𝒍𝒆𝒕 𝒎𝒆 𝒊𝒏, suguru geto

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playing  :   𝖫𝖤𝖳 𝖬𝖤 𝖨𝖭

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playing  :   𝖫𝖤𝖳 𝖬𝖤 𝖨𝖭.   by    𝖧.𝖤.𝖱 𓂀


Bajaré a tu sexo para explorarnos bajo la
noche eterna, mientras penetramos nuestros deseos de fundirnos en una misma comunión, mientras la luna susurra tus gemidos y nuestras voces sean dulces cantos elevándose al infinito.

Esta noche mi aliento será la llave de tu furia
que con cada caricia me guía en tu locura perdida. Liberaré a los leones encerrados en el susurro de tu mirada enloquecida por la necesidad de la mía.

Rúgeme, grúñeme, despierta tu instinto animal
conmigo, mi hambre voraz se diluye en el sabor de tus labios.

No habrá vuelta atrás y serás la musa que en su humedad ahogue mis fantasías al amar.


— Déjame entrar. — susurra levemente sobre su oído, despertando tormentas eléctricas en su interior.

Anabella lo observaba con atención, su torso
desnudo y sus finas hebras negras cayendo sobre sus hombros, convertían a su hombre en una obra de arte digna de admirar.

Aunque para Suguru, la obra de arte era ella,
las finas curvas de sus caderas desnudas y las sutiles comisuras de sus labios curvándose en
una leve sonrisa, semejante a la sonrisa misteriosa de la monalisa, Suguru se convertiría en su leonardo da vinci aquella madrugada.

El roce de sus dedos ásperos erizaba su piel, recorriendo con energía maldita cada parte de
su cuerpo.

Acariciando su pelvis, Suguru surcaba sus piernas hasta llegar a su feminidad, su tesoro perdido más preciado.

Agarró uno de sus muslos con fuerza, recorriendo con su lengua, jugueteando con su piel, mientras Bella suplicaba clemencia, lo deseaba con todas sus fuerzas.

— Bella.

El sonido de su apodo salir por su boca estremecía a la morena, como si no existiera nada más que sólo ellos dos, lo hacía sonar tan único, tan colmado de lujuria, tan especial. Sólo le pertenecía a él y a nadie más.

Lo observó con atención, alzando su mirada hacia él.

— Suplícame. — aclamaba el hechicero.

— Suguru, por favor, te lo suplico. — suspiraba con sutil desesperación la joven.

Con una sonrisa maliciosa dibujándose en la comisura de sus labios, Geto dejó pequeños mordiscos en sus muslos, explorando cada parte de su figura hasta llegar a su intimidad.

Pasó su lengua por su clítoris, dibujando círculos a su alrededor. Relamió sus labios y disfrutó de su sabor dulce y al mismo tiempo salado. Amaba aquel sabor agridulce cada vez que se adentraba en lo más profundo de su ser.

Sin previo aviso, comenzó a introducir uno de sus dedos en su interior, luego introdujo el segundo, sintiendo cómo su intimidad se mojaba por momentos, humedeciéndose cada vez más a su paso.

— Joder, estás tan mojada Bella, me encanta. — gruñía feroz contra su piel.

Siguió introduciendo y sacando sus dedos al compás de leves lamidas por todo su clítoris. Bella suspiraba y gemía sin parar, tirando fuertemente de las sábanas de satén color azabache. No podía evitarlo, sentir su lengua en su interior se sentía tan bien, tan jodidamente placentero.

Agarró su cabello y lo apretó con fuerza, atrayéndolo más hacia ella. Sentía el fuego arder en sus entrañas, estaba a punto de llegar al orgasmo.

Suguru disfrutaba cada gemido, cada suspiro, no quería parar, tenía a su chica justo donde quería, y eso le encantaba. Lo llenaba de placer en todos y cada uno de sus sentidos.

En un abrir y cerrar de ojos, se levantó de su lugar posicionándose encima suyo, con la polla latiendo y las venas sobresaliendo, ansiosa de introducirse en su interior.

— Aún no te he pedido que termines. — decía geto en un leve susurro, demandante.

— Déjame entrar. — pedía y pedía.

— Todo tuyo. — Bella abrió sus piernas y extendió sus pliegues, dándole vía libre a su entrada.

Geto empujó fuertemente contra sus caderas, provocando un grito en la joven. Entraba y salía sin piedad, una estocada, dos, tres. Ya no podía parar, no quería parar.

— Quiero que sientas cómo te hago mía de las distintas formas que tú lo desees, saciando todos tus deseos con horas de placer.

Un beso fugaz irrumpió en sus labios mientras ambos gemían sin parar. El sudor caía por sus frentes y la velocidad aumentaba con cada embestida.

Suguru se había convertido en un animal, ansioso y desesperado por comerse a su presa.

— Ven, tócame, siénteme, quiero que te corras en mí. — aclamaba Suguru contra su oído.

Bella recostó la cabeza hacia atrás sobre la almohada y cerró los ojos, sentía el cielo tocar y al mismo tiempo el infierno entrar.

Deseaba con todas sus fuerzas congelar el tiempo y quedarse en ese íntimo momento para siempre, quería disfrutarlo, sentirlo hasta más no poder.

Enterrando las uñas en su espalda, sentía como dejaba pequeñas marcas por su áspera piel.
El sonido de sus sexos chocando resonaba por toda la habitación.

Y joder, qué bien sonaba, era música para los oídos de ambos.

— Joder Bella. — aquello indicaba su final, ambos estaban por llegar al dulce clímax.

Sentía su cuerpo entero tensarse, su aliento afilado clavándose contra su boca. Lo amaba, amaba cada parte de su alma.

Una última embestida hizo que ambos terminasen al unísono, culminando de puro placer y excitación.

Geto se recostó a su lado, dejando un casto pero dulce beso en sus labios y acariciando su pelo con suavidad. Enrolló su brazo derecho alrededor de su cuello, mientras Bella hundía su rostro en su marcado bíceps.

Su respiración era agitada, y notaba cómo todo
su pecho subía y bajaba, a la vez que su corazón
latía y bombeaba sangre con fuerza.

— Eres preciosa, Bella. — confesó Geto, antes de caer sobre los brazos de Morfeo.

Bella sonrió, acariciando sus mejillas sudadas
por la excitación del momento.

Esa noche colocó sus manos en su mente antes de llegar hasta su cintura, sus caderas o sus labios.

Esa noche no la llamó preciosa, la llamó exquisita.


[n/a] espero que haya quedado reflejado la pasión que tienen estos dos, y más que lo hayan disfrutado, besos !

slow down  𐦍   jujutsu kaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora