¿Quién como Kim Taehyung?
El burgués Kim Taehyung es muy envidiado, hasta por la alta sociedad por su adinerada billetera, gran intelectualidad y un rostro apuesto al que ninguna mujer de buena familia podría decir que no... que pena que la única ch...
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Desperté con una jaqueca, me senté en la cama con la mano apretando mi cabeza como si eso fuera a calmar el dolor que atravesaba mi mente, volteé a la mesa de noche de mi izquierda viendo lo tarde que era marcando las once y diecisiete de la mañana.
Me acomodé nuevamente intentando relajarme entre las sábanas cerrando unos segundos los ojos y luego abrirlos vagamente. Me senté con sorpresa rápidamente en la cama al notar un bulto al costado mío.
>> Mierda, no, no, no, por favor no.<<
¿Qué mierda había hecho?
Me levanté con sumo cuidado poniéndome una camisa de manera apresurada abotonando de manera errónea los botones, me dirigí a la salida al mismo tiempo que me acomodaba los zapatos y llevaba mis maletas intentando no hacer nada de ruido hasta que finalmente cerré sigilosamente la puerta.
— Ah, buenos días, señor Kim. — Me saludó cordialmente el asistente en el pasillo. — Veo que está apurado por irse. — Al parecer notó las maletas a mi lado.
No perdí tiempo y seguí caminando hasta el elevador sintiendo mis pies avanzar solos a gran velocidad con ganas de salir del lugar lo antes posible.
— Si, bueno, ya perdí mucho tiempo durmiendo. — Dije mientras sentía bajar cada piso.
Estaba apunto de irme, sin embargo, algo en mi consciencia me decía que no era correcto dejar a una señorita sola y desorientada en un hotel, al menos in ningún aviso.
¿Una nota era lo que mi moral me pedía dejar para que por una vez terminara de torturar mis pensamientos?
De acuerdo.
— Señor Min, le pido que vaya alistando el carruaje para irnos de una vez. — Pedí seguido a adentrarme nuevamente dejándolo atrás al ver un pequeño asentimiento en él.
(...)
Abrí la puerta silenciosamente, me adentré con cuidado hasta la mesa para tomar un lapicero y escribir una pequeña lamentación y dejando todo en claro.
Me acerqué hasta la mesa de noche de su lado y dejé la nota, estaba apunto de irme cuando sentí una gran curiosidad de querer saber quien era, puesto a que las sábanas tapaban por completo a quien sea que se escondía debajo de ella, tomé la punta de la delgada tela blanca con gran suavidad y lo jalé hacía afuera.
— M-Mierda.
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