Los siete pecados capitales

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"En el centro del Universo, en el punto más alejado de Dios, entre los hielos que envuelven las sombras, está Lucifer, emperador del reino del dolor, sacando medio cuerpo fuera de la superficie glacial" - Dante Alighieri , La Divina Comedia.


Ira

-No tiene sentido para mí, quiero decir... O son algo o no lo son - razonaba James Potter junto a sus amigos en su afán de comprender a Sirius, pero, aunque quisiera apoyarlo, no comprendía el juego que él y Marlenne jugaban.

Dos semanas habían transcurrido desde aquella noche fatal donde la pareja de Gryffindor había decidido pausar su relación.
Lo primero que Sirius experimentó fue una ola de intranquilidad y ansiedad que no podía poner en palabras, pero exteriorizaba cual veneno expandiéndose en la superficie.
Los primeros días fueron casi normales, sus vidas estaban tan atareadas que al caer la noche la cabeza de Sirius solo quería reposar en su almohada y esperar al día siguiente. Aquello no fue complicado debido al cansancio acumulado, pero los días que le siguieron... Estaba imposible de tratar.

Le faltaba su compañera, su confidente, su rubia esbelta regalando sonrisas traviesas y palabras melosas en su oído. La extrañaba en cuerpo y alma.
No saber de ella lo estaba volviendo loco y siquiera habían pasado cinco días.
Intentó saber de ella por medio de Lily, pero la pelirroja frunció el entrecejo y ofreció su opinión, sin importarle que tanto quería escucharla Sirius.

- ¿Sabes...? Puedo comprender tu punto Sirius, pero sinceramente, creo que Marlenne necesita acomodar sus ideas. ¡No me gusta ver a mis amigos en esta situación!

-...Yo solo quería saber cómo esta ella - murmuró Sirius observando cómo la muchacha caminaba de una habitación a la otra.

- ¡Estamos ante una guerra! Y si, no puedes negarme que lo de Regulus salió mal en todos los sentidos ¿Por qué no nos has avisado? ¡Podríamos...! De todas maneras, es pasado. Aunque debo decirte, Sirius Orión Black, que la próxima vez que decidas enfrentarte a Bellatrix contarás con mi varita.

-Yo... - Sirius intentaba meter un bocado, pero Lily parecía rabiosa por algo más, así que la dejó hablar.

-Y si osas no avisar a tus amigos, yo misma te matare, Sirius. Y luego te volveré a revivir solo para matarte de nuevo.

- ¿Estas...? ¿Estás bien? - preguntó Sirius - No comprendo si...

- ¡Por supuesto que estoy bien! - gritó Lily sacando de su mochila un pergamino larguísimo - He estado escribiendo lo que pienso sobre tu relación con Marlenne y...

-Oh, Merlín y todas las constelaciones - gruñó Sirius acomodándose en el sillón de su casa, resignado a tener que escuchar a su amiga.

Básicamente se podría decir que Lily y James eran una sola cabeza. Ninguno comprendía a qué jugaban Marlenne y Sirius, pero era entendible, aquella pareja no hubiera actuado de la forma de Sirius y Marlenne lo hicieron: Había una pizca de traición por parte de la rubia y una pizca de terquedad por parte de Sirius.

Aún así, luego de andar de forma melancólica los siguientes días, Marlenne se presentó en el departamento de los muchachos de forma sorpresiva a las once de la noche.
James, quien ya se encontraba bastante incómodo por las repercusiones de esa pareja, dirigió una mirada de recelo a la muchacha: Lily se había encargado de tener una conversación muy privada con él donde ambos terminaron jurando que pase lo que pase, suceda lo que suceda, se avisarían si se encontraban en peligro.
Juntos o nada.

Esa noche, Marlenne ingresó a la habitación de Sirius como una sombra y solo bastó dos miradas de necesidad para que el muchacho se levantara de la cama y la levantara por el aire para estamparse contra la pared.
Esas cosas del destino, así había sucedido la primera vez.

Orden del Fénix 1978Donde viven las historias. Descúbrelo ahora