CAPÍTULO DOS

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La habitación siendo iluminada por la luz de la luna cubriendo a Jay quien se encontraba sentado sobre su cama tratando de evitar ese deseo inapropiado de tocar a Daniel una vez más.

— Jay, — se escuchó del otro lado de la puerta junto con unos golpes. — Voy a entrar. — entreabrió la perta asomándose para ubicar a su amigo. Se adentró acercándose hasta llegar a su lado.

— Yo... — se levantó para pedirle una disculpa, pero fue interrumpido al ser jalado de la cinta de su bata

— Quiero que continúes. — mencionó apegándolo a su cuerpo juntando sus labios.

Jay terminó correspondiendo al beso, mordió su labio inferior metiendo su lengua dentro de la boca de Daniel, ambos suspiraban por el contacto cada vez más cercano.

— Daniel... —

Ambos se tumbaron sobre la cama sin romper el contacto de labios, Jay quedó sobre el cuerpo de Daniel pasando su mano por debajo de su polera tocando su pecho y rozando sus pezones provocándole un gemido.

— Mgh... más... —

Su cuerpo se encontraba demasiado sensible y necesitado del contacto de Jay sobre su piel, el rubio retiró la polera comenzando a besar y a lamer sus pezones haciendo que el azabache suspirara suavemente, fue bajando depositando pequeños besos hasta llegar a la orilla de los jeans, desabotono y bajó la cremallera para finalmente retirarlos por completo y visualizar el miembro erecto de su amigo dentro de su húmeda ropa interior.

Ambos chicos embriagados se deseaban.

Jay se quitó la bata de encima quedando igual que su amigo. Tomó el miembro de Daniel por encima de la tela comenzando a masturbarlo provocándole suspiros y gemidos.

Daniel no soportaba más la tortura de solo ser atendido enfrente.

— De-detente... — Jay detuvo los movimientos de su mano apreciando como lo único que impedía el contacto directo era retirado. — Te necesito... Jay... — abrió sus piernas entregándole un maravillosa vista al rubio.

Jay de igual manera se retiró su ropa interior dejando a la vista lo excitado que estaba, necesitado de atención. Alzó su mano acariciando el rostro de Daniel pasando su pulgar por sus labios siendo lamido por este.

Daniel tomó su mano alejándolo un poco y mirándolo directamente a los ojos metió dos dígitos dentro de su boca los cuales lamió, los sacaba volviéndolos a meter simulando una felación.

— Mmm~ — Su amigo se sorprendió ante el atrevimiento de su parte y provocando que su reacción fuese graciosa. Disfrutaba verlo de esa manera. — ¿Sorprendido? — sonrojado sonrió ante lo tierno que se veía.

Se acomodó entre las piernas de Daniel y bajó su mano hasta la entrada de este insertando ambos dígitos provocándole un quejido de dolor debido a lo extraño que se sentía.

— Du-duele... — mencionó el azabache temblando ante lo que estaba sintiendo y por lo que seguía, Jay, por el contrario empezó a simular pequeñas embestidas. — ¡Ah! ¡Espera, duele! — a pesar del dolor que sentía poco a poco se fue acostumbrando, el rubio al notar eso metió un último y tercer dedo. — ¡Agh! ¡Más! — soltó un pequeño grito arqueando su espalda al sentir demasiada excitación, era la primera vez que sentía así. Jay comenzó a estimular ese punto provocando que el cuerpo de Daniel temblara. — ¡Jay! — gimió su nombre mirándole a los ojos. — Te quiero dentro de mí. —

El rubio sacó sus dedos posicionando su pene y entrando lentamente en Daniel tratando no lastimarlo, cuando estuvo completamente dentro comenzó a moverse lentamente, el azabache gemía al sentir a su amigo dentro de él.

— Más... rápido... Jay... — colocó una mano sobre su estómago. — quiero... sentirte... más. —

Al escuchar eso Jay no pudo resistirse más y tomó a Daniel de la cintura embistiéndolo con fuerza provocando gemidos en ambos, el sonido del chocar de los cuerpos hacia el ambiente más excitante.

— ¡Jay...! ¡Ahh! ¡Me vengo! ¡Más rápido! — alzó sus manos envolviendo su cuello acercándolo para besar una vez más los labios del rubio, se aferró a él gimiendo cerca de su oído.

Después de un rato, Jay terminó liberando su semilla en su interior y Daniel sobre su abdomen. Ambos trataban de regularizar su respiración después de realizar aquel acto en el que se entregaron y dejaron atrás la vergüenza.

— Daniel... me gustas... — mencionó Jay besando el cuello del azabache.

— También... me gustas... — sonrió depositando un beso sobre sus rubios cabellos.

Ambos pasaron la noche juntos en la cama disfrutando del placer y dejándose llevar cada vez más por sus sentimientos.

DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS (Editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora