IV

194 24 1
                                    


Era la segunda noche en casa, cuando el timbre sonó a las 23:00 pm. Zhanghao salió de su caliente cama para ver quien era, sus padres ya estaban dormidos, al igual que su pequeña hermana. Solían dormir temprano, estaban acostumbrados a ello.

Bajó los escalones con rapidez, pero ligeramente. Sabía que era su obligación ver por la mirilla antes de abrir, pero no quería que el visitante tocara el timbre de nuevo, toda su familia despertaría entonces.

Entre abrió la puerta y lo primero que vio fue una chaqueta negra, tuvo que levantar la mirada para alcanzar el rostro del visitante.

- ¿G-Gunwook? ¿Qué haces aquí? - su mano se apretó con fuerza al pomo de la puerta, un poco asustado.

El pelinegro no contestó, simplemente lo observó antes de bajar la mirada hasta sus zapatos deportivos. Metió las manos en los bolsillos de su jean y se tambaleó un poco hacia atrás.

- ¿Está todo bien? - preguntó Hao de nuevo.

Este negó con la cabeza. Levantó la mirada y Hao pudo ver sus ojos oscuros con un tono rojizo alrededor. O había llorado... O estaba drogado, esperaba que sea el primero.

Abrió un poco más la puerta y salió al porche. Tomó suavemente el brazo de Gunwook y lo llevó al sofá de madera que su madre había puesto.

- ¿Qué pasa? - preguntó - ¿Inhalaste algo... Indebido? - sabía que era muy descortés, pero Zhanghao le tenía fobia a los ebrios y a los drogados.

Gunwook frunció el ceño confundido, pero después negó con una pequeña sonrisa divertida. Zhanghao no recordaba haberle visto sonreír antes.

- Es mi mamá - respondió entonces.

El más bajo asintió. - ¿Qué pasa con ella? ¿Está enferma? ¿Quieres que la llevemos al hospital? - se estaba poniendo de pie para traer su chaqueta, pero el pelinegro lo detuvo.

- No - dijo simplemente.

- ¿No qué? - buscó más información que un simple monosílabo.

Gunwook lo observó por unos segundos antes de acercarse y darle un beso corto. Zhanghao estaba sorprendido, pero le había gustado la suavidad del pelinegro con él.

- Ella... - empezó - Se trajo otro hombre a casa.

Zhanghao no entendía absolutamente nada, pero estaba tratando de ser comprensible.

- ¿Y él no te gusta?

Gunwook tomó la mano del castaño entre las suyas y la acarició con mucha delicadeza, como si fuera una mano hecha de cristal.

- Mamá... Ella es... Masoquista - le susurró.

Hao no entendía. - ¿A qué te refieres?

- A mamá le gusta traer hombres a casa, hombres que la golpean. - explicó.

Zhanghao se quedó impactado, nunca le había preguntado al menor sobre su familia, sólo porque él parecía reacio a hacerlo, ponía mala cara cuando alguien hablaba de lo que la familia significaba.

- Cuando llegué a casa, ella estaba sobre su cama, con el rostro hinchado - contó. - Cuando despertó, me dijo que había encontrado al hombre de sus sueños. - su rostro se endureció, sus cejas se juntaron con rabia y sus manos dejaron de acariciar la del contrario.

- ¿Cómo puede ser el hombre de tus sueños si te golpea?

Zhanghao estaba feliz de saber que Gunwook no había caído en la mentira de que los golpes eran normales. La mayoría de los chicos que golpeaban a sus parejas se debía a su crianza llena de abusos de su padre a su madre, para ellos era algo normal. Pero Gunwook nunca le había levantado la mano, a pesar del poco tiempo que se conocían. Y ahora estaba seguro de que el pelinegro conocía la realidad de las cosas.

CONTROL || GunHaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora