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Sol.

Mucho Sol.

Me moví para que el Sol no me diera directamente en la cara y sentí mi cuerpo más relajado que nunca, es más, tenía un cosquilleo que recorría todo mi abdomen constantemente y puse mi mano sobre el para darle algún tipo de explicación.

Me asusté al sentirlo desnudo y abrí los ojos de golpe.

Y vaya escena que vi.

Primero mi vista se centró en mis piernas desnudas y espera, ¡¿dónde mierda estaba mi ropa interior?! Pero eso no fue todo, cuando pude ver todo con claridad noté ciertas marcas por mi cuerpo. Recorrí con la mirada todo mi abdomen hacía arriba y encontré mis pechos desnudos, con más marcas.

Me incorporé de golpe por la impresión y si todavía seguía un poco dormida, ya no lo volvería a estar por un buen tiempo.

Como si de una obra de arte se tratara, vi una espalda desnuda junto a un cabello oscuro que descansaba sobre la otra almohada de mi cama, el resto de su cuerpo estaba tapado por la sábana. Sonreí sin todavía creer lo que acababa de ver y todavía no puedo entender cómo no me puse a dar saltos al entender la situación.

No recordaba nada de la noche anterior, solamente hasta cuando Clara se iba a ir y yo la detuve.

Antes de que ella se despertara y me viera completamente desnuda, me levanté sin hacer mucho ruido. Y mi cara se volvió roja, o mejor dicho, de todos los colores al notar que no podía caminar bien.

¿Qué se hace en este tipo de situaciones?

Eso pensaba yo al buscar algo de ropa por la habitación. Encontré un sujetador color piel tirado en mi sillón, después mis bragas negras en una esquina de la cama, en la otra esquina había unas parecidas pero del mismo color del sujetador. Empecé a razonar intentando que mis nervios no se apoderaran al completo de mí. Mientras lo hacía descubrí mi camiseta tirada en el suelo y me puse mis dos prendas de inmediato.

Lo acepté, las dos nos pasamos de copas y se nos fue de las manos la situación.

Miré hacía ella y estaba tan preciosa dormida que deseé que mi cerebro hiciera una foto y guardara esa imagen por el resto de mi vida.

Lástima que ese momento no duró más de varios minutos y ella comenzó a moverse hasta terminar abriendo los ojos.

Le pasó lo mismo que a mí, primero miró a su alrededor y después cayó en cuenta de que estaba desnuda. Su mirada chocó con la mía y a pesar de que empecé a temblar, intenté transmitirle una mirada calmada.

Ella se incorporó hasta quedar sentada en la cama y se tapó mejor con la sábana.

—¿Te acuerdas de algo?—. Dijo con la voz ronca y yo negué con la cabeza.

—Parece que nos lo pasamos bien
anoche—. Dije para romper un poco la tensión que había en el ambiente.

—Me pasas mi ropa interior, ¿por
favor?—. Sonrió nerviosa y yo empecé a buscarla en los sitios que había visto antes.

Me levanté de la cama aún solamente teniendo ropa interior en la parte inferior de mi cuerpo y noté su mirada sobre esta.

—Toma, voy a buscar más ropa abajo—. Le di lo suyo y desaparecí de la habitación.

Por cada escalón que bajaba sentía que me iba a caer por los nervios. Y llegué al salón, eso sí que era una buena escena.

Todo estaba revuelto, el sofá doblado, los cojines por el suelo y el resto de nuestra ropa esparcida por los muebles.

Recogí la ropa y me detuve a oler su blusa. Olía a ella, y también a vino. Nunca me imaginé esta situación, quiero decir, me imaginé muchas otras junto a ella. Pero esta nunca llegó a aparecer en mi mente.

Subí y al entrar en mi habitación noté como mi corazón estuvo a un milímetro de salirse de mi pecho al verla a ella en ropa interior fuera de la cama, mirando por el ventanal y sin ninguna sabana cubriendo su cuerpo.

Era perfecta, su cuerpo era hermoso. Lo recorrí con mi mirada, de arriba a abajo y de abajo a arriba. Me encontraba en una especie de hipnosis en la que ella era un imán que no hacía más que atraerme.

—Bonitas vistas—. Dijo.

Las que yo tengo.

Ella se dio la vuela, mostrándome la parte delantera de su cuerpo y sonrió al ver que yo estaba completamente embobada.

Ahí me di cuenta de algo, aparte de lo lesbiana que era, que si no me casaba con aquella mujer, acabaría en terapia por el resto de mi vida.

—Igualdad de condiciones. Yo te he visto en ropa interior, tu a mí también—. Dijo al ver que yo me quedé muda y comenzó a caminar en mi dirección.

I Hate You, I Love You 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora