontró nada.

- ¿Q-qué quiere decir? - Hao dio dos pasos adelante, lágrimas en los ojos y las manos temblando.

Su cama estaba como nueva. Las sábanas limpias y la almohada blanca como siempre. No había rastros de sangre. Sus ojos se movieron a las manos de su compañero, totalmente limpias, al igual que su remera.

- P-pero estaba ahí. - la suave voz de Hao hizo suspirar a Gunwook. Era tan precioso.

- Joven Zhanghao, tal vez tuvo una pesadilla. - le explicó el rector, que estaba con su pijama, imposibilitando poder verlo seriamente.

- ¡No! - Hao negó con la cabeza repetidamente - ¡No fue una pesadilla! ¡Acabo de llegar! - su mirada se fijó en el más alto, de nuevo -¡Diles, Gunwook! ¡Tú estabas ahí!

Este se encogió de hombros y evitó mirar a su amor prohibido. Los hombres mayores intercambiaron miradas antes de salir de la habitación.

- Zhanghao, ¿por qué no va a las reuniones con la psicóloga? Podrían ayudarle si esta clase de cosas ocurren a menudo. - el rector movió las manos como siempre hacía.

- ¿Está diciéndome que estoy loco? - Hao estaba ofendido, estaba asustado y resulta que lo estaban tomando como un loco de atar.

- Por supuesto que no, Zhanghao. Sólo digo que busque ayuda si la requiere. - el rector se despidió con una ligera e incómoda sonrisa y se fue junto al conserje.

CONTROL || GunHaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora