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Minji faltó toda la semana siguiente. Nadie supo por qué, ni siquiera sus amigas. No respondió mensajes ni llamadas, y cuando alguien preguntaba por ella, solo recibían un encogimiento de hombros.

El lunes siguiente, sin embargo, apareció.

Entró al colegio con el ceño fruncido y una expresión tan seria que incluso los profesores parecieron dudar si hablarle o no. Algo en ella se veía diferente. No solo era la mirada cansada o las ojeras más profundas de lo habitual. Su energía, su actitud... todo en ella gritaba que algo había cambiado.

Desde la semana pasada, había estado sintiendo una especie de incomodidad, como si le debiera algo. Minji me había dejado claro lo difícil que era su vida, y yo, con mi estúpido berrinche, la había dejado sin trabajo.

Decidí acercarme cuando pasó cerca de mí en el pasillo.

—Minji... —llamé su nombre con cautela.

Ella ni siquiera me miró. Pasó a mi lado sin reducir la velocidad y chocó su hombro contra el mío con fuerza suficiente para hacerme tambalear.

Me quedé en mi lugar, mirándola alejarse. Vi cómo ignoraba también a Yoon, que le había dicho algo en voz baja. Minji simplemente siguió caminando y se metió en la oficina del director sin siquiera detenerse.

Algo estaba mal.

Minji

El director suspiró al verme entrar y se apoyó en su escritorio con los brazos cruzados.

—¿Por qué faltaste la semana anterior?

—Estuve ocupada.

—¿Con qué?

—Trabajando.

El director me miró con una mezcla de incredulidad y preocupación.

—¿Trabajaste mucho? Porque, perdón por decirte esto, pero te ves... terrible.

—Estoy bien —mentí.

—¿De verdad faltaste toda la semana por trabajo? Minji, el turno en la cafetería es por la tarde después del colegio. No necesitas faltar para trabajar en la mañana.

—Usted no puede juzgarme si no sabe nada de mí —respondí con frialdad.

Él exhaló, como si debatiera internamente qué decir a continuación.

—Minji, perdón por la pregunta que te haré, pero... ¿usas drogas?

Me quedé en silencio un segundo.

—¿Qué?

—Empiezas a preocuparme. De verdad te ves muy mal.

Rodé los ojos.

—No. Apenas tengo dinero para mantenerme bien. ¿Cree que gastaría lo poco que tengo en drogas?

El director asintió lentamente, aunque no parecía del todo convencido.

—Bien... Escucha, Minji, esta vez no contaré tus faltas, pero si vuelve a pasar, estarás en problemas. ¿Entendido?

—Sí.

—Puedes irte.

Me di la vuelta para salir, pero me detuve antes de abrir la puerta.

—De hecho... antes de irme, quería preguntar si puedo unirme al equipo de básquetbol.

El director arqueó una ceja.

—¿Al equipo de básquetbol?

—Sí. Escuché que iban a formar uno.

Hurt - bbangsaz    EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora